Colores

12. Amiga

"Los espejos se emplean para verse la cara; el arte para verse el alma.”
George Bernard Shaw


Estaba en la salida de la oficina, mi idea era sorprender a Azul e invitarla a almorzar. Ese era mi día libre en la cafetería, por lo que podíamos, si ella quería, pasar toda la tarde junta.

Cuando la vi salir comencé a sacudir los brazos por sobre mi cuerpo emocionada y a caminar hacia ella, pero a la vez, un hombre se le acercó; ella se paralizó un momento pero después lo abrazó.

- ¿Qué haces acá? - escuché que le decía.

- Quería verte. Saber cómo estás hermanita. - le respondió. Era el hermano, Azul me había hablado demasiado poco sobre él. Decía que no eran muy unidos y que él siempre la buscaba cuando necesitaba algo. Supuse que esa, no era la excepción.

- Bien. - Azul me miró, yo ya estaba demasiado cerca, por lo que no le quedó otra opción que saludarme, pero lo hizo con un abrazo frío, nervioso. - Ella es Lila... una amiga. Él es Alejandro, mi hermano.

Amiga eso me golpeó como un yunque. El hombre me saludo, pero yo casi no pude reaccionar, seguía pensando en lo que ella había dicho.

- ¿Tenían planes? - preguntó el tipo sonriendo de costado. - ¿Siempre saliendo con amigas vos? ¿Para cuando un tipo? - le dijo y comenzó a reír de forma exagerada. Esa frase me dio asco, era claro que el tipo era un troglodita, pero, Azul, no le dijo absolutamente nada.

- No, no teníamos nada planeado. - le respondió Azul. - Lila, un momento. - me dijo tomando mi brazo y haciendo que nos alejemos un poco. - ¿Podemos vernos otro día?

- No te preocupes. - dije cruzándome de brazos. - Tu amiga siempre está. ¿No? Siempre soy la que tiene que esperarte, comprenderte. Nunca es a mí a la que hay que entender. - la angustia era horrible. ¿Por qué me hacía esto? Yo la quería y ella parecía no importarle nada más que el que dirán.

- Lila no es eso, no entendés...

- Si, entiendo que te da vergüenza. - baje la mirada y al regresarla me mordí el labio para no ponerme a llorar en ese instante.

- No es eso. - quiso acercarse pero me aleje.

- Ahórrate tus excusas. - respondí girandome y dejándola hablando sola.

Yo entendía que tal vez era difícil para ella decirle a su hermano que estaba en una relación, por lo menos complicada con una chica, entendía, a mí también me resultó difícil la primera vez, cuando tuve que decirle a mis padres, pero, jamás había negado a nadie. Nunca le pedí a nadie que se fuera solo por sentir vergüenza.

***

A la tarde espere un mensaje pero no llegó y eso fue lo que más me dolió.

En cuanto recibí el mensaje de Sofía para salir aquella noche, no lo dude.

Me puse los zapatos con los tacos más altos que encontré y el vestido más corto y apretado que conseguí.

- Vestida para matar. - me dijo mi amiga cuando pasó a buscarme. - ¿Viene Azul? - negué con la cabeza.

- No y no quiero hablar de ella hoy. - mi amiga hizo un gesto estilo militar.

- A su orden comandante. - respondió riendo.

A los veinte minutos llegamos a el lugar, un boliche; estaba repleto de gente.

Comencé a bailar como si mi vida dependiera de ello. Necesitaba olvidarme de lo que había pasado esa tarde. No quería pensar en Azul y al mismo tiempo me encontraba constantemente haciéndolo.

- ¿Nos conocemos hace cuánto? ¿10 años? - me dijo mientras me abrazaba. En respuesta asentí mientras seguía bailando. - Y en 10 años nunca te vi enamorada como ahora. - en ese momento me quedé quieta, mirándola con los ojos demasiado abiertos. - Lila, es obvio. - me dijo riendo. - Estás así porque te enojaste con Azul, porque aunque quieras no te la podés sacar de la cabeza. Mira, si fuera otra, ya la hubieras mandado al diablo, pero no, con ella no. Porque es diferente, porque lo que sentís por Azul es diferente.

- Yo no estoy enamorada de nadie. - respondí despeinadome.

- Mientas más mentís más se te nota. ¿Lo sabías? - Sofía comenzó a reír y a la bailar a la vez.

- Sos una imbécil. - le grité por sobre la música.

- Insultarme no va a cambiar lo que sentís amiga mía. - apretó mi nariz con sus dedos. - Por hoy nos vamos a olvidar de Azul y de lo que sea que te haya hecho. Pero mañana vas a tener que enfrentar lo que sentís. ¿Me lo prometes? - puso su meñique delante de mí y lo envolví con el mío.

- Promesa. - respondí.

En ese momento saque mi teléfono y tomé una foto de ambas. La mire por un segundo, estaba bien, por lo que son pensar se la envíe a Azul.

Aún cuando me propongo olvidar y no pensar en vos, lo estoy haciendo.

Para qué sepas, no estoy borracha...

Simplemente no te puedo dejar de pensar y a vos no te importa.

- ¿A quien le escribís? - murmuró un tipo en mi oído. Levante la mirada y ahí estaba, sonriendo.

- A mi novia. - le respondí. Usualmente esa, era la palabra clave para que los hombres dejarán de hablarme, como si se activará en ellos una alarma en la que se les advertía que no iban a poder ganar esa batalla. Muchas veces había dicho esa frase, sin ser de verdad honesta, pero esta vez... lo era. ¿Lo era?

- ¿Y que hace y tú novia que nos está acá? - preguntó riendo.

- No sé. No me habló en todo el día. - respondí encogiéndome de hombros.

- Te tiene de novia a vos y te ignora. Es una tonta. - comentó.

Si lo es.

- Hernán. - se presentó.

- Lila.

Pase todo la noche hablado con él, sentados en uno de los sillones del boliche, mientas Sofía aparecía y desaparecía... muy típico de ella.

Le conté todas mis penas, como me sentía con respecto a lo que Azul me había hecho... sé que su intención era otra, pero... no me interesaba en lo más mínimo, sólo necesitaba una oreja para poder sacarme del pecho todo lo que me estaba pasando.




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