Aunque Alexis no le había hablado a nadie sobre su encuentro con la Reina si que había hecho caso a sus palabras, practicando cada día un poco más la conexión. Lo primero que hizo fue ir a la biblioteca real en busca de más información sobre el poder. Y con un poco de esfuerzo y horas de búsqueda dio con lo que necesitaba.
Al parecer "Conexión" era el nombre que se usaba para definir el poder de la transmutación. Según Lady Serena, alta Sacerdotisa del siglo XVIII la "Conexión se definía como el don o la habilidad de crear un vínculo más allá del espacio-tiempo"
Un poder mágico que trasciende la distancia física y permite a su usuario visualizar, comunicarse e incluso tocar a una persona sin importar dónde se encuentre. Funciona como una proyección de conciencia, manifestándose como un aura o espectro que interactúa con otros en tiempo real.
Su uso requiere concentración y energía mental, convirtiéndolo en una habilidad tanto psíquica como espiritual, con destellos de presencia física. Sin embargo, extender la conexión por demasiado tiempo puede provocar agotamiento severo, sangrado de oídos o nariz, e incluso desmayos en casos extremos.
Este poder no solo permite la comunicación más allá de los límites tradicionales, sino que también simboliza el lazo profundo entre seres, explorando la frontera entre la presencia física y la esencia espiritual.
Lady Serena había llegado a investigar muy poco sobre la "Conexión" ya que solo se sabía de un puñado de individuos hasta la fecha de publicación del libro, que había sido casi 300 años antes de mi nacimiento. En el libro no había nombres ni direcciones de estos individuos, solo recalcaba que era un don muy útil y poco manifestado, según la guía de clasificación de poderes, porque si, al parecer había toda una enciclopedia que detallaba cada poder habido y por haber.
Conexión entraba dentro de los dones más raros de la historia, con una estimación del 0.01% de la población total, además que no era un poder exclusivo de los Fey humanoides, ya que este don se podía desarrollar en cualquier Fey no importa a que especie perteneciera.
En búsqueda de más respuestas la joven paso días en la biblioteca investigando sus usos a través de la historia, pero al ser un poder poco común no había mucho de donde apoyarse, así que sin más remedio acudió a la única persona capaz de darle respuestas. Su tío.
Decir que hubo un regaño implicado en esa conversación era quedarse cortos, pues pese a su gran paciencia el Rey comenzaba a verse desesperado de la desconfianza de su sobrina. A pesar de todo después del bien merecido sermón le prometió que contactaría con un experto en dones extraños.
Y así paso una semana sin más noticias al respecto, hasta que un buen día alguien irrumpió en su puerta.
- Princesa - la voz de Ariale la saco de su lectura.
- ¿Qué pasa? - pregunto cerrado a Naeron.
- El Rey pidió que acudiera al despacho de inmediato - eso la dejo un poco confundida, pues su tío no le había dicho nada en el desayuno.
- Okay - la joven se levantó de inmediato de la cama, ocasionando que Zephyr despertara, el espíritu había decidido quedarse junto a ella y ahora prácticamente la seguía a todos lados.
En cuanto salió del ala real se dio cuenta de que la gente murmuraba en los pasillos y le dirigía miradas de soslayo llenas de intriga y confusión.
- Elena, ¿Está pasando algo que yo deba saber? - le pregunto a su dama de compañía intentando descifrar las miradas que le dirigían.
- No sé cómo explicárselo alteza, lo mejor es que lleguemos al despacho del Rey - la joven asintió acelerando el paso, queriendo acabar con la intriga lo más pronto posible.
Al llegar le sorprendió ver al doble de guardias fuera de la habitación, todos y cada uno de ellos la miraron un segundo en silencio antes de abrirle paso hasta. Sin embargo detuvo sus pasos cuando escucho una queja de su dama de compañía, lo que la hizo voltear de inmediato.
- ¡Oigan, déjenla pasar! - pidió cuando vi a dos guardias tomar a Elena de los brazos evitando su camino.
- Esta bien Alteza, regresaré con Isabelle, usted debe ir - contesto en un tono dulce, alejándose un poco de los hombres.
Alexis asintió no muy conforme, y solo avanzo una vez que vio a su dama regresar por su camino sana y salva. Uno de los guardias abrió la puerta dejándola pasar. En cuanto puso un pie dentro se encontré con su familia reunida sentada en uno de los sofás grandes, todos estaban ahí con expresiones serias, pareciendo una especie de frente unido.
Al otro lado del sofá había una pareja mayor, ambos voltearon a verla con un deje de sorpresa en su mirada que duro varios segundos, hasta que bruscamente la mujer retiro la vista obligando al hombre a hacer lo mismo, y disfrazaron sus expresiones con una máscara de seriedad al igual que su familia.
- Ven aquí cariño - El Rey camino hasta tomar la mano de su sobrina y la guio al sofá, colocándola estratégicamente entre su esposa e hija, mientras que él se ubicó tras de ellas, colocando una mano a cada extremo del sofá. Su postura parecía formar un escudo invisible entre ella y la pareja, como si aún quisiera protegerla de algo, o alguien.
- ¿Qué está pasando? - pregunto Alexis después de unos segundos, frunció un poco el ceño cuando noto que su voz hizo saltar un poco a la pareja mayor al otro lado de la habitación. Zephyr eligió ese momento para subirse a su regazo y acostarse en él. Un acto que no pasó desapercibido por la pareja, quien le dirigió una mirada confundida al espíritu antes de volver a adoptar su actitud seria.
- Cariño, como te prometí hace unos días busque a un experto en dones. Aunque hasta ahora no había querido presentarse - El Rey señalo a la pareja ante ellos usando un tono que sugería ira y reproche en su voz, en un acto de reflejo estos mismos le dirigieron una mirada fría antes de retirar su vista de ellos y colocarla en algún lugar alejado de la habitación, como si no soportaran mirarlos.