"Todos los niños nacen artistas. El problema es cómo seguir siendo artistas al crecer."
Pablo Picasso
Desde que era pequeña me gustaba dibujar, pintar, retratar.
Mi memoria es gráfica, por lo que solo con los colores, era posible que me concentre en la escuela... nunca fui la mejor estudiante, ni me interesaba serlo.
Yo quería estudiar Bellas Artes, sólo eso. Recuerdo que cuando tenía 5 años fuimos a un museo; mi mente explotó al ver todos aquellos colores e imágenes... ese día supe que eso era lo que deseaba.
Mi mamá me solía decir que primero debía estudiar una carrera que me diera un trabajo fijo y un sustento. Tal vez podría ser nutricionista, como ella. Y luego dedicarme a mi "hobbie"; lo que ella no entendía era que está era mi forma de vivir las cosas.
De todas formas... siempre fui un poco rebelde con los deseos y expectativas de mi madre.
Yo creía que, con el talento que tenía, me convertiría rápidamente en una artista famosa, de esas que todo el mundo quiere tener una de sus obras colgando en la pared de sus casas... pero no resultó así y tuve de darle la razón a mi madre. En cuatro año de carrera, sólo me habían invitado a tres exposiciones, pero de fin de año y sólo he vendido dos cuadros; a mis padres.
Demasiados colores. Eso es lo que dicen los profesores y críticos cuando ven mis pinturas. ¿No se trata de eso el arte? ¿De brindar color a la vida diaria?
El plan de convertirme en una famosa artista, de tener mi propia galería y ser la representante mundial del arte... está cada vez más lejos.
Ahora estoy aquí, en mi último año de la carrera, trabajando como mesera en una cafetería. 10 horas por día, casi sin tener tiempo para pintar o dejar que mi inspiración tome las riendas.
- Lila. El señor de la mesa 6 lleva más de quince minutos esperando su café. - me dijo, sacándome de mis propios pensamientos Gabriel, el gerente del lugar.
- Lo siento. Estaba...
- En las nubes, como siempre. - se puso delante de mí y me miró con mala cara. - Mira Lil, sos adorable, buena compañera y siempre llegas a horario, pero si no podes hacer tú trabajo voy a tener que despedirte. Estoy casado de recibir quejas de tu torpeza o de tus retrasos en los pedidos. - en ese momento sentí como me ponía pálida, necesitaba ese trabajo, no quería volver a pedirle dinero a mis padres.
- Lo sé. Perdón. No va a volver a suceder. - respondí bajando la mirada.
- Anda a dejar ese café antes de que el tipo se vaya. - dicho esto se dio vuelta y alejó, dejándome la sensación de que estaba en más problemas de los que creía.
***
- ¿Cómo te fue hoy? - pregunto Tobías, mi mejor amigo, desde que tengo memoria.
Estaba semi acostado sobre el sillón, comiendo papas fritas. Vivimos juntos desde los 20. Al principio nuestros padres pagaban el alquiler, pero luego nos... independizarnos, por así decirlo.
- Mal. Gabriel volvió a amenazarme con despedirme. - respondí, lanzando las llaves sobre la mesa y colgando mi mochila en el perchero.
- Tres veces en la misma semana. Es un nuevo record. - comenzó a reír y me hizo un gesto para que me sentara a su lado. Cuando lo hice, me abrazó y depositó un tierno beso sobre mi frente. - Te amo pero apestas Lil. Anda a bañarte. Cuando salga Pilar.
Lo miré mal. No me llevo muy bien con su novia, a decir verdad, ella no me quiere a mi. Esta celosa, eso creo yo, porque conozco a Tobías hace 24 años y hemos pasado miles de cosas juntos... además, creo que piensa que tenemos o tuvimos algún tipo de relación. No entiende que él no me gusta y que nunca lo ha hecho, que por más hermoso y perfecto que sea Tobías... no va a cambiar lo que siento por él, es mi amigo, mi hermano, nada más.
- Quedate a cenar con nosotros. - dijo con voz de niño y ojos de corderito.
- ¿Tengo que hacerlo? ¿Por qué no mejor, los dejo solos? Cenaré por el centro y todos felices. - no quería hacer que mi presencia arruinara los planes de mi amigo.
- No. Te quedarás. Me pidió específicamente que te quedes. ¿Puedes creerlo? - ambos abrimos mucho los ojos y pusimos cara de sorpresa antes de estallar en una carcajada.
- Me envenenará. Te heredo todos mis cuadros. - dije poniendo mi mano sobre mi frente de forma dramática.
- Mejor heredame tu auto. Al menos eso sí voy a poder venderlo. - lo miré ofendida.
- Perdón señor contador, pragmático y materialista. Pero solo vas a tener mis cuadros. Cuando valgan millones te vas a arrepentir de no haber confiado en mí.
- Confío en vos. - me respondió mientras se abría la puerta del baño.
- Pilar. Que alegría verte. Voy a bañarme. - dije apresuradamente. No esperé respuesta de su parte.
***
Treinta minutos después estaba lista. Mi amigo había cocinado y preparado todo con demasiado empeño. Nadie había hablado en lo que iba de la velada; todos sabíamos que la relación entre nosotras dos era un poco... bastante tirante, por lo que no me sorprendía la incomodidad de la situación.
Acomode por décima más vez mi cabello rozijo y miré de reojo a Tobías, el cual tenía los ojos fijos en el plato.
- Muy bien. - soltó la mujer en el medio del silencio. - Te preguntarás por qué le pedí a Tob que te hiciera quedarte hoy ¿No es así? - pregunto y sonrió.
Maldición, parecía una película de terror, era en ese momento que decía que la comida estaba envenenada y que me quedaban segundos de vida.
Me atragante antes de responder un leve "Si."
- Pues bien. Mira. Sé que no eres la artista más increíble del mundo... - si saltaba en ese instante sobre ella a arrancarle ese maldito cabello rubio, teñido. ¿Tobías se enojaría conmigo? -, pero como sabes trabajo en una firma de internet muy conocida. - apoyó los codos sobre la mesa, arrogante. - y necesitamos embellecer un espacio. Es una sala de recreo. Y...