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Prologo.

El ataque había iniciado con una ciudad, era la primera arma biológica que causaba tales desastres. Las calles estaban inundadas de escombros, gravilla, cadáveres. El aire se había vuelto oscuro lo cual dificultaba la capacidad de observar. Las pocas casas en pie se encontraban a una bomba más del colapso. Sin embargo, los bombardeos era lo que menos preocupaba en esos momentos pues nadie imaginaba lo que vendría después de ellos.

En el cielo se alzó una figura espectral que se contorsionaba adoptando formas grotescas, no se sabía a ciencia cierta que era. El monstruo, bajo en picada atravesando el suelo y saliendo por una casa haciéndola añicos. Las personas dentro lograron salir, aunque débilmente, algunos se convulsionaban en el suelo con los ojos blanquecinos, su piel se convertía en cenizas mientras que sus venas relucían negras y brillantes, de la boca les salía espuma del mismo color azabache, una muerte trágica era lo que sucedía.

Los pocos afortunados a los que la criatura no logro alcanzar huyeron tratando de encontrar refugio en algún otro lugar. La criatura no se detuvo, dando tumbos entre casa y casa asesinando personas mientras que se hacía de un tamaño descomunal, finalmente se pudo observar que aquel monstruo no era más que humo mortal. Pero no era el único monstruo que rondaba por ahí, paulatinamente emergieron más bucles de humo ocasionando los mismos desastres que el primero.

Sin esperanza, los pocos sobrevivientes estaban dispuestos a aceptar su destino a manos de esas cosas, no había donde esconderse, no quedaba a donde huir. Solo la muerte, una dolorosa muerte. Aun así, algunos cuantos rezaban por un milagro, por algo que detuviera a las criaturas, aunque no hubo que pedir mucho. Estas abandonaron el lugar al mismo tiempo logrando que la esperanza se restaurara.

La radio no decía mucho sobre la situación actual. Nadie sabía de donde provenían las bombas ni mucho menos los monstruos. Paulatinamente las bombas cayeron por todo el mundo liberando el virus al que llamaban: Cirtlax.

 

 

Lejos de la ciudad, en una derruida mansión gracias al ataque, se encontraba una joven sentada entre los escombros, el cabello lacio se le pegaba a la cara como si estuviese mojado mientras miraba al vacío bosque que se alzaba frente de ella. Temblaba ligeramente, aunque no se debía al frio.

–Estas viva –dijo alguien desgarrando el silencio. La chica giro la cabeza para encontrarse con un muy destruido chico al que reconoció como su hermano, este sin dudarlo se abalanzo hacia ella en un abrazo fraternal.

–Si a esto llamas vivir –contesto cortante separándose de él, ambos deseaban llorar más las lágrimas no encontraban salida–. Mamá murió por el virus, y nuestro padre no sale del laboratorio.

–Esto es su culpa –espeto el joven soltando a su hermana de forma brusca. Tomo una gran piedra entre sus dedos lanzándola hacia la copa de los arboles –. ¿Sabes de alguien más?

–Logre llamar a Tom antes de que la segunda bomba cayera –la chica imito el acto de su hermano, comenzando a lanzar rocas contra el bosque–. Murió –termino de decir de forma cortante.

El silencio reino nuevamente. Las rocas volaban cortando el aire, encontrado camino hacia el suelo terroso. Partículas negras aun bailaban en el aire haciendo recordar lo vivido hacia unas pocas horas. Sin darse cuenta cayó la noche, los ojos verdes del chico resaltaban entre la oscuridad como dos esmeraldas. De repente, un estrepito se produjo dentro del bosque. Ambos hermanos se pusieron en pie en busca de la causa, parecían dos felinos a punto de saltar ante su presa para devorarla. Sin embargo, no lograron ver nada.

–Seguramente era un animal –comenzó a decir el joven tratando de calmar los nervios de su hermana–. Hay que irnos de aquí, no deseo ver a papá.

–¿Crees que logre revertirlo? –inquirió con melancolía en busca de más calma– No quiero esto por siempre. 

–Te prometo que si el no encuentra la solución lo hare por el –contesto, no deseaba que aquello afectara más de lo que debía a su hermana, ninguno tenía la culpa, sin embargo, no solo ellos sufrían las consecuencias por los actos de su insensato padre.

Lograron evadir los escombros con dificultad abriéndose paso hacia el bosque siguiendo un camino marcado que los llevaría a la ciudad, ninguno sabía que esperaban lograr huyendo. Aunque se sentían más tranquilos al alejarse del lugar de donde habían salido las bombas.

Los pocos sobrevivientes en la ciudad producían una gran algarabía, al igual que ellos huían buscando refugio al no desear morir por las criaturas que recientemente habían aparecido. Pero los hermanos si sabían a que se enfrentaban, su padre les enseño esas criaturas jactándose de su creación. Lo que no entendían era porque en su locura había lanzado las bombas con el virus dentro. 

Se adentraron cada vez más a la ciudad siguiendo al tumulto de gente que esperaba ser salvada, la pregunta era si en verdad encontrarían una salvación ante tal cataclismo. Una vez más las criaturas se alzaron frente de todos en busca de más muertes. Como era de esperarse el caos reino, de vuelta todos corrían, las personas heridas que yacían en el suelo se aferraban a las piernas de unos tantos.




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