Cohibida

Capítulo 2

¡Espero que estéis disfrutando de esta nueva historia florecillas! 

Gracias a todas las que habéis venido hasta aquí para disfrutarla.

¡Un besazo flores mías!

Salimos con los primeros rayos de sol al amanecer. Éramos cuatro las que habíamos salido a la misión, el principal objetivo era encontrar medicinas y de paso obtener algunos víveres y enseres necesarios para el refugio, pero todo dependía de cómo se dieran las circunstancias y el peligro que pudiéramos correr.

Java era la más experimentada de las cuatro. Solía salir en todas las misiones durante los últimos años. Olga y Kathleen en cambio se turnaban con otras, pero habían ido una decena de ocasiones, yo era la única que aún desconocía el mundo exterior y ellas me llevaban más de quince años de ventaja.

—Pase lo que pase, no dejes que el miedo te paralice. —Me advirtió Kathleen que estaba sentada a mi lado en el asiento de atrás del vehículo solar en el que nos desplazábamos.

Su voz era tranquilizadora, creo que todas entendían mi situación puesto que se habían enfrentado a su primera misión en algún momento de su vida tiempo atrás. Aunque tardaríamos casi dos días en llegar a la ciudad más cercana todavía tenía tiempo para asimilar que de verdad estaba ocurriendo.

—Todo saldrá bien Andra. —Pude ver la sonrisa de Java por el espejo retrovisor interno del vehículo y asentí mientras trataba de calmar mis nervios.

Mi mente funcionaba a la velocidad de la luz pensando en todo lo que me habían mencionado respecto a los hombres y lo que me sucedería si era apresada. No podía dejar que me atraparan, le había prometido a Amara que volvería junto a ella.

Pasamos la noche refugiadas en un pequeño bosque donde la arboleda impedía que fuésemos avistadas y al día siguiente llegamos a la ciudad, pero aguardamos a cierta distancia prudencial hasta que se hiciera de noche para adentrarnos, donde la oscuridad junto a la calma que acontecía nos facilitaría nuestro objetivo o así lo había determinado siempre Java.

La misión era fácil; mientras Olga y Kathleen recolectaban víveres, Java y yo nos adentraríamos en uno de los hospitales para conseguir los medicamentos necesarios para el refugio.

—Pase lo que pase, nos reuniremos aquí dentro de tres horas. —Les advirtió Java mientras asentían. Eso significaba que, aunque no hubieran conseguido todo lo necesario en tres horas debíamos estar de vuelta y emprendiendo el camino de regreso al refugio.

Sabía que tenía más riesgo adentrarse en el hospital, al parecer tenía siempre más vigilancia de lo normal precisamente porque las medicinas era un recurso más limitado, por eso Java se encargaba siempre de ello al tener más experiencia y por eso me arrastraba junto a ella, era la que tenía más probabilidades de sobrevivir.

—No te separes de mí, eres mis ojos en la espalda Andra, asegúrate de alertarme de cualquier mínimo movimiento.

—Si —respondí segura de mí misma mientras empuñaba el cuchillo que tan diestramente había aprendido a utilizar en mi mano derecha y respiraba profundamente para convencerme de lo que iba a ocurrir.

Por primera vez iba a ver a lo que el azambar le hacía a una mujer, las iba a ver con mis propios ojos.

Todo estaba saliendo demasiado bien, era de madrugada y nos adentraron en el edificio por una puerta lateral de carga y descarga, estaba completamente iluminado, pero no había nadie por los pasillos, como si todo estuviera absolutamente desierto y alguien nos hubiese despejado el camino.

—¿Estás lista? —me preguntó Java justo antes de pasar la puerta.

—Si —contesté lo más segura de mi misma que me fue posible porque realmente estaba temblando por dentro.

—¿Qué harás si ves a una enfermera? —preguntó precavida.

—Nada —contesté según lo que me habían repetido tantas veces.

—¿Y si va acompañada? —insistió.

—Nos esconderemos y esperaremos a que se vayan —afirmé decidida.

—¿Y si nos descubre un hombre? —Java parecía querer asegurarse de que tenía bien asimilado lo que debía hacer.

—Le matamos —aseguré con firmeza.

—Está bien, si tenemos suerte solo nos tropezaremos con alguna enfermera que habrán dejado para satisfacer las necesidades de los pacientes y los guardias.




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