Colores

8. Tiempo

"Sentir lo invisible y ser capaz de crearlo."
Hans Hofman

Desperté con un dolor de cabeza horrible, sentía como si alguien estuviera martillando en mi cabeza, pero por dentro.

Demasiado alcohol, demasiadas emociones, para una noche.

Luego del beso y escape, llamé incansablemente a Azul, pero no obtuve respuesta.

Me encontré a mi misma sentada en la barra, bebiendo un vaso tras otro, esperando que eso, hiciera que todo lo que había pasado se borrara.

Me levanté y me encontré con Tobias, haciendo café, era justo lo que necesitaba.

- ¿Cómo te sentís? - preguntó poniendo una taza frente a mi. - Ayer Mariana te encontró en una de las barras, llorando. Te traje a casa casi desmayada. ¿Qué pasó?

- Azul. - dije tomando casi todo el café de un sorbo.

- ¿Todo esto porque no apareció? - bufó. - Amiga era tu cumpleaños, no podes dejar que alguien lo arruine.

- Si vino. - hizo un ruido de sorpresa y abrió mucho los ojos. - Hablamos y... - apoyé las mano en mi cabeza.

- ¿Y? - preguntó impaciente.

- Me besó. - murmuré

- ¿Ella a vos? - dijo con voz demasiado aguda. Asentí. - ¿Me estas jodiendo? No lo puedo creer. - sonrió de costado. - ¿Entonces por qué esa cara?

- Porque después salió corriendo.

- Entiendo... - apoyo los codos sobre la mesa y comenzó a hablar muy suave. - Lil, tenés que entender. Tal vez no sé, sos la primera chica que besa. Debe ser fuerte.

- ¡Entonces me lo tendría que haber dicho! - grité golpeando la mesa. Sabía que estaba actuando mal, que no estaba pensando, pero no podía evitarlo. - No dejado ahí, sola y sin una explicación. Voy a llamarla. - estaba actuando completamente por impulso y no me importaba.

- No creo que sea buena idea.

- Yo creo que lo es. - respondí y la llamé, pero no hubo respuesta.

***

Pase dos horas más llamando hasta que el celular comenzó a dar apagado.

- Mierda. Mierda. Mierda. - grité.

La sensación de vacío me invadió. Sabía que Azul era una persona difícil, complicada, pero... nunca pensé que fuera a hacer lo que hizo

- Lil tenés algo en la puerta. Un envío. Necesitan que firmes. - Tob estaba apoyado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados.

Mire extrañada y se acerqué a la entrada.

- Señorita Gabbana. - dijo un tipo y asentí. - Le pedimos disculpas, esto debió llegar ayer, pero hubo un error en el envío. Lo sentimos mucho. - me dijo el hombre arrastrando la caja inmensa dentro de mi casa.

- ¿Qué es esto? - pregunté consternada.

- De parte de la señorita Denver. - me entrego una tarjeta y luego se alejó. - Que tengan buenas tardes. - saludó.

Me quedé un segundo mirando el papel y lo que tenía escrito.

"Sentir lo invisible y ser capaz de crearlo."
Hans Hofman
Espero que esto te ayude
en tus sueños de seguir creando.
¡Feliz cumpleaños!
Azul

- Abrilo. - mi amigo parecía más emocionado que yo.

Le hice caso, abrí la caja y en ese momento quedé deslumbrada. En mi vida había visto tantos acrílicos, lienzos y pinceles juntos. Era como un sueño hecho realidad.

- Increíble. - logré articular. Volví a tomar el teléfono y a llamarla, pero seguía apagado. - No quiero todo esto. - murmuré con los ojos llenos de lágrimas.

- Lila no vas a devolver esto. Es un regalo. - me dijo Tobías volviendo a cerrar la caja

- Si de una persona a la que no le importó una mierda. - tiré al piso la nota y me tapé la cara con las manos.

- Le importas y más de lo que ninguna de las dos puede creer. Debe haber gastado una fortuna. Amiga... - se puso delante de mí y apoyo sus manos en mis hombros. - En su puta vida debe haber besado a una mujer. Y no empezó con cualquiera, sino vos que, sos lo más diferente a ella que existe. Dale tiempo.

- ¿Tiempo? Esta bien. - rodé los ojos angustiada. - ¿Hasta cuando?

- No sé Lila. Pero al menos deja de llamarla.

- Quiero agradecerle. - mentí.

- Tenés que dejar de ser tan... Lila. - me dijo sentándose en una silla como si nada.

- ¿Eso es un insulto o qué? - me crucé de brazos, molesta

- Me refiero a que sos la mejor persona que conozco - se puso una mano en el cabello y se despeinó. -, pero a la vez la más avasallante e intensa. Tenés que relajarte y dejar que las cosas se calmen.

***

El resto del fin de semana intenté no volver a llamar. De hecho, le entregué mi teléfono a Tob para no caer en la tentación.

Decidí que él tenía razón. No iba a devolver el regalo, por lo que acomode todas las cosas en mi habitación y, cuando quise darme cuenta, me encontré haciendo un cuadro, que lo único que hacia era recordarme a ella. Me insulte mentalmente.

Esto no sólo no estaba bien sino que ya rozaba lo psicótico, pero aún así no pude evitarlo.

El lunes envolví el cuadro y fui sin pensar a la empresa.

- Abel. Quiero ver a Azul. ¿Me dejas pasar? - pregunté poniendo mi mejor cara angelical al empleado de seguridad.

- Perdón Lila pero no puedo, no tenés cita y no nos dejan que entre nadie sin autorización. - me dijo en voz calma.

- Entonces llamala. Tengo que darle algo. - esto no podía estar pasando.

Se comunicó y hablo con alguien

- Esta bien. No se preocupe. - colgó y me miró, casi con lastima, ya sabía que era lo que iba a responder. - Dice que está ocupada que no te puede recibir ahora.

- ¿Cuándo va a poder? - pregunté golpeando el suelo con el pie.

- Dijo que me podés dejar a mi lo que sea que viniste a entregar, que después lo retira.

- ¿Qué? No puedo creer esto. - los ojos se me llenaron de lágrimas de la ira contenida.




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