Código Prohibido

Capítulo 9: Ecos del Olvido

El frío del metal se filtró por la ropa de Alina cuando se sentó en la silla. Kael ajustó los arneses con cuidado, como si temiera lastimarla, aunque su mirada seguía imperturbable. Cassandra manipulaba los controles con una precisión inquietante.

—No es una máquina para controlar —dijo ella, como si pudiera leer la mente de Alina—. Es una herramienta para liberar. El sistema bloquea tus recuerdos en capas. Vamos a atravesarlas, una por una.

Alina asintió, apretando los puños. No sabía qué esperar. ¿Dolor? ¿Alucinaciones? ¿Nada?
Lo que encontró fue peor.

En cuanto los electrodos hicieron contacto con su piel, una oleada de imágenes la invadió. Fragmentos desordenados de su infancia, voces distorsionadas, risas ahogadas por estática… y luego, una escena nítida:

Un parque. Su madre riendo. Un columpio. Algo estalla.
La imagen se quiebra.

Alina jadeó.
—¿Qué fue eso?

—Una memoria real —explicó Cassandra sin apartar los ojos de la consola—. Pero está dañada. Como si alguien la hubiera borrado a medias.

—El sistema… —murmuró Kael—. Borrar es su forma de protegerse. Pero a veces, lo que intenta borrar es precisamente lo más importante.

Otra ráfaga de recuerdos golpeó a Alina. Esta vez, eran más intensos. Su corazón palpitaba al ritmo de escenas de una escuela subterránea, una niña con ojos violetas, alguien susurrándole al oído:
"Nunca olvides quién eres."

Y luego, una figura borrosa. Alta. Encapuchada. Estaba de pie frente a ella, tendiéndole la mano. No tenía rostro. Solo una voz.

—“Tú lo comenzaste, Alina. Tú eres la chispa.”

De pronto, todo se detuvo. La silla se apagó. El silencio fue absoluto.

—¿Qué pasó? —preguntó Alina, todavía aturdida.

Cassandra frunció el ceño.
—El sistema detectó lo que estamos haciendo. Está intentando bloquearte desde dentro.

Kael se acercó de inmediato.
—Tenemos que movernos. Si el sistema ha detectado actividad psíquica inusual, enviará rastreadores.

Alina se quitó los arneses con manos temblorosas. Estaba empapada en sudor. El pecho le dolía, pero en su interior, una pequeña parte de ella había cambiado.

—Vi algo —dijo—. Una figura. Me dijo que yo lo comencé. Que soy la chispa.

Cassandra se quedó muy quieta.
—Entonces es cierto. Fuiste parte del Proyecto Origem.

Kael parpadeó.
—¿Qué estás diciendo?

—El Proyecto Origem fue un experimento anterior al Código Cero. Intentaron crear humanos con mentes inmunes al sistema. Todos fallaron… o eso creímos. Pero si Alina tiene recuerdos de eso… entonces no solo es especial. Es única.

El aire se volvió espeso.

Y justo en ese momento, una alarma aguda resonó por los pasillos subterráneos.
Luces rojas comenzaron a parpadear.

Kael desenfundó su arma.
—Nos encontraron.

Cassandra activó un panel y se abrió una puerta lateral.
—Tenemos que evacuar. Ahora.

Alina, con el eco de los recuerdos latiendo en su cabeza, se levantó.

Mientras corrían por los pasillos ocultos de la resistencia, solo una cosa resonaba en su mente:

“Tú eres la chispa.”

Y sabía que, para encender la revolución, tendría que enfrentarse no solo al Código Cero, sino también a su pasado.




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