Gracias a Dios la señora comprendió la situación, incluso se disculpó por el mal momento que les hizo pasar la inmobiliaria.
Acordaron, bueno, Ian acordó que iría cada principio de mes a entregarle el dinero del alquiler, el cual se mantendría, eso fue una buena noticia para ambos.
Luego de una corta charla, donde la señora los puso al tanto del desafortunado accidente que tuvo su hijo, los tres se marcharon.
Dejaron a Mei en su casa y luego continuaron hacia la suya en absoluto silencio.
El cual se prolongó una vez dentro.
—¿Fuiste al supermercado?—el asombro en la voz de Ian la ofendió.
—Sí, tenía intenciones de cocinar, compré unos libros esta tarde y...
—¿Compraste libros?
¡Oh! Esto ya era insultante. Pupi clavo sus ojos turquesas en los grises ojos de Ian.
—No soy una analfabeta. Hay cosas que debo aprender y estoy en eso.
—Estoy seguro que fue idea de Mei.
Estaba por responder de forma sarcástica, cuando se dio cuenta que usó el apodo de Mercedes.
—¿Te gusta Mei?— ¡Oh! Soltó la pregunta sin preámbulos. Se cubrió la boca, sorprendida de si misma.
Ian comenzó a reírse. ¡Wow! Era la primera vez que lo veía reír. Su aura cambiaba por completo, hasta parecía amable. Y tenía una sonrisa hermosa. Si hubiese sonreído desde el primer día en el colegio, estaba segura que a las chicas no les hubiese importado que sea becado.
Mei le había robado una sonrisa.
—No me gusta tu amiga. Reconozco que me sorprendió que resulte ser realmente inteligente, pero no es mi tipo.
¿No era su tipo?
—Mei es el tipo de todos. Es hermosa e inteligente. Responsable e híper madura.—otra idea apareció en su cabeza— ¿Sos gay?
—No soy gay.
—Está bien que lo seas...
—No lo soy.
Pupi lo miró pensativa y no del todo convencida.
—Iba a cocinar, pero ya van a ser más de las 21:30, y debo ducharme también. —Lo dijo más para si misma, al corroborar la hora.
—Podemos pedir una pizza. —sugirió Ian.
El rostro de Pupi se encendió.
—¡Amo la pizza! ¿Podrías hacer el pedido mientras me ducho?
—Sí.
Esto era nuevo. Había aceptado un pedido de ella. Lo había aceptado sin poner excusas o hacer comentarios hirientes. Más raro aún, él había propuesto la idea, para ambos. Era la primera vez que la incluía.
—Gracias. Quiero una para mí, que sea mitad napolitana y mitad fugazzeta.
—¿Una sola para vos? No creo que sea bueno desperdiciar comida...
—No desperdiciaría nunca una pizza. Yo quiero eso. Te dejo sobre la mesa de té la plata. Me voy a duchar.
—No puedo creer que te hayas comido una pizza vos sola.
—Mi mamá dice "Come ahora todo lo que puedas, cuando seas grande ya tendrás tiempo de limitar los alimentos."
—¿Cómo es que no sos obesa siguiendo semejante consejo?
Pupi se encogió de hombros.
—Buena genética, supongo.
—Sobre lo que dijiste antes... —pareció nervioso de lo que iba a decir — perdón por prejuzgar.
—Perdón aceptado. —Pupi le sonrió de forma honesta, había conseguido unas disculpas del señor frozzen, lo tomaría como una pequeña victoria.—. Mei guardará el secreto, se puede confiar en ella.
—Sí, fue una sorpresa. Pensé que Mei era una tonta egocéntrica y resultó ser muy inteligente.
—Oh, sí, es muy inteligente. —tiraría fichas hacia su amiga, si no era gay, tal vez terminaban enamorados.
—Y vos, pensé que eras el tipo de Barbie sin cerebro y resultaste ser... una ingenua nena inmadura.
Pupi se quedó petrificada observando a Ian.
—¿Nena inmadura? ¿Ingenua? — Ian la observó sin culpa, es más, asintió. Pupi cerró los ojos unos segundos antes de volver a abrirlos—. Puede ser que tengas razón, pero...
—Puede ser no, tengo razón y no es un insulto teniendo en cuenta que pensé que eras una bruja arpía.
Pupi revoleo los ojos.
—Mei. Ella es sarcástica, y como me mantengo al margen, dan por hecho que soy igual. Otro tanto por Camila, ella si es arpía, a veces.
—¿A veces? Bastante seguido duro a yo.
Ian estaba en la vereda opuesta a la de Camila, probablemente nunca había conocido la faceta amable de su amiga, y probablemente no tendría con que defender la actitud de Camila. Decidió no ahondar en ese terreno.
—Si le preguntas a todos, ninguno me vio hacer nada, todos escucharon, o fulana le dijo.— Ian lo pensó unos segundos, y luego asintió—. Y vos, ¿Por qué tan antisocial?
—Porque es un secreto a voces como tratan a los becados, de esta forma logré llegar a quinto año, ¿Por qué cambiar?
Por primera vez estaban teniendo una verdadera charla.
Pupi lo observó. Cuando se relajaba, y se olvidaba de su personaje hostil era realmente agradable.
—Tiene sentido. Pero debió sentirse realmente solitario el colegio estos cinco años.
—No voy al colegio a hacer amistades, voy a estudiar.
—Te ofrecería mi amistad dentro del colegio, pero no la vas a querer. ¿Dejaste el equipo por el trabajo?
Se apuró a hacer la pregunta antes que su suerte se termine.
—Sí. Y ya sé que pregunta se viene, no dije nada porque cuanto menos sepan de mí, menos armas tienen para atacarme.
Sonaba lógico, bastante lógico.
—¿Por qué vivís solo?
—Ya es tarde y mañana debemos madrugar. —miró hacia el reloj que había colgado en la cocina. Iban a ser las doce de la noche—. Nunca te agradecí por los desayunos que me dejaste preparados. Gracias a eso logré llegar a tiempo.
Se sorprendió por la repentina ola de agradecimientos, pero le sonrió con honestidad. Tal vez, ahora que comenzaban a conocerse las cosas irían un poco mejor.
—De nada.
No insistió sobre el motivo por el cual había decidido vivir solo. Había conseguido bastante información personal. No era malo. Era la máscara que usaba para no ser herido, y podía respetar eso. Sabía que tan hirientes podían ser sus compañeros, y como él dijo, hasta ahora le había servido. El llegar a quinto año siendo becado lo transformaba en una leyenda dentro del colegio.