Colisión

CAPÍTULO 1: Cerca del reino

 

Aquilo. Armonía y paz gobernaban el reino, al menos hasta hace unos años. Anthem comenzaba a ganar tierras y junto con ellas poder; salían invictos en cada batalla, pero tal vez su mayor error fue subestimar el poder, fuerza y el liderazgo que tenía el reino de Aquilo pues al mando se encontraba el rey James, amado por todos, excepcional, en busca siempre de lo correcto, con la cabeza siempre en alto y con la esperanza de conquistar más tierras para su reino.

Fue una batalla digna de un rey, entregó todo; incluso más de lo que debía. Murió por causas de una flecha enemiga protegiendo lo que más amaba, a su hijo William, fue cuestión de segundos para que cerrara sus ojos y su sangre pintara de color carmesí las rocas que había alrededor, pero antes tomó a William de la mano y con voz poco audible le dijo:

— Sé el hombre que debes ser.

Tales palabras resonaron como eco en la cabeza de William lo que provocó que abriera los ojos bruscamente, se levantó de su cama, tomó su espada y salió a caminar un rato por los pasillos; de pronto, escucho que alguien se acercaba.

  • ¿Quién es? —al no obtener respuesta sacó su espada —Te hice una pregunta ¡responde!
  • ¿Otra vez caminando de madrugada? —habló una voz dulce que salía de entre las sombras.

Aliviado, William guardó su espada, respiró profundamente y se mantuvo en silencio unos segundos, después respondió.

—No logro dormir.

—¿De nuevo la pesadilla?

—No es una pesadilla, madre, es solo un recuerdo.

Al notar la cara de tristeza de su hijo busco las palabras adecuadas para tratar de reconfortarlo, pero no se le ocurría nada.

—Deberías dormir, hay unas cartas que debes leer mañana

—Te veré después —dijo insatisfecho con el comentario.

—William

—¿Sí?

—Él te amaba

— Descansa madre —le dio una sonrisa de lado y se marchó.

Aquel recuerdo lo atormentaba desde hace tres años, no se sentía capaz de sentarse en el trono de su padre y liderar un reino; su alma no se encontraba en paz y en ocasiones se preguntaba sí la de su padre lo estaría.

La noche fue larga y fue difícil que William conciliara el sueño, tras dejar de pensar demasiado en lo sucedido cayó en un profundo sueño justo cuando el cielo comenzaba a tornarse de colores anaranjados; tras horas de reposo, el príncipe se levantó y bajó con la reina.

— Para presentarte a estas horas más vale que hayas dormido bien.

—Son solo cartas no deberías darle tanta importancia.

Alfonso, caballero del reino desde hace mucho tiempo llegó con varias cartas en la mano, se dirigió al príncipe y las entregó.

 

—Su majestad, llegaron ayer en la noche, la reina me pidió que fueran leídas hasta hoy.

—Gracias Alfonso, puedes retirarte.

La reina  le indicó a su hijo que tomara asiento señalando su lugar correspondiente, él sintió una gran nostalgia de nuevo al ver que su lugar se encontraba junto al trono de su padre y de lado derecho el de su madre; una de tantas memorias volvió, recordó la mañana antes de la muerte del rey James donde él daba un discurso frente al pueblo declarando la victoria de la pelea, una victoria que tomaron precipitadamente.

—¿Will? Toma asiento y lee las cartas.

—Lo haré de pie no te preocupes —tras examinar las cartas notó algo extraño — ¿Madre?

—¿Sí? —comento rascándose tras la oreja denotando los nervios que tenía.

—¿Por qué todas las cartas tienen sello real? —no hubo respuesta — ¿Madre?

La reina suspiró antes de hablar, sabía que debía ser cuidadosa con sus palabras ya que sí decía algo incorrecto su hijo no la escucharía y no podría explicarle lo que estaba sucediendo.

—El pueblo necesita un rey y junto con él una reina, varios reinos han enviado estás cartas, es por eso que tienen sello. Desean presentarte a sus hijas y debes elegir a la nueva reina de Aquilo, no puedo hacer esto sola.

—¿Estás esperando que te tenga lástima? ¡Tú nombre es Leonor! Portadora de luz en pocas palabras, conozco la clase de reina que eres y puedes con esto y más. El pueblo tiene su esperanza puesta en ti no en mí. ¿Qué se supone que les dirás? ¿Qué tu hijo, el gran heredero se ha recluido en sus aposentos en lugar de prepararse para ser rey? —añadió molesto.

—Al menos conoce a las princesas, invítalas al castillo y…

—La mujer que ocupe tu trono será de quién esté completamente enamorado, un amor que ni la muerte misma podrá consumir —sentenció.

Sorprendida de escuchar tal afirmación, decidió darle la última carta, Will al ver la insistencia de su madre la leyó y momento después se quedó sin palabras.

—William, no sabía que estaba con vida hasta hace unas semanas.

—¿Y no me dijiste? Convocaste a cientos de princesas cuando solo debías enviar una carta —comentó entre gritos —Su reino queda a tan solo dos días a caballo.



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En el texto hay: fantasia, venganza y amor, eclipse

Editado: 17.12.2020

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