"Arte ofrece la promesa
de plenitud interior."
Alain de Botton
- No sé qué es lo que le pasa Tob. - me acosté sobre su cama frustrada. - No me dice y está distante, distraída. No lo entiendo. Estábamos bien. - me tapé la cara con las manos.
- No lo sé amiga. Azul es difícil, tal vez tiene algún problema en el trabajo y eso la tiene molesta. - me respondió acostándose a mi lado.
- Le pregunté y me dijo que todo estaba bien, pero sé que no es así, que algo me está ocultando, que me está mintiendo. - durante estos meses había aprendido a conocerla, y no sólo en lo que decía, sino en sus gestos. Soy demasiado observadora, gajes del oficio, supongo, me interesa mucho ver las expresiones de las personas y más si me importan.
- Dale tiempo Lil.
- ¿Qué tal si su hermano la volvió a molestar? Si le pide plata otra vez. - estaba sumamente molesta y a la vez frustrada. Me ponía de mal humor que no confiara en mi.
Nos quedamos ahi acostados, hablando de cualquier cosa durante por lo menos dos horas y podríamos haber seguido sino fuera porque mi teléfono comenzó a sonar.
- Hola Azul. - le contesté un poco enojada.
- Necesitamos hablar. - me respondió y se me paralizó el corazón. - Te paso a buscar en diez minutos. ¿Si? - no podía distinguir nada en su voz, era demasiado monótona.
Como había anunciado, a los diez minutos estaba subiendo al auto de Azul, con el terror en el cuerpo.
- ¿De qué querés hablar? - le pregunté en cuanto entré, no había tiempo que perder.
- Acá no. - centenció y eso me dio más miedo.
Hicimos el viaje en silencio, aunque, debo admitir que sólo fueron unas cuadras, tardamos menos de cinco minutos en llegar a un parque enorme.
Azul estacionó y me hizo señal para que bajara y la comenzará a seguir. Camino adelante, y luego de unos metros se sentó en un banco.
Suspiró y comenzó a mover las piernas, estaba nerviosa.
- Antes de que digas nada quiero hablar yo. - empecé hablando demasiado rápido. - Si querés que no estemos más juntas está bien, pero no entiendo el motivo, necesito un motivo, que me digas qué es lo que pasó que hice para que de repente estés distante, diferente, distraída. No me hablas, vivís ocupada. Te conozco y sé que hay algo que te está poniendo nerviosa que te molesta, que te asusta y no entiendo por qué no me dejas ayudarte. - tenía un nudo en la garganta, no quería llorar.
Antes de responder rió y la miré entre nerviosa y extrañada.
- Si. Hay algo que me tiene nerviosa, pero no tiene que ver con vos. - me tomó de las manos y bajo la vista. - Bueno, un poco si, pero no en el sentido que pensás. - se apresuró a decir.
- ¿Qué es?
- Pilar si hablo. Fue con el jefe de Recursos Humanos y le contó todo. Obviamente exagero y dijo que tal vez yo había abusado de mi poder y no sé que otra cosa más...
- Pedazo de...
- Está bien. No importa. Escucha. - tomó mucho aire y siguió. - El tipo dijo que me creía, habló conmigo y dijo que Pilar no tenía pruebas pero que, si llegaba a ir a otra instancia, podía ser que no tuviera tanta suerte. Entonces... me propuso un trato, un acuerdo.
- ¿Qué acuerdo? - pregunté un tanto asustada. Me miró a los ojos.
- Debido a mi historial, que ya estuve en pareja con alguien de la empresa y que ésta sería la segunda vez, me propuso un retiro voluntario. Me ofrecieron un montón de plata, demasiada, para que deje la empresa en buenos términos y que el caso con Pilar quede completamente olvidado.
Me tapé la boca con las manos.
- Decime que no aceptaste. Decime que no te gano esa mina.
- Si acepté. - respondió en un susurro. - Y me dieron la plata.
- ¿Entonces es eso lo que te pasaba? Estabas mal porque te hicieron renunciar. - la abracé, a pesar de que odiaba la situación, me ponía un poco feliz que no fuera que no quería seguir conmigo. - ¿Por qué no me dijiste? - me separé un poco y puse mis manos en sus hombros.
- Porque quería que fuera una sorpresa. - sonrió y no entendí nada. Se paró y sin mediar palabra cruzó la calle, la seguí. - Te presento mi librería/café. - se detuvo delante de un local con los brazos extendidos. - En el momento en el que me ofrecieron el trato acepté, y me puse a buscar un lugar así. - no podía articular palabra, estaba demasiado sorprendida. - El primer piso es un café, el segundo una librería.
- Es increíble. - logré decir. La abracé y besé con demasiada fuerza. - Es tu sueño.
- Si. - respondió con los ojos llorosos. - Y te dije algo de mis sueños. Qué los iba a cumplir pero si estabas a mi lado. - asentí.
- Lo estaré. - sonreí y mire hacia arriba. - Son tres pisos. - comenté. - ¿Qué hay en el otro piso? ¿Depósito? - mi voz sonaba un poco más elevada que de costumbre y lo sabía. Los nervios me estaban matando.
- No. - bufó y me tomó las manos. - Hay un departamento. Voy a mudarme aquí. Y... - hizo un sonido parecido a un suspiro nervioso. - quiero que vos también lo hagas. - le solté las manos y di un paso hacia atrás estaba abrumada y Azul de inmediato se puso demasiado pálida. - Lila puedes decir que no si quieres. No pasa nada.
- Es que... - los ojos se me llenaron de lágrimas. - Si quiero. - me acerqué a ella y la besé, mientas las lágrimas rodaban por mis mejillas. - Si quiero.
- No te quiero presionar. - me respondió sintiéndose, obviamente mal ante mi reacción del principio.
- No. No me presionas, para nada. Enserio. Sólo me tomó por sorpresa. - se mordió el labio ante mi respuesta. - Mañana mismo renunció a mi trabajo y voy a dedicarme el tiempo que sea necesario para que éste lugar sea el mejor del mundo. - mire hacia la marquesina del lugar, el cual estaba vacío. - ¿Cómo vamos a llamar a este lugar?
- Tengo un par de ideas. Pero quiero que sea una sorpresa.
- ¿Más sorpresas? - pregunté sonriendo.
- Todas las que sean necesarias.