Coeficiente de fiabilidad

Capítulo 27

No puedo creer lo que leo.

Koval permanece en silencio a mi lado, dándome tiempo para asimilar lo que acaba de poner frente a mí. Alzo la vista—su rostro está marcado por el cansancio, pero alcanzo a ver un atisbo de satisfacción en sus ojos.

—¿Cómo? —mi voz suena ronca, como si acabara de correr una maratón—. ¿Cómo es posible?

—Te querían desde antes del draft —responde con calma—. Los Ottawa Senators te seguían desde hacía tiempo. No te lo dije porque sabía que ibas a intentar forzar las cosas. El plan era simple: un año más aquí, yo me aseguraba de que estabas listo, y después te dejaba marcharte a un equipo más fuerte.

Sigo sin entender. Suena demasiado bien para ser verdad. Repaso cada palabra como si buscara una trampa oculta.

—Pero... la lesión...

—Por eso tuve que convencer al presidente del club —se encoge de hombros—. Después del incidente y tu ausencia en el partido de Vancouver, Ottawa empezó a dudar de tu fiabilidad. Y aún no están convencidos de que vayas a recuperar tu nivel tras la rehabilitación. Pero yo te vi. Sé cómo entrenabas, cómo aguantaste cuando todo se te vino abajo. Con esa motivación, se pueden mover montañas.

Me falta el aire. Esto… esto es por lo que lo di todo. Está ahí, en ese maldito sobre. Quiero que alguien me pellizque, porque parece un sueño.

Bajo la mirada. Mis dedos tiemblan al pasar las páginas, repasando letra por letra. Ottawa Senators. Mi nombre. Las condiciones del contrato. Me enviarán a la capital para comenzar una rehabilitación intensiva y luego… podré integrarme al equipo. Joder. Parece sacado de una película.

—¿Cómo lo lograste? —pregunto al fin, aún sin poder creérmelo.

Koval frunce ligeramente el ceño, como si estuviera sopesando si decirme toda la verdad.

—No dejé que te descartaran, MacKay. Me costó… mucho. Pero valía la pena. No podía dejar que te perdieras.

El corazón me retumba en el pecho. Él hizo por mí más de lo que merezco. Más que nadie.

Debería estar celebrando. Saltando de alegría.

Pero no lo hago.

Porque algo dentro de mí se niega a dejarme aceptar este segundo chance sin reservas. No entiendo por qué. He soñado con esto toda mi vida. El hockey era lo único que me sostenía.

—¿Por qué? —mi voz se quiebra, llena de dudas—. ¿Por qué hace todo esto por mí, después de que fallé, de que decepcioné al equipo, a usted… y a Alicia?

Koval se inclina hacia adelante, apoyando los brazos sobre el respaldo de una silla.

—Porque me veo reflejado en ti, MacKay. Yo también lo aposté todo por el hockey. Puse el deporte por encima de todo… y lo pagué caro. Perdí a mi familia. Decepcioné a la mujer que me amaba. Y mi hija creció sin un padre.

No digo nada. Pero algo dentro de mí empieza a resquebrajarse.

—Cuando Alicia volvió, —su voz se suaviza— entendí todo lo que había perdido. Tú al menos no lastimaste a nadie como yo…

Cierro los ojos unos segundos. Mis dedos se aferran a las sábanas. Alicia. En sus ojos siempre hubo algo real, algo que yo temía romper. Y lo rompí. Le hice daño, cuando ella nunca fue un obstáculo para mí.

Trago saliva con dificultad.

Vuelvo a mirar el contrato. Las letras negras prometen mi regreso al hockey. Intento convencerme de que, por una vez, estoy haciendo lo correcto. Pero dentro de mí... aún hay un vacío.

—¿MacKay? —pregunta Koval cuando aparto el contrato sin decir nada—. ¿En qué piensas?

Exhalo despacio.

—Lo respeto mucho, entrenador. Pero no... no somos iguales. —Levanto la mirada—. No quiero repetir su camino. Primero, necesito recuperar a Alicia.

Por primera vez en días, me siento seguro de lo que digo.

—¿Puede encontrarme un equipo en Ucrania?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.