El aire dentro del complejo AG-010 huele a muerte técnica: aceite rancio, plástico derretido y la dulzura podrida de materia orgánica olvidada en tubos de ensayo. Mis botas resuenan en los pasillos vacíos, cada eco un latido fantasma en las entrañas del monstruo que me creó. World Exploration huyó, pero su arrogancia quedó grabada en las paredes. Logos corporativos brillan bajo mi linterna táctil, mitad devorados por el moho. Un imperio reducido a una tumba de hormigón.
Control. La palabra es un mantra en mis venas. Siento al lobo detrás de mis costillas, olfateando las sombras, alerta al peligro o al olor de la sangre vieja. Pero mis manos están quietas. Humanas. Solo los nudillos, blanquecinos al apretar el rifle, delatan la tensión. No es la Cripta, me recuerdo. Aquí yo soy el depredador.
El ascensor principal está muerto. Forzo las puertas con una barra de titanio. Los cables gimen como almas en pena. El hueco es un pozo negro que traga la luz. Huele a jaula. A miedo seco. Es el mismo conducto por donde me sacaban después de las sesiones. Salto. Las tibias absorben el impacto con un crujido sordo, controlado. Gracias, Voronin. El dolor es un viejo conocido; lo acaricio, no lo dejo gritar.
Nivel Sub-3: Archivos "Inactivos".
La puerta blindada está sellada con sellos de contingencia WE. "PELIGRO BIOHAZARD NIVEL 5". Una mentira más. El verdadero peligro lo traje yo. Coloco cargas de termita en las bisagras. La explosión es un rugido ahogado en el vientre de la bestia. El metal fluye como lava. Al entrar, el aire cambia: frío, seco, artificial. Cámaras criogénicas para datos, no para muestras. Filas de servidores parpadean en la oscuridad con luces rojas de agonía. La energía de respiración apenas los mantiene vivos.
Busco la terminal central. El polvo es tan espeso que mis huellas son estigmas en el suelo. Cuando toco la pantalla táctil, un holograma parpadea: James Dark. Su sonrisa es un cuchillo limpio en la penumbra.
— Si estás viendo esto, sujeto 09A, felicitaciones. Sobreviviste a tu utilidad. — Su voz es suave. Venenosa. El lobo gruñe en mi pecho, pero mis dedos no se transforman. Solo aprietan el rifle.
— Los archivos que buscas están encriptados bajo el código 'Anya'. Irónico, ¿no? La niña que nos dio al monstruo. — El holograma se desvanece. Deja un código de acceso flotando:
A-S-O-L-7-0-9.
Sus iniciales. Su número de sujeto. Su burla final.
Los servidores crujen al entregar sus secretos. El Proyecto Prometeo no era solo armas. Era control de mercado. Los documentos detallan planes para vender el antídoto del Genoma BQ25 a gobiernos después del caos. Ellos crearon la plaga y la cura. Viendo los balances, las ganancias proyectadas hacen que la náusea suba por mi garganta. Anya valía menos que un decimal en su columna de ingresos.
Encuentro la carpeta LK-09A (Línea Kinética - Anya Solovyev).
Vídeos de vigilancia: Ella en su cama del hospital, preguntando por mí. ¿Volverá Sasha pronto?
Registros médicos falsificados: Paciente rechaza tratamiento estándar. Opta por un protocolo experimental. Mentira. Nunca le dieron opción.
Audio final: Una tos débil, un susurro roto. Sasha... tenía frío... Luego, silencio. El sonido me atraviesa como un perdigón de uranio. Control. Respira. El lobo no puede llorar. Pero sí puede quemar.
Entre los archivos, un mapa digital brilla, Silo Theta - Muestras Primarias BQ25 / Backup Global. Está bajo el laboratorio, en un búnker de neutrinos. El verdadero premio. El origen del veneno.
Al salir del archivo, el pasillo está oscuro. Mi linterna corta una niebla repentina. Niebla gris. CX-09. El olor a almendras amargas me devuelve a la mesa de tortura. Los conductos de ventilación silban. No es fallo técnico. Es una trampa residual. WE dejó guardianes, dispensadores de neurotoxina.
El dolor empieza en las articulaciones. Huesos intentando elongarse. Músculos queriendo reventar la piel. El lobo golpea mis costillas, exigiendo salir.
— ¡SUÉLTAME! — ruge en mi mente. Cierro los ojos. Veo a Anya en la nieve de mis recuerdos, recogiendo margaritas. Su risa. — No. — Respiro hondo. El aire quema, pero mi metabolismo quema más rápido la toxina. El Genoma BQ25, mi maldición, ahora es mi escudo. Avanzo a través de la niebla, gotas de sudor negro — ¿toxina purgada? — cayendo de mi barbilla. Las luces de emergencia parpadean como sonrisas burlonas.
El ascensor al nivel más profundo está sellado con hexacloruro de tungsteno. Imposible de volar. Pero WE olvidó sus propias bestias. Conozco sus conductos. El túnel de ventilación principal tiene rejas reforzadas... pero las soldaduras son viejas. Como mis cicatrices.
Las manos se transforman solo lo necesario. Garras negras, precisas. No un frenesí, sino una herramienta. El metal cede con un chirrido que me hace rechinar los dientes. Demasiado cerca del sonido de la sierra. El pasaje es estrecho, húmedo. Huele a nacimiento. Aquí extrajeron los fósiles del permafrost que contenían el Genoma BQ25. El principio del fin.
Al final, una puerta de neutrones. Sin cerraduras. Sin códigos. Solo una placa:
Lo que despiertes, no podrás controlar.- Dr. V. Mueller
Sonrío por primera vez en años. Críptico hasta el final, Vladimir.
Coloco mi palma en el escáner. No leerá huellas. Leerá ADN BQ25.
Las luces se encienden en secuencia. Azules. Doradas. Como mis ojos.
El silo Theta se abre con un suspiro de titán.
Dentro no hay monstruos.
Hay frascos con muestras de tejido glacial.
Discos duros blindados etiquetados GÉNESIS.
Y un terminal central con un mensaje parpadeando:
Bienvenido a casa, 09A. Ahora eres el Custodio.
El lobo ruge dentro de mí, pero esta vez, es un rugido de propiedad.
World Exploration huyó.