Código X 77

24-. La llamada

05:46 pm 7 de Enero 2013 Las Vegas, Nevada


El oso rugió con furia y clavó su mirada vacía sobre mí; por lo que le apunté con mi rifle, e instantes antes de apretar el gatillo, sentí un gran golpe en la sien, y cómo alguien me arrebataba el arma de las manos.

Acto seguido, observé que X 77 extraía el cargador de esta y lo lanzaba al otro lado del casino. Aprovechando aquella distracción, me abalancé sobre él y traté de darle un puñetazo; pero el enorme animal se interpuso y recibió el golpe sin siquiera inmutarse.

Por suerte, antes que la criatura hiciera algo, Robert empezó a disparale y llamó su atención, haciendo que se girara hacia él. En seguida, mi compañero huyó en búsqueda de cobertura, volcó una de las mesas para retrasar a su perseguidor, y al mirar atrás, notó que este corría en su dirección.

De improviso, Jesús levantó su Magnum y disparó un par de veces contra el pecho de la bestia; por lo que rugió furiosa, se levantó sobre sus patas traseras, y lanzó zarpazos hacia él. No obstante, el chico fue astuto y se ocultó tras una de las mesas volcadas.

Entonces, el oso le dio un fuerte empujón a la mesa donde se escondía Fran, y cayó bruscamente al otro extremo del casino.

Por su parte, Jesús siguió disparando hasta que acertó en la frente del oso, y ante nuestra incredulidad, este se desplomó dando un último rugido. A su vez, Ricardo reaccionó de inmediato y le disparó al chico repetidas veces, para luego de un breve tiroteo, atravesar su pecho con su pecho con una bala.

Al ver que ya habíamos acabado con los demás oponentes, X 77 dejó caer una caja frente a nosotros y retrocedió varios pasos.

—No te preocupes —afirmó—. Quiero que llegues vivo al Área 51.

—¿Para qué? —gruñí.

—Estamos desarrollando zombis inteligentes y queremos probarlos; aunque la gente común no es digna de verlos en acción. Por eso decidí que fueras el primero en hacerles frente —esbozó una sonrisa—. Eres el único que me ha dado guerra hasta ahora y me encantaría que te enfrentaras a ellos.

—¿Qué coño tiene la caja?

—Averígualo —se encogió de hombros—. Por cierto, afuera hay dos autos deportivos y una camioneta Nissan negra, las llaves están junto a ellos, y también dejé bidones de combustible en los maleteros.

—¿Cómo sabemos que no es una trampa? —interrogó JDM, mirándolo con desconfianza.

—¿Por qué crees que es una trampa?

—Eres el X 77, tienes fama de asesino y te encanta matar gente por pura diversión —soltó mi compañero—. ¿En serio piensas que vamos a confiar en ti?

—Es verdad, me fascina causar dolor, pero si quisiera verlos muertos no estarían aquí —replicó el clon, antes de lanzarme mi arma de vuelta y desaparecer de nuestra vista.

 

05:56 pm 7 de Enero 2013 Las Vegas, Nevada


Al salir del casino, observamos que, unos metros más adelante, se hallaban los tres autos que X 77 había mencionado: un hermoso Ferrari rojo, un brillante SK azul y una camioneta Nissan negra, todos en perfecto estado.

Inmediatamente, corrimos para ver quién obtenía los deportivos, y después de intercambiar algunos puñetazos con Fran, conseguí las llaves con el logo del Ferrari. Por su parte, JDM obtuvo las del SK, y Ricardo conservó las de la camioneta contra Robert. Entonces, Vanessa subió al vehículo conmigo y Victoria junto a José, al mismo tiempo que los demás iban con Ricardo.

La verdad es que si no estuviéramos a medio fin del mundo, presumiría el Ferrari y a mi hermosa acompañante con todos mis amigos, para luego conducir por el país.

En fin, aceleré y conduje a toda velocidad, a la vez que veía a JDM y Victoria haciéndonos muecas desde su auto; por lo que nos acerqué al SK cuidadosamente, y con una sonrisa, los reté a una carrera hasta un área cubierta por dunas de arena.

En seguida, los chicos aceptaron, y antes de que pudiera algo más, José aceleró de golpe mientras yo hacía lo propio, y en cuestión de segundos, estábamos pisándoles los talones. Sin embargo, había una enorme duna de arena atravesada en el camino y gracias a ella pude recuperar ventaja haciendo un perfecto derrape.

De repente, nuestro auto perdió el control unos instantes y el SK pudo alcanzarnos, por lo que ambos cruzamos la meta al mismo tiempo. Acto seguido, sonreí y levanté el dedo medio hacia mi compañero, quien respondió de la misma forma; y en aquel momento, noté cómo Vanessa se inclinaba para susurrarme algo al oído.

—Estaciona en la sombra.

—¿Para qué?

—Solo hazlo —me guiñó un ojo.

De inmediato, estacioné en un rincón apartado, y antes de que pudiera volver a preguntar lo que quería, la chica se sentó sobre mí. Sin embargo, justo cuando se inclinaba hacia mis labios, una luz muy intensa nos dejó aturdidos temporalmente, y al apagarse, observamos a Ricardo, Robert y Fran riéndose a carcajadas desde el interior de su camioneta.




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