La habitación de ejercicios mentales era su favorita de toda la Colmena. Era una habitación de tamaño mediano, blanca, con tapetes coloridos en el piso y canastas con rompecabezas, cubos Rubik y más herramientas para que los evolucionados reforzaran sus poderes. Para Raina, ese era el lugar más tranquilo de todos, sólo estaba ella, su cubo Rubik y Clarisse. Los doctores no entraban ahí para no interrumpir a los jóvenes.
Ahora que tenía más privacidad con Clarisse, le contaría el plan que había ideado junto a Ethan Larson. Le contaría lo que tendría que hacer. Sólo esperaba que estuviera de acuerdo, que no protestará y colaborara. Tal vez al principio le parecería arriesgado, pero a Clarisse le encantaba la adrenalina.
Raina movió sus manos mientras se concentraba en el cubo Rubik que flotaba en frente de ella. Mover las manos para usar telequinesis no era necesario pero servía de apoyo. Armó el cubo en treinta segundos y lo dejó caer para voltear a ver a Clarisse, quien armaba un rompecabezas. Ella sólo movía la cabeza de vez en cuando, y las piezas se juntaban rápido.
-¿No te gustaría salir de aquí?- le preguntó Raina.
- A quién no, Rai- su amiga no apartó la mirada del rompecabezas. No le gustaba hablar de las cosas relacionadas a la entrada o salida de la Colmena.
- Creamos un plan. Ethan Larson y yo- Raina dirigió su mirada hacia algún lugar de la habitación para no ver la expresión de su mejor amiga.
- ¿Quién es Ethan Larson?- Clarisse sonaba mejor de lo que la chica esperaba.
- Es el chico que entró hoy al comedor. Me ordenaron hacerle la prueba de resistencia y la superó rápido- Eso era mentira. Lo más probable era que Ethan no hubiera resistido la prueba pero Raina la paró porque no quería seguir viendo las imágenes que vio en la mente de él-. Él viene de afuera y tiene la esperanza de salir y que nosotras lo ayudemos. Es nuestra oportunidad.
-Estoy de acuerdo. ¿Qué tenemos que hacer?
Le sorprendió que su mejor amiga aceptara la idea de forma tan sencilla.
-Ejecutaremos el plan mañana. Tú tendrás que montar una distracción para que los trabajadores del sótano se mantengan ocupados solo un par de minutos.
-¿Y tú?
- Yo le tomaré fotos a los mapas de la Colmena que se encuentran en el sótano.
-¿Acaso estás loca?- Clarisse sonaba preocupada- No creas que ellos permitirán que vuelvas a hacer algo prohibido- Raina sólo había hecho una estupidez. Una estupidez prohibida.
- No me pasará nada. Seré cuidadosa.
Clarisse se puso de pie, se sentó junto a su amiga y le rodeó los hombros con su mano.
-Yo haré eso. Recuerda que planeo sacarte de este lugar aunque me cueste la vida.
La chica de cabello color caoba llevaba años cargando a la culpa en sus hombros. Jamás se dejaría de sentir culpable por haber llevado a Raina a la Colmena. Ella no podrá ser feliz mientras yo esté en su vida, pensaba. Al principio había llorado todos los días, tanto, que era habitual verla con los ojos rojos e hinchados. Ahora ya no lloraba, no quería que la gente la viera llorar y se viera con la obligación de darle su hombro para que llorara en él. La culpa la perseguía y no había ningún hombro que la salvara. Sabía que había arruinado muchas vidas, no sólo la de su mejor amiga.
Raina iba a protestar pero en ese momento alguien tocó la puerta. Fue a abrir y se encontró al Dr. Green. No tuvo que decir nada para que ella supiera por lo que iba.
Adiós. Se despidió de Clarisse por telepatía y siguió al doctor hacia la habitación en la que por primera vez había visto a su amiga recibiendo su dosis del Suero de Evolución. Al igual que los demás jóvenes, Clarisse se lo tenía que poner para poder activar sus poderes mentales de manera temporal, se la administraban cada seis meses. Pero Raina no la necesitaba; ella era un caso raro.
Cuando llegaron, recostó su cuerpo en la camilla mientras el Dr. Green la conectaba a la computadora para su prueba de miedo. Se sintió mareada, conocía esa sensación. De inmediato se encontró en esa habitación de metal que tanto conocía. Los padres que la odiaban y que lo más probable es que ahora estuvieran muertos. Ratas. Claustrofobia. Arañas. Soledad. Todo lo que la aterraba ahora la rodeaba. Pero era diferente a la primera vez por la que había pasado por la prueba de miedo. Ya no entraba en pánico. Ese sentimiento llamado miedo le recorría el cuerpo pero lo controlaba. Había aprendido a controlar sus miedos, pero aun la acechaban.
Despertó de la prueba en poco tiempo. El Dr. Green ya no se molestaba en felicitarla por el esfuerzo emocional que hacía cada día.
Fue a su habitación sin decirle adiós.
El cuarto que la Colmena le había asignado se encontraba en la parte superior del edificio. Era más grande que los demás porque los doctores estaban conscientes de que ella sufría de claustrofobia. Era un lugar sencillo. De color blanco, dos camas individuales y dos cómodas. Lo compartía con Clarisse, cada habitación tenía de dos a cuatro evolucionados ocupando el lugar.
Si Raina estuviera en su verdadero hogar de seguro se hubiera puesto a leer un buen libro; la hora de la lectura era como la cereza del pastel. Ahí sólo podía leer los libros que la Colmena le daba, los cuales eran aburridos. Pero aún le quedaba su verdadera pasión: dibujar.
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Editado: 04.06.2021