Colores

5. Real

El arte es la filosofía que refleja un pensamiento.”
Antoni Tàpiez

Luego de dos semanas de espera y tortura, por fin había comenzado con el mural.

Pedí una licencia de medio día en la cafetería, para poder trabajar en la tarde en la empresa, lo que reduciría mi salario cinsiderablemente, pero, lo que me pagarían al terminar el mural lo iba a compensar. Solo tendría que esforzarme y comer fideos hasta que eso suceda.

Pasaron tres días hasta que vi a Azul, pero, ella ni siquiera se volteó a mirarme.

- No te preocupes Lil. - me dijo Mariana, la cual ya, podía llamar mi amiga. - Ya se le pasará.

- Me pasas el verde. - le dije mientras daba la última pincelada.

- Mariana. - la voz de Azul se escuchó detrás nuestro. - Tu descanso termino hace exactamente 8 minutos. - agregó mirando su reloj.

- Si. Lo siento. - la chica bajo la mirada y se alejó a toda velocidad.

- Fue mi culpa. No te enojes con ella. - intenté defender a Mari pero, no soluciono nada.

- Si necesita un asistente para que le pase las latas de pintura deberá salir de su paga, porque eso no fue aprobado en el presupuesto. - se giró y fue, dejándome sola. Bufé frustrada y lancé al piso el pincel.

- Imbécil. - murmuré. - Sos la peor jefa del universo.

***

Ya era tarde y todos se habían ido, pero yo seguía allí.

El seguridad me había dicho que podía quedarme hasta la hora que quisiera.

Termine de acomodar todo y me dispuse a irme, pero, mientras me acercaba al ascensor, comencé a escuchar a alguien llorando. Me acerqué despacio, el llanto provenía de la oficina de Azul.

Tenía la cabeza apoyada sobre el escritorio y con la luz apagada, el lugar estaba iluminado por las lámparas de la calle.

- ¿Qué pasa? Azul. - me acerqué a ella y levantó la cara un momento la mirada, parecía sorprendida de verme. - ¿Qué te pasó? - volvió a llorar y no pude evitar abrazarla.

Siempre me había sucedido lo mismo, no soportaba ver a las personas llorar, necesitaba ayudarlas.

- Mi hermano acaba de llamar... mi mamá murió. - volvió a llorar y esta vez fue ella la que me abrazó.

- Lo siento mucho. ¿Eran unidas? - pregunté tontamente. Ella se levantó y se apoyó contra una de las ventanas.

- No. - susurró. - Pero era mi madre.

- Lo entiendo. - me acerque y apoye a su lado en la ventana.

- Quise ir a verla tantas veces, pero siempre estaba ocupada. En este maldito trabajo. - cayó sentada al suelo y otra vez comenzó a llorar. Me estaba partiendo el alma verla así.

- No te culpes. - me acuclille frente a ella. - No va a servir de nada. ¿Sabes lo que necesitas. Alcohol. - me miró sin entender. - ¿No tenés algo acá? - ella negó mientas se acomodaba el pelo. - Que aburrida. - dije y esbozó una sonrisa. - Vamos. Hay un bar aquí cerca.

- Estás llena de pintura. - respondió casi con vergüenza.

- ¿Y qué? - levanté los hombros. - Vos tenés la cara hinchada de llorar. Vamos.

Le tomé la mano y la arrastré por la oficina y hacia el bar que le había mencionado.

Nunca había estado allí, pero, no importaba. En ese momento lo que Azul necesitaba era hablar y olvidar.

Pedí dos vasos de vodka y en cuanto la camarera puso el pedido en la mesa, ella lo levantó y tomó la bebida de un golpe.

- Al fin veo a la Azul de verdad. - dije aplaudiendo y riendo.

- No te acostumbres. - me dijo apoyando el vaso en la mesa. - Otra ronda.

Comencé a reír como loca. Esta versión de Azul me gustaba, demasiado.

- Muy bien. - dije luego de que se tomara el segundo vaso. - ¿Querés contarme? Sobre tu mamá.

Asintió, tomó mucho aire y comenzó a hablar: - Ella estaba enojada conmigo, verás. - se acomodó el pelo y fijo sus ojos en mi. - A los 19 me ofrecieron ir de pasante a la central de la empresa, en Estados Unidos y... - bajo la mirada. - Al poco tiempo de llegar comencé a salir con uno de los inversionistas. Era casado, yo lo sabía, pero... me engañó y yo le creí cuando me decía que iba a dejar a su esposa. No lo hizo. - rodé los ojos, ya sabía cómo seguía la historia, era el típico hombre que creía que por tener poder estaba en su derecho de usar a los demas. - Estuve con el tres años - se abrazó a si misma y eso me generó demasiada ternura. -, luego todo se descubrió, resulta que no sólo salia conmigo sino con otra chica, una secretaria y que estaba embarazada. - suspiró y volvió a mirarme a los ojos. - Él fue apartado de la empresa, la chicos de quedó en su puesto, pero a mí me enviaron devuelta a Buenos Aires, como castigo. - en ese momento sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas. - Mi mamá dijo que era una desagradecida, que había echado a perder todo el esfuerzo que ella y mi padre habían puesto en mi educación... desde ese entonces nuestra relación nunca fue la misma.

- No es tu culpa. Es decir... el tipo era un idiota. - me estiré y tomé una de sus manos. Ella sonrió de costado.

- Lo sé, pero aún así... no puedo evitar pensar que sería de mi si no hubiera cometido ese error.

- Sin duda yo no tendría está oportunidad. Intenté sacarle un poco de tensión al momento, creí que era lo que necesitaba. Azul, en respuesta, rió por lo bajo.

- Desde que volví decidí que tomaría distancia de todas las personas con las que trabajo.

- Por eso te comportas como un robot. - comenté entendiendo, por fin todo.

- Eso sí que me dolió. - bromeó haciendo una mueca de dolor. - He escuchado que lo dicen pero es muy diferente que lo escupan en tu cara.

- Lamento eso, no puedo tener la boca cerrada. - respondí con un poco de vergüenza.

- Esta bien. Al menos fuiste honesta. - tomó mi vaso, el cual yo ni siquiera había probado y lo bebió.

- Mi anterior relación también fue un desastre ¿Sabes? Ella simplemente me engañó con tantas personas como pudo. - pareció no sorprenderle o importarle cuando dije "ella".




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