Código Prohibido

Capítulo 6: El Observador

El túnel parecía interminable, las sombras alargándose con cada paso de Alina. Su corazón aún latía con fuerza tras el mensaje, pero algo más comenzó a inquietarla.

Una sensación.

Como si alguien la estuviera observando.

Se detuvo en seco y apagó la luz de su comunicador. Se quedó inmóvil, tratando de escuchar algo más allá de su propia respiración.

Silencio.

Dio un paso más… y entonces lo oyó.

Un leve crujido detrás de ella.

Alina sintió cómo el frío le recorría la columna. No estaba imaginándolo. Alguien más estaba en el túnel.

Con un movimiento rápido, sacó el destornillador de su bolsillo y giró sobre sus talones, levantándolo como si fuera un arma.

Nada.

Solo la oscuridad.

Pero sabía que estaba ahí.

—Sal de una vez —susurró con el tono más firme que pudo.

El silencio se prolongó por un segundo demasiado largo. Y entonces, una voz respondió desde las sombras:

—Sabía que me notarías.

Alina apretó los dientes. La voz era masculina, tranquila, pero con un dejo de diversión, como si esto fuera un juego para él.

—¿Quién eres? —exigió, tratando de localizar la silueta en la penumbra.

Un par de pasos resonaron, y finalmente una figura emergió de entre las sombras.

Era un chico, quizás de su edad, con el cabello oscuro y revuelto. Vestía una chaqueta desgastada y unos guantes sin dedos. Sus ojos, iluminados apenas por la tenue luz azul de su comunicador, la analizaban con curiosidad.

—Alguien que también está huyendo —dijo él, inclinando ligeramente la cabeza—. Y que, por cierto, te acaba de salvar de caer en una trampa.

Alina no bajó el destornillador.

—¿Qué trampa?

Él sonrió de lado.

—Si hubieras seguido caminando cinco metros más, habrías activado un escáner de movimiento oculto en la pared. El Código Cero te habría localizado en segundos.

Alina sintió que su estómago se encogía. Miró hacia donde él señalaba y vio un diminuto panel incrustado en el muro, casi invisible en la oscuridad.

—¿Cómo sabías eso?

El chico metió las manos en los bolsillos y la miró con calma.

—Porque yo también estoy buscando la falla en el sistema. Y creo que tú acabas de encontrar la clave.

Alina sintió que su respiración se aceleraba.

—¿Quién eres?

El chico sonrió, pero sus ojos seguían siendo un enigma.

—Llámame Kael.

¿Qué te parece? ¿Quieres que Alina confíe en él o que dude de sus intenciones? 🚀🔥




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