Código Purpura: El espejo de la Verdad.

Capítulo 17: Damián Sinclair.

POV ALEXIS.

Con el pasar de los días comenzaba a adaptarme mejor a mi nueva rutina, por lo general Marcus me llamaba cada mañana para asegurarse que estuviera bien y después no volvía a saber de él hasta la tarde cuando venía para abrir el libro y dejarme leerlo un par de horas, para al final volver a cerrarlo y reaparecer hasta la noche para dejarme leer un poco más.

Me las había ingeniado para no parecer sospechosa ni diferente, aunque cada vez que veía a mi madre sentía deseos de decirle la verdad, claro que había imaginado varias veces como iniciaría dicha conversación y en ningún caso terminaba bien.

Lo que si había notado es que últimamente mi madre y mi abuela parecían más nerviosas, no sabía si era por sus sospechas falsas de que tenía un novio secreto o por esa conversación que había escuchado a escondidas, pero era claro que algo las ponía nerviosas, y tendían a callarse cuando me veían llegar lo cual me hacía sospechar aún más, pero hasta que no me dijeran que ocurría no pretendía preocuparme.

Por lo general mi abuela solía hacer reuniones diarias con sus amigas, pero el día de hoy la casa había estado más silenciosa que nunca, sin mencionar que mi madre había llegado temprano del trabajo otra vez. Ya que no podía hacer nada para que me dijeran que planeaban me dedique a seguir mi rutina, y ahora mismo me encontraba en la cama leyendo los pasos de una de las danzas más importantes de Marea Roja.

Por lo general solo veía las ilustraciones para darme una idea de cómo se movían y pasaban a la siguiente, pero esta danza además de mostrar los pasos contenía un texto con la historia de cómo había surgido la melodía y los pasos.

Se llamaba el baile de la verdad y consistía en una serie de pasos que formaban un vals con distintas parejas, por lo que entendía por las ilustraciones durante el baile las parejas solían intercambiarse cada pocos segundos, si para el final de las vueltas volvías con tu pareja inicial debías mirarla fijamente mientras bailaban, y se decía que de este baile salían más de un par de enamorados.

Adjuntado a los pasos venía una pequeña leyenda relatando como uno de los antiguos reyes había conocido así a su reina, en un baile improvisado, en el cual una doncella intentaba huir del príncipe intercambiando parejas mientras buscaba la salida, pero él fue más inteligente y logro maniobrar sus pasos hasta lograr que la chica terminara bailando con él, para el final sus miradas se conectaron y se decía que a partir de ese momento ambos habían quedado flechados.

Y aunque la leyenda sonaba muy hermosa me costaba creer que una mirada de unos segundos había creado una pareja, muchos menos miles de ellas, pero ya que no era mi asunto no le di tanta importancia. Por lo general Marcus se quedaba en el balcón ocupándose de sus propios asuntos mientras yo leía a la espera de una duda o de que mi tiempo se agotara.

Pero en esta ocasión ni bien había abierto el libro se había marchado diciendo que tenía más pendientes y que volvería después. Comenzaba a creer que por fin tendría el libro para mí por más tiempo cuando escuche su clásico aterrizaje y rodee los ojos mientras cerraba el libro. Había desarrollado una increíble aduciendo para detectar cuando aterrizaba sin espantarme, ya que eso ahorraba los segundos de burla que él me dedicaba. Me levante cargando el libro conmigo para llevárselo, mientras más leía lo sentía más ligero y ya que eso fuera obra de mi imaginación o no ahora podía cargarlo con más facilidad.

- No tienes que ser tan puntual sabes, no pasaría nada si me dejas leer media hora más - le dije mientras lo veía cerrar el libro.

- Conoces las reglas Alexis, dos horas y media en la tarde y una hora en la noche - contesto mientras lo guardaba en mi armario.

- No sé cómo tú y el Tío Rowan pretende que sepa todo de ese libro antes de volver si no me dejan avanzar más que un par de capítulos al día, a este paso volveré antes de siquiera llegar a la mitad - añadí mientras me sentaba en la cama.

El solo se quedó en silencio mientras me observaba, lo que me dio tiempo de verlo también, a diferencia de hace unas horas ahora vestía diferente y tenía un moretón en el pómulo derecho, me levante y avance hacía el para tomar sus manos y ver sus nudillos. Quito la mano de inmediato pero pude ver como estaban lastimados y con algunas manchas de sangre seca.

- ¿Estuviese peleando? - no entendía bajo qué circunstancias podría hacerse esa clase de golpes aquí.

- Entrenando, si me quedo más tiempo sin hacer nada comenzare a retrasarme - contesto mientras entraba a mi baño.

Lo seguí para ver como sacaba mi botiquín y comenzaba a curarse las heridas, no sabía que él conocía la existencia de ese botiquín pero la familiaridad con la que lo usaba me hacía sospechar que no era la primera vez que lo necesitaba.

- ¿Qué clase de entrenamiento resulta en un pómulo golpeado y nudillos lastimados? - cuestione mientras lo veía mirarse al espejo.

- Del tipo que no te corresponde, tu trabajo es estudiar y prepararte, el mío es entrenar y protegerte - noté como le costaba usar la mano para abrir el empaque de la venda y se lo quite para hacerlo yo misma. No esperaba que me dejara acercarme a él así que lo obligue a retroceder para vendarle la mano.

- Pues no puedes protegerme si te lastimas así de seguido, no creas que no note que en tu otra mano había heridas más recientes y ha puesto a que eso que se ve en tu labio no es una mancha si no otra herida - apunte mientras terminaba con la venda.

Me gire para tomar otro algodón con alcohol y pasarlo por su labio, de inmediato se hizo para atrás, para su mala suerte acabo estampado contra la pared lo que me dio oportunidad de acorralarlo y limpiar la herida de su labio, después rocié un poco de spray y puse una pomada. Tome su cara para revisar su pómulo pero además de la mancha verdi-morada que comenzaba a formarse no parecía nada más grave así que lo solté mientras comenzaba a guardar las cosas.




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