"El objetivo del arte es representar no la apariencia externa de las cosas, sino su significado interior."
Aristóteles
El Lunes es mi único día libre, por lo que aproveché para llamar al lugar en donde haría el mural.
Estaba tan emocionada que casi no podía sostener el teléfono.
- Oficina de Azul Denver. Mi nombre es Mariana ¿En qué la puedo ayudar? - me contestó una voz aguda.
- Si. Soy... - estaba tan nerviosa, nunca me habían contratado para hacer nada relacionado con lo que amaba, no quería arruinarlo. - Soy Lila Gabbana. Me pidieron que llame a este teléfono por un mural. Soy la que lo realizara. - dije con orgullo.
- Aguarde un momento por favor. - comenzó a sonar una música un poco molesta. Odio las músicas de espera, se supone que deben relajarte, pero a mi me alteran. - La Señorita Denver está ocupada en este momento y no podrá atenderla, pero me expresó que la espera hoy a las 15hs. Por favor, le pido que se encuentre aquí 10 minutos antes, para autorizar su ingreso. Traiga una muestra de sus trabajos, algo que la Señorita Denver pueda ver. Lila... - agregó la chica del otro lado del teléfono. - ella es muy estricta con el horario, por favor, cumplalo.
- De acuerdo. - respondí un poco nerviosa y colgué.
Muy bien, tenía 3 horas para prepararme. Esto sería sencillo.
Mi teléfono comenzó a sonar.
- Emergencia. 911. Ven rápido. - la voz de mi amiga, Sofía, sonó del otro lado de la bocina.
- ¿Qué sucede ahora? - pregunté rodando los ojos. Ella es, por lo menos, dramática y exagerada. De esta llamada puedo esperar, desde que se haya roto una uña a una pierna.
- Me desmayé en el café. ¿Podrías venir por mí? Por favor Lil. Te mando la ubicación.
***
Dejé estacionado el auto a dos cuadras del café y desde allí corrí, como si un demonio me estuviera persiguiendo.
Al llegar encontré a Sofía sentada en la barra del lugar.
- ¿Cómo estás? ¿Estás bien? ¿Llamaron a la ambulancia? - respiraba y hablaba de forma entrecortada.
- Tranquila Lil, no me desmayé. Era una mentira. - respondió y comenzó a reír.
- ¿Estás enferma? ¿Por qué me hiciste venir hasta acá? Casi me muero. - no estaba molesta, sino furiosa.
- Si no te decía eso no hubieras venido. - rió, como si yo estuviera para chistes. - Ves esos dos chicos de ahí. - dijo señalándolo con la cabeza. - Pues el más alto es mi cita y el otro es su amigo. Se supone que íbamos a tener una cita doble, pero mi hermana se acobardó y no voy a tener una cita de trío. Solo es charlar, pasar el rato.
- Tengo una entrevista de trabajo en 3 horas. No puedo estar aquí. - estaba más que molesta. Me giré con clara intención de irme y dejarla sola, pero me tomó del brazo.
- Por favor. Ese chico de verdad me gusta. - puso ojitos de cordero y no pude negarme. - Te puedes ir cuando tengas que hacerlo.
- Esta bien. - respondí rodando los ojos. Ella aplaudió emocionada. - Pero solo un rato.
Nos acercamos a la mesa en donde estaban los tipos; Sofía me presentó y comenzamos a hablar.
Eran... divertidos, debo confesarlo, y también debo decir que, en algún momento, deje de tener conciencia del tiempo.
***
Miré el celular, y fue en ese momento en el que vi la hora. Casi sufro un infarto en ese momento.
- ¡Mierda! - grité en el medio del salón.
- ¿Qué sucede? - preguntó Sofía asustada.
- Tengo media hora para llegar a la entrevista. Ni siquiera estoy maquillada. Esto es un desastre. - comencé a despeinarme el pelo como una desquiciada, cosa que hacia cada vez que me ponía demasiado nerviosa.
- Tranquila. Anda, no te preocupes. - dijo uno de los chicos con los que estábamos charlando, Daniel.
Hice un gesto de agradecimiento y salí corriendo hacia donde había dejado estacionado el auto.
No... estaba. No estaba. El auto no estaba.
- Este día no puede ser más negro. - grité molesta.
Comencé a buscar mi billetera, tomaría un taxi. Luego me ocuparía del auto. Mi billetera tampoco estaba. ¿Qué sucedía, el mundo se había complotado para destruirme?
Sin poder contenerlo me puse a llorar.
- Lila. - escuché la voz de Daniel detrás mío. Me giré y en su mano tenía mi billetera. - ¿Estas bien? - le conté entre llantos lo que me había sucedido. - No te preocupes. Vamos. Te llevo.
- No quiero molestarte. - le respondí. La verdad es que no quería que me tuviera lastima.
- Vamos Lila. En dos horas no dejaste de hablar de esto. Es obvio que es importante para vos. Te llevo. - asentí. Mejor dejaba de hacerme la difícil.
***
Llegue a la oficina, entre corriendo y choque contra el mostrador de recepción.
- Lila Gabbana. Tengo una cita con Azul Denver a las 15. - dije sin aire, no había tiempo para recuperar el aliento.
- Aguarde un momento por favor. - me dijo un hombre calvo, con cara de no tener amigos y voz profunda. - Puede ingresar. - agregó luego de lo que para mí fue una eternidad. - El ascensor. Tercer piso.
- Gracias. - mascullé mientras corría al ascensor.
- Tercer piso. - anunció la voz del ascensor.
- Señorita Gabbana, pensé que no vendría. - me dijeron en cuanto se abrieron las puertas. Una mujer alta, de cabello castaño, ojos celestes que hasta parecían falsos y rostro un poco redondeado me estaba mirando fijo. - Soy Azul Denver. - se presentó.
- Lo siento. Tuve un problema con mi auto. Me lo robaron y...
- No me interesa su excusa señorita Gabbana. - el alma se me cayó a los pies en ese momento. - Pilar me advirtió sobre esto. - la escuché murmurar.
- ¿Pilar? ¿Qué le advirtió? - inquerí.
- Que usted es una persona poco confiable. Me dijo que era buena artista, pero demasiado irresponsable.