POV ALEXIS.
Con Naeron de nuestro lado, la búsqueda del espejo parecía rendir mejores frutos. Gracias a la información en sus páginas, habíamos logrado rescatar los últimos registros claros de su paradero y su último portador.
Sir Ottelo Mardin había sido su último portador conocido, quien lo uso para tomar ventajas importantes en la guerra. Había muerto poco después de Lenor y ya que él guerrero no poseía familia solo existían unas cuantas anécdotas sobre sus hazañas.
Zephyr tomo esa información y decidió partir por su cuenta en busca de pistas más sólidas, y ya que no sabríamos de él hasta que regresará decidí explorar el contenido de Naeron por mi cuenta.
Para facilitar nuestro contacto se transformó en un brazalete que llevaba conmigo siempre. Y así podía mostrarle cuanto había cambiado su mundo mientras él había estado dormido.
Gracias a él y sus experiencias pude entender mejor el baile de debutantes y su importancia en la historia de Marea Roja. Me explicó todo lo que había visto y vivido a través de las memorias de mis predecesoras. También aprendí trucos y detalles que, según Naeron, harían de mi experiencia en el baile algo memorable.
Hacía el medio día Lady Irene me ordeno tomar un baño y quedarme en mi habitación, y solo media hora después las chicas entraron con instrumentos y cosas para arreglarme para la fiesta de Justin.
- Un trabajo magnifico si me permiten decirlo - Ariale admiro el resultado del maquillaje final en el espejo.
Las puertas se abrieron dejando ver a Míster Étienne junto con dos chicos cargando dos bolsas.
- Mi princesa, su vestido está aquí - me levante para poder abrir las bolsas pero Míster Étienne me tomo de la mano acercándome a él, podía ver como juzgaba con sus ojos mi maquillaje y peinado, después de unos segundos me dirigió una sonrisa - Se ve magnifica -
- Gracias, pero el trabajo es de Zerina y Ariale junto con sus asistentes - aclare mientras señalaba los vestidos aun guardados - ¿Puedo verlos? -
- No se desespere Alteza, todo a su tiempo - añadió con una sonrisa.
Asentí sin cuestionar mucho el tema, yo había estado presente mientras el organizaba el baile, me sorprendía que con todos los pendientes que tenía encontrara el momento para supervisar la confección de los vestuarios y todo lo demás. Observe como sacaban el primer vestido de su bolsa para mostrármelo.
Era simplemente hermoso, de un profundo verde esmeralda. Era en estilo A con un escote en V no demasiado profundo. Era ligero y sencillo, sus mangas estaban hechas de encaje y eran largas, poseía un par de aplicaciones de joyería en la cintura que eran perfectas y delicadas.
- Ya casi es hora de que inicie la fiesta del príncipe, y no querrá llegar tarde - asentí dejándome llevar por las chicas para vestirme. Al salir del probador todos se habían ido, todos excepto Míster Étienne.
- ¿Qué le parece? - pregunte.
- A mí me parece que luces encantadora, pero la pregunta real es ¿Qué te parece a ti? - suspire caminando hacía el espejo.
Me observe de pies a cabeza. Sin duda la persona que veía delante de mí era diferente a la que estaba acostumbrada a ver todos los días. No solo me veía más alta gracias a los tacones, si no que me veía extraña.
No en el mal sentido. Mi piel brillaba con un ligero toque del maquillaje, Ariale había conseguido la sutileza para resaltar mis pecas y ojos azules, sin ser demasiado exagerado. Siempre había preferido un aspecto sencillo, y la decisión de Zerina de recoger mi cabello en una elegante coleta con bucles resultó ser perfecta. Los rizos caían suavemente por mi rostro rozando mis mejillas y nariz cuando me movía. Eso y las joyas que usaba causaban un estilo ligero pero muy lindo.
Sentía una mezcla de anticipación y maravilla, y aunque mis manos temblaban ligeramente al alisar el vestido, el reflejo en el espejo me devolvía la confianza y el resplandor.
- Creo, que me gusta lo que veo - respondí en un susurro.
Pude ver a través del espejo como camino hasta pararse tras de mí, con una mano alzo mi mentón, y con la otra acomodo mis hombros en una mejor postura.
- Es hora de salir, descuide pocas veces una fiesta de cumpleaños sale mal - me aferre a sus palabras lo mejor que pude mientras salíamos de mi habitación, ya que esta fiesta no era un evento formal real decidimos llegar todos juntos como familia.
Ya que era una fiesta infantil se me permitía alejarme de la multitud y encontrar mi propia diversión por mi cuenta, pero ya que no tenía idea de que se suponía que un adulto hiciera en una fiesta infantil me recluí a sentarme con los demás y observar a los niños jugar.
Desde aquí podía ver claramente como Justin corría como un niño normal jugando con sus amigos, lo cual era algo muy dulce de presenciar. Sabía que la fiesta duraría casi 4 horas y luego habría un descanso de una hora para que los invitados menores de edad se fueran y diera tiempo de arreglar el gran salón de acuerdo a la decoración.
Así que pase todo ese tiempo vagando por el salón hablando con mis conocidos intentando matar el tiempo. De vez en cuando participaba en uno que otro juego para complacer a Justin y me sorprendió no ser la única. Para una familia real que debía comportarse de forma recatada no temían desafiar los protocolos para jugar con el pequeño.
Incluso mi tío compitió en una carrera junto con otros padres por un peluche, y lo sorprendente fue descubrir que nadie se intimido por su estatus y todos los padres intentaron ganar con todas sus fuerzas. Si lo veía desde un punto de vista lógico no tenía sentido, la mayoría de esos padres podían comprar un premio mejor que ese feo oso deforme. Pero todos hicieron su mayor esfuerzo para complacer a sus hijos.
Para el final de la fiesta todos nos acercamos al centro para ver como Justin soplaba las velas de su pastel y pedía su deseo. Al contrario de lo que creía al llegar por primera vez aquí había pocas cosas que fueran realmente diferentes entre Marea Roja y el mundo en el que había vivido 20 años.