“No creo que podamos separar
el arte de la dignidad
y la esperanza humana”
Adrienne Rich
Como había prometido, al día siguiente fui a la cafeteria y renuncié.
No había recibido ninguna propuesta, ni petición de que me quedara, un poco me entristeció, ya que, el trabajo a pesar de que no me gustaba, me parecía que tampoco era tal desastre en ello.
- Espero que tengas suerte con los dibujitos. - me dijo uno de mis compañeros, Héctor, un hombre de unos 40 años, el cual se ocupaba de la caja desde siempre. Murmuré un gracias y me reprimí el deso de explicarle cómo eran las cosas de verdad, pero, no tenía demasiado tiempo, además, no me interesaba demasiado lo que dijera, ya había pasado un día entero intentando que entendiera a lo que me quería dedicar, pero no hubo caso.
Una vez que salí de aquel lugar sentí un enorme alivio. Era como si, después de tantas veces que me había encontrado con el NO de las demás personas, por fin se comenzara a desvanecer esa mala suerte que sentía que me perseguía a todos lados.
Sabía que Azul era la causa de esa sensación, ella me había dado la seguridad y confianza que necesitaba para avanzar y perseguir mi sueño, ese que, hacía unos meses parecía completamente inalcanzable.
- ¿Lista para ordenar? - me preguntó cuando llegué. Tenía todo preparado... ¿Podría ser de otra forma? Asentí.
El lugar, a pesar de haber estado inactivo sólo unos meses tenía demasiado polvo y era un completo caos. Claramente a los anteriores dueños no les interesaba demasiado el aspecto.
- La dueña era una ancianita, al menos eso me dijo el de la inmobiliaria, cuando murió sus hijos intentaron mantener el lugar, pero ninguno realmente se había dedicado a esto y tenían otros trabajos, dejaron que se deteriora hasta que no les quedó otra opción que vender. - dejó una de las cajas en el piso y bufó cansada. - Por suerte quisieron hacerlo con todo lo que había dentro.
- Mi papá te diría que estabas destinada a encontrar este lugar, que era para vos. - respondí desde lejos, mientras barría un sector.
- Yo también lo creo. Fue amor a primera vista.
- Sé de lo que hablas. - respondí mirándola y sonriendo. - ¿No va a venir nadie a ayudarnos? No es que me moleste es que... es mucho para las dos. - me apresuré a decir. No era mala gana, sino que, supuse que, después de casi 6 meses y de que me había propuesto vivir juntas, iba a conocer a sus amigos, ella conocía a los mios. Esta bien, no tenía un gran abanico de gente, pero, eran mi familia y ella los conocía.
Se puso muy roja: - No tengo amigos si eso es lo que querés saber. - murmuró un poco molesta. - Las únicas amigas que tenía dejaron de hablarme hace mucho tiempo. Una tuvo un hijo, se volvió completamente debota de él y lentamente perdí el contacto; y la otra amiga, salió un tiempo con mi hermano mientras yo no estaba en el pais y al parecer ahora me detesta tanto como él. - me acerqué un poco. "Siempre hablando de más Lila" me recriminó mi mente. - No soy buena haciendo amigos. Trabajaba demasiado, me concentraba mucho en lo que debía hacer y... para ser honesta, no me gusta nada eso de salir todas las noches. No soy muy social, como lo sabrás; necesitas tener un mínimo de interés social para tener amigos, cosa que no tengo.
- No te estoy juzgando. - le dije mientras me ponía frente a ella. - Simplemente... - rodé los ojos. - como siempre, creo que te da verguenza, sé que es un problema mío, pero... es lo que me pasa. - tomé mucho aire en el momento que ella me miró e hizo un gesto como diciendo ¿Enserio? ¿Otra vez lo mismo? - Además tenés amigos, Mari, Tob, Sofi.
- Son tus amigos. - corrigió. Se dio vuelta y tomó otra caja, comenzó a colocar libros en ella. - ¿Cómo tenés una librería y los libros no están mínimo ordenados por género? - se preguntó a si misma.
- Son mis amigos, pero también son tuyos, puedo compartirlos. Los tres te quieren un montón y no creo que solo me consideren a mi amiga. Esta bien. Tob y Sofi me conocen hace más tiempo, si, pero el tiempo que conoces a alguien no lo hace quererlo más o menos.
- No soy buena haciendo amigos, ni manteniendo la relación con ellos. - respondió distraídamente, mientras seguía con su labor.
- Porque no hablas. - comenté sentándome en el piso y cruzando los brazos en clara actitud de berrinche. - Pretendes que el resto nos demos cuenta de lo que te pasa por tus caras, las cuales no siempre son expresivas, dejame decir. Un amigo te ayuda si le pedís ayuda y te cuenta sus cosas si le parece que a vos te va a interesar, no si te quedás mirando la nada con cara de aburrimiento. - ni siquiera me miraba y eso me enojaba. - Y eso también va en una relación. - en ese momento si se giró.
- Si no te conté algo es porque quería que fuera una sorpresa. No porque te estaba ocultando algo, porque quería que me siguieras a lo Sherlock o que te dieras cuenta sola. - se cruzó de brazos y con una pierna comenzó a golpear el suelo. - Que te diga que no tengo amigos y que considero que tus amigos no son los míos o que no soy tan amiga de esa gente, al menos no como ellos me sienten, no me hace mejor o peor persona. Nos soy como vos Lila, somos muy diferentes. Tengo mil defectos, lo sé, tengo que cambiar un montón de cosas de mi vida y estoy intentando mejorar, pero si siempre vas a querer que actúe, piense y reaccione como vos, esto no va a funcionar. ¿Qué es lo que querés? ¿Que me convierta en una replica de vos? - eso me había dolido y mucho, mi intención no era hacerla sentir mal y no entendía cómo lo que había dicho se había malinterpretado tanto. - A mi no me molesta que seas extrovertida, ni que siempre parezca que estas cómoda en cualquier lado al que vayas, ni que llames la atención de todo el mundo. No me molesta ni me importa, porque así sos, así te conocí, no te quiero cambiar. Pero parece que vos si. Que querés que modifique todo. - quise responder pero ella siguió hablando. - Necesito salir un rato. No hace falta que sigas limpiando o haciendo nada si no querés. Nadie te obliga a hacerlo. Si te vas dejale la llave a la chica del negocio de al lado.