Códice Mortale

Capitulo²

Japón, la Tierra del Sol naciente, fascina con su rica cultura e historia, donde la fantasía se entrelaza con la realidad. En la actualidad, el país ha optado por abrazar sus tradiciones ancestrales, sin renunciar a su notable avance tecnológico.

Clanes ancestrales conviven con bandas Yakuza emergentes, creando un crisol de poder y delincuencia. El poder militar, modernizado, se erige como un símbolo de esta dualidad. Osaka, epicentro de esta convergencia, es donde un joven solitario se ha ganado una reputación como protector, aunque él rechace tal título.

Con las manos hundidas en los bolsillos de su chaqueta, deambulaba por las calles de Osaka. Su mirada, perdida en el suelo, reflejaba una mente absorta en pensamientos oscuros. De repente, un grupo de hombres lo rodeó, interrumpiendo su ensimismamiento. Al levantar la vista, sus ojos revelaron ojeras profundas, pero ninguna emoción de sorpresa o miedo.

¤ ???:
- ¿Qué quieren, bastardos?
Su voz, cargada de irritación, resonó en la calle, mientras fruncía el ceño

¤ Matón:
- Tú eres Ronin Ryōma, ¿verdad?
Uno de los hombres, blandiendo un bate de hierro, lo interrogó, sin apartar la vista de él

¤ Ronin:
- Así es. ¿A qué viene tanto interés?
Con una calma inquietante, aguardó la respuesta, sin sacar las manos de sus bolsillos

Sin mediar palabra, los agresores se abalanzaron sobre Ronin, una lluvia de golpes y armas cayendo sobre él. A pesar de su destreza en combate, la superioridad numérica inicial lo abrumó. Sin embargo, aprovechando un momento de descuido, arrebató el arma de uno de sus atacantes, desatando una furia calculada y precisa. Sus golpes, brutales y certeros, dejaron a sus oponentes bañados en sangre.

¤ Ronin:
- ¿Aún no se cansan?
Escupió, apoyándose en la pared, mientras cinco hombres se acercaban, con sed de venganza
- Ni sus madres los reconocerían.
Con una mirada gélida, empuñó un bate de hierro ensangrentado

El crepúsculo tiñó el cielo de tonos naranjas y violetas, anunciando la llegada de la noche. Ronin, con heridas por todo el cuerpo y la ropa empapada de sangre, caminaba por las calles oscuras, iluminadas solo por la tenue luz de los faroles. Su mirada, vacía de remordimiento, reflejaba la brutalidad de su reciente enfrentamiento.

Al llegar a su hogar, un refugio minimalista de estilo japonés antiguo, se despojó de sus zapatos manchados y entró. Mientras recorría el pasillo, una idea cruzó su mente.

¤ Ronin:
- Así que han puesto precio a mi cabeza.
Murmuró, con una sonrisa irónica

Después de una ducha reparadora, que limpió la suciedad y la sangre de su cuerpo, y de vendar sus heridas, se dejó caer en la cama. Sus ojos, fijos en el techo, trazaron las cicatrices de sus manos, testigos de innumerables batallas.

¤ Ronin:
- Matarme no será tarea fácil.
Susurró, con una sonrisa desafiante, antes de caer en un sueño profundo

La noche, en su apogeo, cubrió Osaka con un manto de oscuridad, solo interrumpido por el resplandor de la luna llena. En el Distrito Rojo de Tobita Shinchi, un mundo aparte, la clandestinidad y la tradición se fusionan en un laberinto de placeres prohibidos.
En uno de los establecimientos del distrito, Shuji Oshima, el jefe de Tobita Shinchi, presidía una reunión secreta. Sentado con las piernas cruzadas, vertía sake en un sakazuki, mientras la luz cálida de la habitación iluminaba su rostro sereno. Su figura imponente y musculosa contrastaba con la tranquilidad del entorno, creando una atmósfera de misterio y poder.

¤ Shuji:
- A ver si lo he entendido bien...
Su voz, grave y pausada, llenó la habitación, una nota de incredulidad en su tono
- ¿Cumplirás mi mayor capricho, si te ayudo a encontrar un... "recipiente" adecuado?
Bebió un sorbo de sake del sakazuki, sus ojos fijos en el Enmascarado.

¤ Enmascarado:
- Precisamente.
Su voz, un susurro metálico, resonó en la habitación, contrastando con la calidez del ambiente. Su presencia, una sombra vestida de negro, con un abrigo de plumas que se agitaban levemente, una máscara de pico blanca y lentes verdes que ocultaban su mirada, generaba una atmósfera de inquietud

¤ Shuji:
- Uhmm... Tengo mujeres a mi disposición, montañas de dinero, fama que resuena en todo el país...
Cerró los ojos, pensativo, mientras acariciaba el borde del sakazuki
- Sin embargo... el privilegio de no envejecer... eso sí que sería un capricho digno.
Sus ojos se abrieron, brillando con una ambición oscura

¤ Enmascarado:
- Si eso deseas, está hecho.
Los lentes verdes brillaron intensamente, como si reflejaran una luz interior. Su voz, fría y calculadora, no dejaba lugar a dudas

¤ Shuji:
Dejó el sakazuki sobre la mesa, el sonido resonando en el silencio. Hecho. Extendió la mano, un gesto de cierre, pero sus ojos permanecieron fijos en el Enmascarado, escrutando cada detalle de su figura

El apretón de manos fue breve, pero cargado de tensión. Un pacto sellado en la oscuridad, con promesas de inmortalidad y un "recipiente" misterioso. La habitación, testigo silenciosa de este acuerdo, parecía contener la respiración, anticipando las consecuencias de este encuentro.

La oscuridad nocturna, un manto de silencio roto solo por el canto lejano de los grillos, ocultaba los peligros que acechaban en las sombras. Ronin dormía plácidamente, ajeno a la amenaza que se cernía sobre él. De repente, el estallido de cristales rotos resonó en la habitación, un grito metálico que destrozó la calma. Ronin se incorporó de un salto, con el corazón latiendo con fuerza.




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