Código Prohibido

Capítulo 9: Bajo Tierra

El túnel parecía extenderse sin fin, cada paso resonando en la penumbra. Alina siguió a Kael en silencio, sus pensamientos girando en torno a una sola idea: ella era la clave.

Pero, ¿clave de qué?

Kael no hablaba, solo avanzaba con la certeza de alguien que conocía el camino. La luz azul de los hologramas en su comunicador iluminaba su perfil afilado. Había algo en él que la inquietaba… no era solo su actitud despreocupada, sino la forma en que la observaba, como si ya supiera algo sobre ella que ella misma ignoraba.

—¿Vas a decirme a dónde vamos? —preguntó Alina finalmente.

Kael se detuvo y la miró por encima del hombro.

—A un lugar donde el Código Cero no puede vernos.

Antes de que ella pudiera responder, se agachó y comenzó a forcejear con una trampilla en el suelo.

—Ayúdame con esto —le indicó.

Alina dudó, pero luego se arrodilló junto a él y juntos lograron levantar la pesada tapa de metal. Una ráfaga de aire viciado escapó del hueco, y debajo se extendía un pasadizo angosto, descendiendo en espiral hacia la oscuridad.

Kael sonrió de lado.

—Después de ti.

Alina lo fulminó con la mirada.

—Si esto es una trampa, más te vale que reces para que el Código Cero te atrape antes que yo.

Kael rió por lo bajo.

—Me agradas, Alina. Ahora baja.

Con una última mirada al túnel detrás de ella —su única conexión con la superficie—, Alina se deslizó dentro del pasadizo.

El metal estaba frío contra sus manos mientras descendía, sus pies tanteando los peldaños oxidados de la escalera. Kael la siguió, cerrando la trampilla sobre ellos.

La oscuridad fue casi total hasta que él encendió su comunicador, proyectando un leve resplandor azul sobre las paredes de hormigón.

—¿Dónde estamos? —susurró Alina.

—En los cimientos de Blackridge. Un refugio antiguo… y el único lugar donde el Código Cero no nos puede escuchar.

Llegaron al final de la escalera y entraron en un túnel más amplio. La humedad impregnaba el aire, y el sonido de agua goteando resonaba a lo lejos.

Entonces, Alina vio algo que le heló la sangre.

Marcas en la pared.

Palabras arañadas en la superficie mohosa del hormigón.

"EL CÓDIGO VE TODO."

Bajo la frase, una hilera de nombres… y en la última línea, su propia inicial:

"A. B."

El corazón de Alina martilleó contra su pecho.

—¿Qué demonios significa esto? —susurró, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda.

Kael se quedó en silencio, observando la inscripción con el ceño fruncido.

—Significa que alguien sabía que vendrías.

Alina se giró hacia él con la garganta seca.

—¿Cómo es posible?

Kael la miró con seriedad.

—Esa es la pregunta equivocada.

Alina tragó saliva.

—Entonces dime… ¿cuál es la correcta?

Kael se acercó un paso y susurró:

—¿Quién te estaba esperando?

En ese momento, una puerta al final del túnel se abrió con un chirrido metálico.

Y en la oscuridad, alguien los estaba observando.




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