Colores

3. Oportunidad

"El arte lava del alma el polvo de la vida cotidiana."
Pablo Picasso

Después de mi fallida entrevista, Daniel me llevó a casa. No dije ni una palabra en todo el viaje, por lo que supuso que no había salido bien.

Me sentía una fracasada. ¿Como era posible que hubiera arruinado mi oportunidad? En solo un momento había destruido todos mis sueños. Todo por mi distracción.

Sería una camarera por el resto de mi vida... no es que no me gustara mi trabajo es que, ese no era mi sueño y la única vez que estaba por conseguir algo... lo arruinaba.

Sistemáticamente me había sucedido esto; el estar ante la puerta de lo que quería conseguir y, al final, no lograrlo.

***

- Me siento como en una horrible pintura negra de Goya. - le dije a Tobías, al concluir mi historia. - La maldita de Pilar hizo que esto sucediera. - ya había dejado de sentir pena por mi misma y ahora, estaba completamente enojada con ese demonio con forma de persona.

- ¿De qué hablas Lil? Fue ella la que te propuso para ese trabajo. - mi amigo estaba sentado en la cocina, trabajando con su computadora mientras yo la hablaba desde el living, tirada en el sillón, tapada con una manta.

- Fue ella. Le hablo a su jefa sobre mi. La puso en mi contra y luego me recomendó. - me crucé de brazos molesta, no podía creer como esa persona tan buena y generosa, como era Tobias, pudiera estar enamorado del mismísimo diablo. - Le dijo que era una irresponsable.

- Tenes una reunión con ella mañana en la mañana, antes del trabajo. - dijo de repente. Me senté en el sillón sin entender nada de lo que estaba sucediendo. 

- ¿De qué estas hablando?

Lo vi entrar acercarse y sentarse a mi lado, tenía esa sonrisa extraña en el rostro...

- Tu auto lo llevo la grúa porque estaba mal estacionado. Pagué la multa con la tarjeta, así que a fin de mes tienes que darme el dinero. - de acuerdo, si algo le faltaba a este hombre para convertirse en santo era eso. - Solo tenemos que ir a buscarlo. Por otro lado - tiró de la manta que me cubría y me la arranco. -, le envié a la asistente de esa mujer tus trabajos como te pidió y tu no lo hiciste. Me acaba de responder que Azul quiere verte, mañana a las 8. Te juro que te llevaré yo mismo y no voy a dejar que salgas de ese lugar sin el empleo.

En mi pecho no cabía tanta emoción. Salté sobre él para abrazarlo.

- Sos lo mejor que me paso en la vida. - le dije.

- Lo sé.

***

En mañana siguiente, como había prometido, Tobias me llevo hasta la empresa.

Esta vez llegamos 7:30. Quería que esa mujer viera que realmente era responsable, estaba dispuesta a cualquier cosa por demostrarle que valía la pena contratarme.

- Suerte naranjita. - me dijo mi amigo, haciendo alusión a mí pelo, cuando baje del auto - Te espero aquí.

Entre otra vez a la gran oficina, esta vez mucho más tranquila y segura. Podía hacerlo.

- Señorita Gabbana, por favor entre. - escuché que me decían desde una de las oficinas. - Muy bien. Veo que esta vez si llego a horario. - comentó irónica, decidí no hacerle caso, tenía que conseguir el trabajo. - Siéntate. - aclaró su garganta. - Mariana me mostró tus dibujos, los que enviaste. Tengo una asistente demasiado insistente y perfeccionista. Me gusta contratar sólo a las personas que sé que pueden dar lo mejor de si mismas en este lugar. No iba a darle una segunda oportunidad. No las doy. - la intensidad de su mirada hizo que bajara la mía. - Pero algo de sus obras me llamo la atención. El color... creo que es increíblemente interesante. - dijo acomodándose el cabello y clavando sus ojos en mi.

- Gracias. - respondí un poco nerviosa.

- Observó una influencia de expresionismo abstracto ¿Podrá ser? - asentí entusiasmada y la postura de Azul se relajó un poco. - Sobre todo este... - dijo moviendo los papeles y mostrándome uno de mis dibujos. - tiene una clara marca Pollock ¿No es así? - mientras iba hablando esa figura fría e inalcanzable que parecía al principio, se transformaba en otra, mucho más cálida.

- Si. ¿Te... digo... - aclaré mi garganta. - le gusta el arte?

Sonrió casi de forma orgullosa. - Me considero una persona que disfruta demasiado del arte, lo que ha hecho que aprenda un poco de el. - se quedó un segundo mirándome y luego su postura volvió a cambiar. - Como le decía, estamos incorporando una sala de descanso y recreación para los empleados del área y creo que sería agradable que tuviera algún mural. Había pensado en algo colorido pero que llené de iniciativa, tal vez palabras claves que utilizamos aquí, podría decirle cuales son.

- ¿Palabras? - pregunté sin poder evitar mi cara de desagrado.

- ¿Algún problema? - giró un poco la cabeza y me miró, como ofendida.

- Si. Digo... - no había otra forma de decirlo. - si. Es decir, - aclaré mi garganta y me acomodé nerviosa en la silla, ella, se cruzó de brazos. - ese espacio es para que los empleados olviden por un momento que están trabajando. Créeme, no hay nada peor que una sala de empleados que sea una extensión de yu trabajo. Lo digo por experiencia. En el bar... soy camarera, ese es mi trabajo oficial. - baje un momento la cabeza, avergonzada, no quería decirle eso, no quería que supiera que era una fracasada, pero Azul pareció no darle importancia a mí comentario. -  Allí hay un espacio donde podemos comer en nuestro descanso y es una extensión del salón, en realidad, de la cocina, con los mismos colores, mesas y sillas que veo durante todo el día, es el lugar menos motivante que puede existir en el mundo.

- ¿Entonces que propone? - creí escucharla reír por lo bajo.

- Un lugar colorido, que haga que la gente pueda comentarse con algo totalmente diferente. - me estiré para tener mejor acceso a mis dibujos y le señale uno. - Algo así.




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