Desperté antes que el reloj sonará, eran las 4 a.m., estaba boca arriba pensando en aquella chica, recordar el sabor de sus labios era fabuloso, mi mente comenzó a divagar, a imaginarla desnuda en mi cama, imagine su piel cálida junto a la mía, sus manos recorriendo mi cuerpo. Decidí salir de la cama, esos pensamientos no me harían nada bien.
Me puse a hacer un poco de ejercicio, a las 5 a.m. me estaba dando una ducha, encendí la TV cuando salí del baño, seguía pensando en ella, encendí la computadora aun pensando en ella, fui a la concina a prepararme algo para desayunar, lo único que encontré en el frigorífico fue un poco de fruta, me hice un licuado, apague la TV y puse música, Rihana había estado despuntando bastante bien, puse Love the way you lie; abrí de nuevo el expediente de Mairim, busque otra vez algo que me dijera más, mucho más de ella, no había nada.
A las 6:15 a.m. apague mi computadora y la metí a la mochila, me puse lo que restaba de ropa y playera cualquiera, unos jeans, zapatos deportivos y la placa de identificación, tomé las llaves de mi auto y salí del departamento. Fui directamente a la casa de la chica, estaba decidido a entrar y charlar con sus padres o con quien fuera que me abriera la puerta, para mi sorpresa al estacionar mi carro en la acera de enfrente de su casa, la vi Salir, llevaba pans y el cabello suelto, sonreí, cargaba una mochila de hombre, me pregunte qué tipo de mujer traía consigo cosas de hombre; la seguí hasta la base del transporte que tomo, seguí el auto en que se subió, la vi llegando a su escuela, se bajó corriendo, la puerta ya casi la cerraban.
Vi que hablaba con alguien y después de un momento le abrieron la puerta, quería seguirle, quería saber con quién se relacionaba, quería saberlo todo de ella. Mi celular sonaba, era Kat, lo último que deseaba en ese momento era hablar con mi esposa, desvíe la llamada, yo sabía que ella no volvería a marcar hasta que yo le devolviera la llamada, lo que acababa de hacer era sinónimo de que estaba ocupado, no era la primera vez que lo hacía.
Baje del auto y me dirigí al portón por donde entro mi presa, ya no había nadie.
-Maldición, otra vez llegue tarde –escuche una voz detrás de mí y me voltee; era un joven bastante menudo, de tez morena, me miró de pies a cabeza, se dio la vuelta y comenzó a caminar
-¡Espera! –le dije, y él volteo -¿Estudias aquí? Dime por favor como puedo entrar a la escuela
-Si te quedaste afuera como yo puedes irte a saltar por la parte de atrás, para caer en sector pecuario o bien… puedes tocar en el portón de haya –señalo un portón blanco grande – por ahí entran los padres de familia, las visitas, maestros y toda las personas que no son estudiantes –siguió caminando
-¡Gracias! –fue lo único que pude decir y él solo alzo el brazo
Toque el portón sin saber muy bien a lo que me enfrentaba, un vigilante mal encarado abrió
-¿Qué desea? –me dijo con voz ronca
-Buenos días, quisiera hablar con el profesor Arroyo
-Una identificación y se registra en la lista de haya –señalo una pequeña mesa con un libro
-Sí claro –saque mi IFE y se la di, él la tomo y me dio una credencial que decía “visitante”
-Son las 7:15 firme y en asunto póngale con quien viene, al salir recoge su identificación, que tenga buen día –y se metió a una pequeña caseta que tenía, alcance a escuchar las noticias.
Camine bastantes metros hasta que por fin encontré gente, algunos me miraban con desconcierto, otros más ni me miraban, me paré frente a un arco que decía el nombre de la escuela, examine los diversos caminos que fui viendo, pensaba en ella, y en aquellos lugares donde la podía hacer mía, hasta que un chica choco conmigo; su mirada se penetro en la mía, le sonreí y ella no pudo decir nada, sus mejillas se tiñeron de rojo; el efecto de siempre.
-¿Me podrías decir dónde se encuentran los salones de informática?
-Eh, si claro, todo derecho, al llegar al patio esta una pequeña entrada a la izquierda, va a pasar dos hileras de salones y detrás está el edificio de informática, si gusta lo puedo llevar –intento sonreír sexymente pero no le salió
-No te preocupes, yo lo busco –y comencé a caminar, sentí su mirada detrás de mí
No tuve que llegar al salón, me detuve frente a la cafetería y ahí la vi, estaba con algunos varones. Me acerque lo más que pude para que no viera.
Y la escuche hablar…
-¿Qué hacen aquí? –dijo saludando de beso a todos