POV MARCUS
Para cuando llegue al palacio la mayoría de sus habitantes ya estaban despiertos y trabajando en sus actividades cotidianas, incluso pude ver a un par de Náyades trabajando en los jardines acuáticos y las salude.
Después de una misión tan larga como la que me habían asignado esperaba poder descansar un par de días antes de tener que volver a levantarme temprano, pero claro, con la sobrina del Rey aquí quedaba claro que mi misión no había estado ni siquiera cerca de concluir.
Me detuve antes de tocar la puerta del despacho real para terminar de bostezar y tallarme los ojos, quería desaparecer todo rastro de sueño de mi rostro antes de entrar y que el Rey me viera.
- Hubiera sido mejor que te lavaras la cara antes de venir, se nota que te mueres de sueño - proclamo una voz a mis espaldas, y ni siquiera hizo falta que me girara para saber quién estaba detrás de mí, rodee los ojos antes de mirar a Lady Irene, tan lista como siempre a pesar de la hora.
- Es muy temprano para estar de malhumor, ¿No lo cree Lady Irene? - conteste con burla, molestarla era una de mis cosas preferidas, en especial cuando sabía que el estrés del trabajo la hacía sufrir aún más en el estado en el que se encontraba, muchos podrían considerar que la atacaba, pero en el fondo nuestras pequeñas riñas le daban a una persona con la cual desquitar su estrés.
- Solo tú crees que las 8:00 am es muy temprano, y para tu información no estoy malhumorada - Lady Irene saco una carta del bolsillo de su vestido y me la entrego - Solo me molesta tener que haber venido aquí para entregarte esto, habría dejado que Stefan lo hiciera, pero dados los acontecimientos de anoche creo que lo mejor es que ambos se mantengan lo más alejados posible el uno del otro - dicho eso se acercó a la puerta y toco antes de irse, sin darme posibilidad a responder.
Mire el sello y la dedicatoria de la carta antes de doblarla y guardarla en mi bolsillo, en ese momento una voz del otro lado me dio el paso y entre cerrando la puerta tras de mí.
Estar en el despacho real era algo casi cotidiano para mí, pues pasaba más tiempo junto a la familia Real que nadie, así que cuando entré camine directo hacía el escritorio e hice una pequeña reverencia para luego sentarme en la silla frente a su Majestad, quien parecía no haber notado mi presencia hasta que hable.
- Vine como me lo solicito Alteza - exclame luego de un par de minutos.
Pude ver como se quitaba los lentes y frotaba sus ojos con cansancio, no lo había notado antes de la cena de ayer, pero podría jurar que reencontrarse con su sobrina no le había dado la paz que él creía que sentiría, sino todo lo contrario. Por alguna razón ahora parecía que se sentía un poco más ansioso que antes y no lucía como alguien que hubiera descansado.
- ¿Alteza, se siente bien? - pregunté al notar las visibles ojeras bajo sus ojos - ¿Quiere que le pida a la servidumbre algo de tomar o comer? - el Rey negó con la cabeza antes de soltar un gran bostezo y levantarse.
- No he dormido bien estos días, pero creo que lo mejor será ir a caminar un poco para despejarnos - eso último lo dijo al mismo tiempo que me miraba fijamente, sin poder evitarlo solté un bostezo, algo que había intentado ocultar desde que entre, por suerte esto logro que el rey sonriera un poco mientras caminaba hacia la salida.
Me adelante un par de pasos para abrir la puerta y cuando el salió cerré el despacho tras de mí. Una de las cosas que más me enorgullecía era el hecho de que haber pasado tantos años con su majestad me habían dado la habilidad de saber lo que él quería de mi con una sola mirada, por eso ni siquiera necesite preguntarle a donde nos dirigíamos, había pasado suficiente tiempo a su lado como para saber cuál era el lugar en el que solía pensar en sus problemas y aliviar su estrés, así que lo seguí en silencio hasta llegar a los balcones superiores del campo de entrenamiento Real.
Me pare a su lado observando el paisaje, no me había dado cuenta cuento echaba de menos este lugar y cuanto me había costado separarme de el por mi misión.
- ¿De qué quería hablar conmigo Alteza? - pregunté luego de un par de minutos, quería acabar con lo que sea que el Rey tuviera que pedirme, así podría dejarlo para que pudiera descansar.
- Quiero pedir tu consejo y opinión personal - exclamo hacia mí, mientras seguía observando a los guerreros practicar - ¿Cuál crees que sea la decisión que Alexis tome? ¿Si fueras ella que harías?
Me tomé unos segundo para pensar en mi respuesta, quería decirle que era claro que aunque Alexis había quedado fascinada por este mundo ella ya tenía una vida y que dudaba mucho que fuera a botarla simplemente por el deseo de alguien que no conocía en realidad. Por otro lado podía ver el anhelo en su voz y la duda en sus preguntas, y no deseaba que su esperanza se apagara tan deprisa.
- La verdad es que no puedo responder por su sobrina Majestad, porque es evidente que 5 meses vigilándola no me dan la autoridad o la sabiduría para saber con certeza que hará ella... - comencé a explicar, aunque de inmediato él me interrumpió.
- ¿Pero...? - sabía que el Rey Rowan tenía la esperanza de oír algo positivo, una pequeña llama de luz, aun sabiendo que existía la posibilidad de que no hubiera nada positivo que yo pudiera decir.
- Yo no me quedaría Alteza, la chica tiene una vida ya construida fuera de aquí y querer introducirla en este mundo sin siquiera tomar en cuenta su opinión o postura tal y como lo hicimos al traerla aquí, no solo es una intromisión a su vida personal, es pedirle que renuncie a lo que tiene para vivir algo que no necesita - y aunque sentía que me había excedido él me había pedido mi opinión.
Sabía que él había entendido lo que quería decir, y en el fondo me atrevía incluso a apostar a que el compartía mi opinión, aún si no estaba listo para aceptarla en voz alta.
- Cambiando de tema, quiero que me cuentes más sobre lo que creíste haber visto en la habitación de mi sobrina - de inmediato la imagen de aquella sombra extraña volvió a mi mente.