Colores

9. Arrebato

El gran arte inicia donde la naturaleza termina.” 

Marc Chagall

Había pasado un mes desde mi cumpleaños y mi vida era la misma que antes de ese bendito mural.

Trabajar en la cafetería, llegar agotada, no tener tiempo para pintar, solo algunas horas en el fin de semana...

Esa era la vida monótona y gris a la que me había acostumbrado y que, al parecer, me iba a perseguir por el resto de mis días.

Estaba mirando una película, de esas que había visto mil veces cuando escuché que Tobi llegaba, cerró la puerta con mucha fuerza y bufó.

- Tengo un problema. - me dijo mi amigo acostándose en el sillón y usando mi pierna como almohada.

- ¿Uno? - bromeo.

- Enserio Li. - respondió pegándome con un almohadón. - Necesito tu consejo. - lo notaba claramente compungido, cualquier cosa que fuera, era grave.

- ¿Qué pasa? - comencé a acariciar su cabello y cerró los ojos.

- Voy a cortar con Pilar. - soltó de golpe, sin ningún tipo de anestesia.

- Felicitaciones. - aplaudí alegremente.

- Lila. - me advirtió mirándome con ojos severos.

- Perdón. - me puse muy seria, al menos lo más que podía. - Decime. ¿Por qué?

- Conocí a alguien...

- Mariana. ¿Puede ser? - dije con voz picara y moviendo demasiado las cejas.

- Si. - responde rodando los ojos. - Me gusta, mucho. Y... no puedo hacerle esto a Pillar. Sé que tiene mil defectos, que te cae mal, pero no es una mala persona. - se tapa la cara con las manos y suspira. - Y me siento un bastardo.

- Ya lo sé Tobi. Sé que te hace sentir mal. - saque sus manos de su cara para que me mirara. - Pero si es lo que sentís... Mariana es increíble. Creo que son una pareja hermosa, si me preguntas.

***

- Lila. - gritó Tobías una tarde mientras yo estaba en mi habitación leyendo.

Caminé con desgano hasta la cocina y me encontré con Azul, parada en el medio del lugar.

- Hola. - saludó como si nada.

- Me voy. En un rato vuelvo. Tengo cosas que hacer. - comentó Tobi y desde atrás de ella me guiño un ojo.

- ¿Qué haces acá? - pregunté bruscamente mientras me cruzaba de brazos.

- No sabía que... Tenías novio. - comentó cruzándose de brazos.

- Tobias no es mi novio, es mi mejor amigo. ¿A que viniste? - yo también me crucé de brazos, molesta.

- Quería hablar con vos. - se la notaba nerviosa y, para ser honesta, yo también lo estaba, no sabía con lo que podía salirse.

- ¿Sobre? - comencé a golpear el piso con uno de mis pies, inquieta.

- Lo que pasó la otra vez... - murmuró bajando la mirada.

- El beso. ¿Eso? - asintió sin mirarme. - Bien. ¿Qué quieres decir?

- Es que... - me miró y sus ojos estaban llenos de lágrimas. - Tenés que entender... - se descruzó de brazos y se acercó un paso. - necesitaba tiempo para no sé, pensar. Ordenar mi cabeza

- ¿Ya la ordenaste? - me estaba comportando como una maldita y lo sabía, pero no podía evitarlo, estaba demasiado nerviosa y asustada, como para demostrarlo.

- No. Porque... ni siquiera sé por dónde empezar. Lo del otro día no sé, al principio lo sentí como un arrebato, - se abrazó a si misma; me moría de ganas de abrazarla, pero use todo mi autocontrol para no hacerlo. - algo del momento, pero, con el correr de los días... me di cuenta de que no.

- ¿Qué no que...?

- Qué no fue un arrebato. - dijo frustrada. - No me hagas esto más difícil. ¿Está bien? Ya es bastante complicado.

- No debería serlo. - respondí volviendo a dar un paso hacia ella.

- Es que Lila. Yo no soy lesbiana.

Solté una carcajada ante su comentario: - No entiendo la necesidad de rotular. Una persona es lo que siente. Punto. Las etiquetas solo sirven para juzgar. Qué es lo que sentís. Eso es lo que me importa. No lo que piensan los demás. - se acercó un paso y yo me acerqué otro. - Entiendo que es difícil. ¿Esta bien ? Yo me sentí extraña también la primera vez que me pasó algo con una chica, pero... - reí. - Yo tenía 15.

- Pequeña diferencia. - dijo sonriendo de costado y poniendo los brazos en jarras.

- He tenido mucho tiempo para asumir lo que siento. - en ese momento me volví a acercar y una fuerza imposible de dominar se apoderó de mi. La besé, como si mi vida dependiera de eso. Como si fuera una necesidad vital. Ella, contrario a lo que creí que sucedería, no se apartó, sino todo lo contrario, me devolvió el beso, casi con desesperación, no había rastro de duda.

Cuando nos separaron sentí como si el corazón se me fuera a salir del cuerpo. La vi sonriendo de costado, mirando hacia abajo

- ¿Qué?

- Es extraño pero... es el mejor beso que me han dado en la vida.

Solté una carcajada.

- Puedo besar aún mejor. - en respuesta sólo se mordió el labio, lo que hizo que mi respiración se agitara demasiado. - Escucha. - dije poniemdo una de mis manos sobre su mejilla. - Sé que todo esto es completamente nuevo para vos. Y que necesitas tiempo para adaptarte. También sé que al principio actúe un poco desquiciada. - ella rió por lo bajo.

- Un poco si. - respondió riendo por lo bajo. - Caminé una semana mirando hacia atrás.

Rodé los ojos y reí.

- Estoy loca pero no para tanto. Además... - suspiré. - entendí que necesitabas espacio. - tomé un mechón de su cabello y lo acomodé detrás de su oreja. - Podes quedarte si querés. - me miró sorprendida. - Tobías  seguro que no va a volver.

- ¿Cómo sabes eso?

- Porque le voy a decir que no lo haga. - bajó la mirada y se alejó unos centímetros. - No quiero hacer nada Azul... tranquila. - puse voz picara. - Solo, creo que... tenemos muchas cosas que hablar. ¿No lo crees? - asintió.

- Si. Creo que debemos... conversar sobre muchas cosas. - concordó.




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