Cohibida

Capítulo 3

¡Espero que os guste florecillas!

 

¡Dios!, Solo esperaba que Olga y Kathleen hubieran salido indemnes para regresar y alertar a las demás. No podía dejar que por mi culpa apresaran a todas, Amara no podía caer en las manos enemigas porque yo revelara el paradero del refugio.

—¡Comandante Ryan! —gritó alguien.

—¡Qué! —parecía hastiado en su respuesta.

—Han detectado un robo en unos almacenes cerca de aquí, se trataba de otras dos rebeldes por lo que han podido ver, pero se han escapado.

En ese momento suspiré aliviada.

—Que sigan el rastro. Quiero un informe completo más tarde, tal vez haya sido un ataque en conjunto.

—Si señor.

—Así que no estabais solas. —Me susurró al oído mientras me arrastraba a la fuerza para seguir sus pasos y pulsó el botón del ascensor. Sentí algo frío deslizarse en mis muñecas y de pronto noté que estaban apresadas a mi espalda sin poder moverme. Traté de hacer fuerza, pero dolía enormemente.

—No lo intentes, te dañarás sin conseguir soltarte. —Su tono, aunque directo no era déspota o hiriente, al contrario que lo que pudiera parecer, en ese momento me apartó de su espalda y pude verle por primera vez.

Aquellos ojos verdes hicieron un escrutinio exhaustivo a conciencia sobre mi cuerpo mientras lo recorría exhaustivamente hasta que se quedaron fijos en mi rostro. No sabía exactamente como sentirme al ser observada tan fijamente por aquel hombre, por una parte, me sentía intimidada y al mismo tiempo sorprendida por mí misma sin motivo aparente. Pero recordé todas las veces en las que me habían mencionado los bajos instintos que siempre albergaba el hombre y la razón principal de que la droga hubiese funcionado.

—¡Suéltame! —grité justo cuando las puertas del ascensor se abrieron y trataba de deshacerme de su mano que tenía mis muñecas firmemente apretadas para que no las moviese.

El tipo volvió a cogerme y me metió en el ascensor mientras volvía a notar su pecho en mi espalda y me soltó. Me limité a tratar de forcejear con aquella cosa a pesar del dolor

—Quieta. —En ese momento sentí la calidez de su mano apresando mis muñecas con suavidad e impidiendo que siguiera tratando de liberarme.

—¡No! —exclamé al tiempo que le di un pisotón y alcé mi cabeza propinándole un golpe en lo que supuse sería el mentón. Por el quejido que propinó su garganta supuse que lo había sorprendido, así que me di la vuelta y le di una patada en su entrepierna.

En el momento justo en el que las puertas se abrieron e iba a salir corriendo, el tipo volvió a apresarme por la cintura atrayéndome hacia él de nuevo.

—Eres bastante rápida, aunque no lo suficiente. Si vuelves a intentarlo no te gustará el resultado. —Me susurró en el oído con tono amenazante—. Hacía años que no veía unos ojos tan llenos de vida y créeme, resulta fascinante y tentador al mismo tiempo. —No sabía por qué narices decía aquello, pero yo solo quería escapar de allí, escapar de él, volver junto a mi hermana y la realidad me dio de bruces cuando supe que jamás podría hacerlo.

Aquel tipo me metió en un vehículo que no reconocí en primera instancia y me parecía de lo más extraño. Se sentó a mi lado instantes después sujetandome del brazo como si temiera que de algún modo pudiera escaparme.

—Dependencias estatales de Norwingher. —pronunció sin temblarle un ápice la voz.

Para mi sorpresa, nada más decir aquello aquel tipo, el vehículo comenzó a moverse y miré hacia todas partes tratando de averiguar como lo hacía sin conductor.

Guardó silencio todo el camino hasta que el vehículo se detuvo y las puertas se abrieron en ambos lados para que saliéramos. Iba a abalanzarme hacia la puerta más próxima cuando me detuvo y me arrastró hacia él.

—Escapar no es una opción. Tendrías un destino peor si lo hicieras, créeme —anunció—. Te ha encontrado una fuerza del gobierno así que serás vendida a una buena familia según el estudio médico resultante. Si te aventuras a escapar, tu destino será que te encuentre algún comerciante y probablemente termines siendo esclava sexual de algún depredador deambulante que ofrezca un buen precio.

—Es lo mismo de una forma u otra. —dije atreviéndome a mirarle directamente a los ojos.

Aquel tipo me miró, pero no me contestó, solo se limitó a adentrarse en el edificio arrastrándome con él y después de pasar una serie de controles, bajamos unas escaleras hasta que pasamos unas puertas metálicas donde debió meter unos códigos que no me permitió ver.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.