Despertar nuevamente sin observar nada más que un vacío abisal con la única certeza de que se seguía avanzando basado en la ley de velocidad relativa del espacio.
—Esto es algo tétrico, comienzo a preguntarme si realmente vamos a alguna parte capitán—
—Tranquilo, lo menos conveniente en este momento es perder la calma, debemos de establecer el vector prime… somos la última esperanza—
Ambos dirigieron su mirada a la inmensidad del espacio, sin ruido, sin movimiento perceptible; la pequeña e insignificante nave recorría otros miles de años luz mientras su tripulación comenzaba su camino hacia el descenso a la locura, el terror cósmico de comprender la insignificancia de su existencia.