El lago
Por: M.A.V.Cufat
Sé que lo que estoy a punto de contarles les sonara totalmente descabellado y muchos pensaran que les tomo el pelo. Muchos se sentirán burlados y que los tomo por tontos. ¡Pero esto que relatare es toda la verdad! ¡Y jodio mi vida!
Eran alrededor de las 2:00 pm cuando llego la policía. La primera patrulla en acudir a mi llamada, llego una hora después de hablar con la operadora la cual se esforzaba por mantenerme en calma después de preguntarme cual era mi emergencia. Pero su vos aunque suave y apacible con mucha empatía nunca pudo calmar mis nervios los cuales supuraban mi cuerpo y me hacían temblar de pies a cabeza. Vi la patrulla a lo lejos, entre el follaje del bosque. Del auto se bajó un oficial ya entrado en edad y al verlo y a pesar de la situación y de mi nerviosismo no pude dejar de pensar ¿cómo esa cachucha de viejo le es útil a la comunidad? Y lo más probable es que le diera un infarto cuando le muestre ¡lo que me tiene de esta manera! El viejo se abrió paso por la maleza espesa pues aparco la vieja patrulla lejos del lugar.
El viejo policía se acerca a mí silbando como quien disfruta del paisaje y pregunta si yo fui quien llamo a emergencias a lo que yo solo acento con la cabeza. Su segunda frase me asombro pues no me pregunto porque llame o donde estaba lo encontrado pues lo más probable es que le hayan informado por la radio lo que yo encontré en el lago. Para mí eso era lo más lógico. Me explico que la cacilla policial de este pueblucho estaba a más de 20 quilómetros lo cual les impedía llegar con rapidez a las emergencias o llamados que ocurrieran por estas zonas y más si son monte o bosque adentro. Ya que eso dificulta un poco la búsqueda. Su cara me era conocida, sé que lo había visto en otro momento o en algún lugar. Pero eso no tenía importancia en estos momentos así que esa idea no duro mucho en mi cabeza.
Me pregunto por qué vine a este lugar. La pregunta me seguía pareciendo fuera de lugar pues lo único que quería era mostrarle lo que había hallado en ese maldito lugar. En este endemoniado lago, pero por los visto al policía le valía poco eso o solo buscaba mi atención mientras esperaba a sus colegas que acudieran a ayudarle. En un momento dado pregunto mi nombre. La pregunta la tuvo que repetir dos vez y la segunda vez la acompaño con un movimiento de manos frente a mis ojos.
- Rober, mi nombre es Rober. - respondí tartamudeando.
- ok, ok. Ahora si dime ¿porque viniste acá?
- Soy escritor o eso intento. - una respuesta incompleta pues mi mente era un batiburrillo de ideas y figuras, sonidos y silencios fríos y densos.
- umm escritor. Ya veo y que escribes. - mi mente era un culo total, pero esas preguntas estúpidas lograban dirigir mi atención al exterior.
- Vine desde las Rosas en el valle. Solo buscaba algo de inspiración, ideas para escribir... - el viejo levanta el pie izquierdo y ve algo en su suela y me hace una seña de que siga. - quería escribir un libro sobre una pareja que se ahoga en un lago. En las rosa no hay lagos inspiradores, solo algo más grandes que un charco así que vine a este lugar.
- Umm ya veo. - maldita palabra. - en este lugar pasan cosas muy raras desde que tengo memoria. ¡Bueno en realidad en todo este pueblo! Hace algunos años cerca de acá toda una familia se suicidó en un árbol del patio trasero. La imagen de la niña con la cara hinchada y la lengua afuera aun me persigue. Te diré algo y espero quede entre nosotros no debiste haber venido a este sitio, ya tengo bastante recuerdos de este lago y no quiero coleccionar más... ¡Vamos muéstrame! - al escuchar estas palabras mi cuerpo se estremeció de pies a cabeza como si un aire gélido fuera recorrido mi espina dorsal buscando una salida. Aunque esperaba que el policía desde un principio me pidiera que lo condujese, no imaginaba el pavor que eso produciría en mí. Miedo y algo más, algo que no puedo describir o bosquejar solo sentir. Solo eso. Me levanté de la piedra donde me había sentado y en la cual llevaba más de una hora meditando y pensando. Por suerte las piernas pudieron sostenerme a pesar de lo débil y temblorosas que las sentía.
Conduje al viejo policía por el sendero que había recorrido corriendo, con el corazón latiendo a mil por segundo, con el susto en el pecho hace una hora. El sendero se abría paso entre una maleza verde que me llegaba por las rodillas, zigzagueando entre algunos árboles antiguos, grisáceos y nudosos que se inclinaban sobre el camino con ramas maquiavélicas. Salimos del bosque y entramos en una zona despejada que daba paso al lago. El bosque era aterrador pero el lago era misterioso, pesado y de ambiente algo tétrico. A unos 300 metro se podía ver el muelle, que al parecer era nuevo o lo habían reconstruido hace poco y a unos 50 metros frente a él se hoyaba la estructura carbonizada de una gran casa de estilo colonial o eso parecía y de ella ya solo quedaban algunas vigas y parte del techo que se derrumbó por el incendio aplastando los pisos inferiores.