“Sólo hay una cosa valiosa en el arte: las cosas que no puedes explicar.”
Georges Braque
Cada vez estaba más cerca de la fecha límite que me había puesto Carmen para presentar los cuadros; había tenido tres meses para hacerlo y la realidad es que sentía que esa presión me había ayudado a enfocarme.
Solo me faltaba uno, pero no podía encontrar la inspiración, siempre, el primer y el último trabajo eran los más difíciles, lo sabía, crear o desarrollar un concepto era complicado, el puntapié inicial siempre era el más duro, pero, darle fin a ese concepto también lo era, no encontraba nada que pudiera complacerme.
- Vas a tener todo el fin de semana para pensar. - me dijo Azul durante mi cuarto bufido de frustración, delante de mi lienzo en blanco. Se me acercó y tomó mi mano de forma tierna y suave. - Me voy a ver a mi abuela, por lo que no voy a estar por acá, no te voy a distraer. - agregó con una risa suave y la odie un poco por eso, ya que hizo que mi respiración se entrecortara.
- ¿Puedo ir? - pregunté sin siquiera pensar. "Mierda Lila, sos una tonta.", me dije a mi misma. - Sino querés no pasa nada, es decir, a veces me ayuda a inspirarme, hacer cosas nuevas, conocer gente. - me apresuré a decir, no quería que sintiera que la estaba presionando, aunque, llevábamos juntas casi cinco meses y casi no conocía nada de su vida.
- Si. Si, quiero que vengas. - respondió y me quedé sorprendida. - Me encantaría que la conocieras, ella... es increíble. La vas a adorar.
- ¿Cómo están mis chicas favoritos? - Tobias y Mar entraron a la casa cargando un montón de bolsas de comida, desde que ellos dos estaban juntos, mi amigo había experimentado un cambio de humor completamente radical. Estaba mucho más feliz, cosa que le agradecía profundamente a Mariana, ya que su personalidad relajada, amable y tierna sacaba lo mejor de Tobi, le permitía ser él de forma constante, no sólo cuando estaba conmigo, como sucedía cuando salía con Pilar.
Con respecto a ella, desde el día que nos vino a amenazar a casa, no tuvimos más noticias, Azul había quedado bastante perseguida durante semanas, pero luego comprendimos que, no tenía nada con lo que ir por nosotras. Sólo era una chica que no entendía que su novio ya no la quería, era triste... pero, debía aprender a sobrevivir a eso sin querer echarle la culpa a otros por sus problemas.
- Ey. ¿Yo no soy tu chica favorita? - preguntó Mariana apoyando las bolsas en la mesa y comenzando a reír.
- Son mis tres chicas favoritas. - le respondió acercándose a ella y dándole un beso en la mejilla.
- Así está mejor. Tobias, así esta mejor. - le dijo ella apuntandolo con su dedo índice. - ¿Cómo estás con la presentación? - me preguntó acercándose a donde estábamos.
- Sólo me falta uno. - bufé y me solté el cabello, tenerlo atado mientas pintaba me daba concentración, pero después de un rato me comenzaba a molestar. - Pero por suerte voy a tener todo el fin de semana para inspirarme. - me miró sin entender y Tobi, que estaba dándonos la espalda se giró para mirarme mientras ladeaba el rostro.
- La invité a conocer a mi abuela. - respondió Azul rodando los ojos, como si eso no fuera la gran cosa.
- Esto es todo un romance formal. Me encanta. - comentó mi amigo aplaudiendo y haciendo un pequeño baile.
***
El fin de semana arme mis valija y salimos. La abuela de Azul vive a unos 200 kilómetros, por lo que salimos en la mañana, pero no demasiado temprano, cosa que me alegro bastante. Pasamos todo el viaje escuchando música y cantando, más bien, desafinando, pero eso fue lo que lo hizo divertido.
Al llegar, una mujer de unos 80 años, junto con otra, más joven nos esperaban en la puerta. La mayor agitaba los brazos emocionada.
- Zuzu mi niña. ¿Cómo estás? - le dijo en cuanto Azul se bajó del auto y corrió a abrazarla.
- Bien Abu. ¿Vos?
- Excelente como cuando tenia 60. - bromeó y las tres rieron. Yo ante la situación, me quedé cerca del auto, sin mover un músculo, no quería ser demasiado pesada. - Anda Rosario. Este finde me va cuidar mi nieta. - le dijo a la mujer que estaba a su lado, como con orgullo.
- Entonces la dejo en buenas manos. - le respondió. Acto seguido abrazo a la anciana, a Azul, tomó un pequeño bolso que había en el piso y se alejó, al pasar, me saludó con la mano y yo hice lo mismo.
- Entren, entren. - dijo la mujer moviendo demasiado los brazos. - Después sacan los bolsos del auto, eso no importa ahora.
Entramos a la casa, de la cual lo primero que vi era un enorme mueble antiguo repleto de fotos, en, sin exagerar, más de la mitad estaba Azul en diferentes edades, podía reconocerla, ya que esos ojos que tenía y su sonrisa eran completamente inconfundibles e innigualables.
La mujer nos hizo un gesto para que nos sentáramos en la mesa, mientras nos traía unos vasos y una jarra con gaseosa.
- ¿Zuzu no me vas a presentar a tu amiga? ¿Tengo que decirle amiga? - preguntó con una sonrisa pícara mientras se sentaba frente a nosotras.
- ¡Abuela! - dijo Azul poniéndose colorada.
- Azul siempre fue demasiado reservada, soy Cecilia. Un gusto. - me miró directamente a los ojos sonriendo.
- Lila. - respondí con un hilo de voz.
- Mi casa va a estar llena de colores estos dias. - comentó con alegría. - Hacen una pareja hermosa. Lila, querida, no sabes lo feliz que estoy de conocerte. - me quedé con la boca abierta, sin entender absolutamente nada. La mujer suspiró. - Conozco a mi nieta más que a nadie en este mundo, más que a mi misma y hace unos meses que, cada vez que me llama, la noto más alegre y animada que de costumbre, sabía que había alguien especial, era obvio y también era que no quería decirme quien. - le dedicó una mirada complice a Azul. - Cuando me dijo que iba a venir con una amiga, entendí que esa persona eras vos. Ella jamás invita a nadie, no deja que nadie se acerque demasiado. Perdón pero es verdad. - le dijo murmurando. - Y que te haya dejado venir todo el fin de semana, significa que sos algo más que su mejor amiga, que de verdad le importas.