Colección relatos cortos

Una cena con la muerte

Fue en una tarde, cuando la lluvia caía suave y constante, los caminos nublados de la ciudad de Torshavn iluminados por las farolas generaban una atmosfera envolvente, ingrese al Paname Café, me senté en la primera mesa vacía que encontré sin prestar mucha atención e hice mi pedido torpemente en feroés; idioma bastante complicado para mí.

—Parece ser una hermosa tarde —la voz de una fémina lleno el ambiente mientras un frío… diferente; recorría el lugar, era como si la vida se apagase poco a poco— seguro que la noche lo será aún más.

—¿Quién eres? — la comida llego junto con un café que el camarero dejo para la joven dama

—Pregunta equivocada, pero puedes llamarme Hela, considerando el lugar es un nombre apropiado.

—El lugar… ¿te refieres al café?— la elegante joven dibujo una pequeña sonrisa ella no parecía oriunda del archipiélago o sus alrededores, su cabello y ojos oscuros contrastaban con su piel pálida… casi sin color.

—De nuevo equivocado — dio un sorbo a su tasa de café—Dime ¿cómo ha ido tu viaje de liberación espiritual?

—A qué te refieres, no comprendo por qué entablas conversación conmigo ni de dónde saliste

—Dejaste todo del otro lado del mundo para hacer un viaje de liberación al lugar más recóndito de la tierra, ¿resulto como esperabas Sánchez?… — sus ojos me miraron fijamente y algo ocurrió

—No salió como esperaba, la nostalgia me ha ganado, extraño mi hogar, pero aun siento amargura e ira, me he cansado de vivir siempre con problemas mientras otras personas solucionan todo fácil, me siento libre de responsabilidades pero con temor de asumir nuevas o retomar las que deje atrás.

No supe por qué dije eso, parecía que algo me obligo a sincerarme, ella sonrió bebía su café a sorbos pequeños sin dejar de observarme.

—Sabes por qué te sientes así, sabes de quién es la culpa, sabes cómo resolverlo

—Creo que es solo… ausencia… con el tiempo me he cansado de la rutina, del día a día, de los momentos repetitivos de descanso, de esa rutina omnipresente, me amolde a una ciudad sin alma, quizá me ausente de la vida.

—Ausencia, hm, es una respuesta muy acertada mucho más de la que dan  otros.

La joven se levantó y pago la cuenta de mi comida y su café, mientras ella se movía hacia la puerta el ambiente recuperaba su calidez como si la vida ocupase su lugar nuevamente.

—Yo pagare tu cuenta hoy, me ha gustado tu respuesta, pero no dejes que la ausencia se apodere de tu persona.

Ausencia… así como no existe el frio solo la ausencia de calor… ese pensamiento rondo mi mente el resto de mi estancia en las islas, cuando regrese y tome presencia real de nuevo en mi vida comprendí quién era esa persona, yo había tenido una cena con la muerte.



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En el texto hay: relatos de terror, fantasía drama, relatos corto

Editado: 10.05.2023

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