POV MARCUS.
Sabía que era mala idea estar aquí, lo supe desde el primer momento. Cuando su Majestad el Rey me dijo que me tomará el día había sentido algo extraño pero lo ignore relacionando mi sentir con el cansancio acumulado de estos meses, sin embargo volví a sentir esa sensación cuando entre a mi habitación en el palacio y sentí soledad en lugar de alivio. Pase horas dando vueltas a mi habitación, desempacando y acomodando cosas esperando que la sensación desapareciera... Pero no paso.
Cuando me asome por mi ventana pude ver como las luces de una habitación se encendían en la torre frente a la mía, la torre real. Esa donde los miembros de la realeza dormían, no muchos sabían exactamente quienes habitaban en dichas habitaciones pero yo no era como muchos, conocía perfectamente a quien pertenecía cada habitación. No me tomo mucho saber de quién era esa luz.
Algo en mi me decía que era mejor alejarme de la ventana y hacer de cuenta como si no hubiera visto nada. Así que regrese a la cama intentando olvidar, pero no podía parar de pensar en cómo se sentiría ella sola en esa enorme habitación, si tendría miedo o si su mente ya había comenzado con esos bucles de inseguridad tan recurrentes en ella. Así que la llame.
Una parte de mí esperaba que no respondiera, pensado que se había quedado perfectamente dormida y que no tenía nada de qué preocuparme. Pero contesto, y solo unas cuantas palabras suyas bastaron para que me salte cualquier protocolo que conocía.
Sabía que no debía haber contestado, ni haber dejado que su llanto me hiciera dudar, tampoco debí haber saltado hasta entrar en su habitación arriesgándome a que me descubrieran y me castigarán. Pero me olvide de todo eso en cuanto me abrazo. No era un abrazo mágico ni alegre, era un abrazo lleno de inseguridad y miedo.
No tuvo que hacer nada para que mi fuerza de voluntad flaqueara, fui yo quien la abrazo de vuelta, quien la guío a la cama y se acostó a su lado. Fui yo quien le prometió que no se iría y fui yo quien la hizo dormir con mi presencia. Y por mucho que mi conciencia me dijera que debía irme antes de que alguien me encontrara no pude hacerlo. No pude evitar cantarle para que se sintiera segura y por más problemas que encontraba al estar aquí no pude evitar darme cuenta de una cosa. La sensación tan extraña que me había atacado desde que me había ido había desaparecido por completo.
Baje la mirada hacía su rostro, calmado y sereno. Sin expresar ninguna preocupación. Pude haberla dejado en ese momento, dormida y tranquila. Debí haber regresado a mi habitación y fingir que no estuve aquí, pero no fui capaz.
Así que, con una resignación tranquila, acepté la posibilidad de enfrentar mi castigo si alguien me descubría. Acomode uno de mis brazos y lo pase por bajo de su abdomen hasta abrazarla por la cintura, ella por su parte se removió dormida hasta acabar con su rostro sobre mi pecho y una mano en mi estómago. Quite uno de los mechones qué caigan sobre su rostro causándole cosquillas.
No sabía por qué, pero había desarrollado una manía de verla dormir tranquila y en paz desde hacía tiempo, más específicamente desde que había descubierto sus pescadillas. Y ahora solo podía dormir tranquilo si ella lo hacía.
Mire hacia el techo esperando encontrar respuestas a mis preguntas, pero solo me topé con un silencio tan cómodo qué me quede dormido antes de siquiera pensarlo.
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POV ALEXIS.
No quería abrir los ojos, ayer por la noche la ansiedad me había atacado y no había pensado claramente. Solo quería volver a sentirme segura y protegida, eso me había empujado a pedirle que se quede y ahora que había pasado la noche no tenía el valor de abrir los ojos y enfrentarme a la vergüenza.
Podía sentir sus brazos alrededor de mi espalda, su aliento en mi cuello y su cabeza sobre la mía. Respiraba de forma pausada y relajada y mi sentido común me decía que al estar a espaldas de mí no veía si estaba despierta o no, pero no quería romper este momento.
Eran pocas las veces que Marcus me había acompañado hasta quedarme dormida, pero era la primera vez que se había quedado conmigo toda la noche. No tenía por qué avergonzarme de nada, después de todo solo habíamos dormido juntos, en el más puro y literal sentido de la palabra. Aun así, era el primer chico con el que dormía además de Zeke, a quien sentía como un hermano y realmente no lo percibía del mismo modo como percibía a Marcus.
Sabía que este momento no iba a durar para siempre, así que me arme de valor y abrí los ojos, tal como había pensado él estaba a espaldas de mí. No me había dado cuenta de que yo también lo sujetaba a mí hasta que moví mis manos de las suyas, en ese momento él se movió ligeramente paralizándome.
Una parte de mi quería que se despertara y se fuera sin decirme nada, pero por otro lado quería ser yo quien saliera de la cama para no enfrentarme a mi propia vergüenza.
Su movimiento no duro más que pocos segundos y volvió a quedarse quieto en la misma posición, espere hasta estar segura y quite sus manos de mi cuerpo con cuidado, hasta ese momento no me había dado cuenta de lo difícil que era mover los brazos de un hombre dormido. Me esforcé hasta lograr salir de la cama con éxito sin despertarlo.
Camine hasta el baño y cerré la puerta con seguro sentándome en el suelo, me había acostumbrado tanto a estar en casa de nuevo que ver estas paredes me resultaba abrumador. Después de unos segundos me levante y me lave la cara para despejarme, no sabía qué hora era y no dudaba que en cualquier momento alguien llegara sin aviso.
Cuando abrí la puerta la imagen que me encontré me hizo reír, jamás me había parado a imaginar cómo se veía Marcus recién despierto pero era una imagen muy graciosa de ver.
Cabello revuelto, ojos pequeños y cerrados, marcas por haberse acostado mucho tiempo de un solo lado, eran la perfecta imagen de alguien que había dormido de más.