“El arte no reproduce lo visible.
Lo hace visible.”
Paul Klee
Me llevó aproximadamente veinte minutos llamar a quien quería y convencerlos de que vinieran a la librería.
- ¿Qué hay que hacer? - fue lo único que me preguntaron y todos empezaron.
Cuando Azul llegó, una hora después, las cosas estaban completamente embaladas y todos estábamos terminando de limpiar.
- ¿Qué es todo esto? - preguntó sorprendida.
- Bueno. Llamé a Mariana, Tobias y Sofia porque necesitaba ayuda y sabía que no iba a poder hacer nada de esto sola. En ningún momento les dije que era un favor para mi, sino que siempre era por vos y ya sé que capaz te cuesta, pero para ellos vos sos su amiga, les importas y te quieren. Por eso quieren ayudarte. Mi mamá, papá y sus parejas.... - dije y los miré los cuatro estaban, ahora, sentados, dividiendo los libros por género. - mi mamá me llamó para preguntarme cómo estaba, le conté lo que estaba haciendo y me dijo "En diez minutos estamos ahi y las ayudamos" - los ojos de Azul se empañaron. - Yo no te quiero cambiar y tampoco quiero que seas como yo. Ser como yo es intenso, molesto y a veces... la mayor parte del tiempo, para ser honesta, es frustrante. Lo único que quiero es que dejes de lado esa mochila que tenés en los hombros todo el tiempo, que te hace pensar que todos quieren algo de vos o que te juzgan por alguna razón.
- Gracias. - dijo con un hilo de voz.
- No lo agradezcas. Quiero que entiendas de una vez por todas, que sos una persona demasiado valiosa y que haría cualquier cosa por vos. - en respuesta sonrió de costado y luego se mordió el labio. - Estaba pensando en que este lugar es demasiado aburrido, puedo hacer algo ahi. - señale una de las paredes del lugar. - O mejor... intervenir todo. Va a ser súper llamativo y va a atraer un montón de gente.
- Sobre todo cuando se enteren de que todo lo que esta en las paredes lo hizo una de las mejores artistas del mundo. - reí por lo bajo ante mi comentario. - Se van a morir de envidia cuando les diga que fue mi novia la que pinto todo y que encima fue gratis.
- ¿Gratis? - dije poniendo las manos en la cintura. - ¿Quién dijo algo de gratis? No, no. - acompañé la negativa con un gesto. - Ya voy a encontrar la forma de que me lo pagues.
***
Al día siguiente sólo nos faltaban algunas cosas, pero habíamos acordado que nos tomaríamos un descanso, la jornada anterior había sido demasiado cansadora.
Luego de limpiar casi todo el día, Azul, además había tenido reuniones con los anteriores proveedores del local y aún así a la noche, tuvo la energía suficiente como para quedarse conmigo, mirando una película. No sabía como lo hacía, como no terminaba con algún tipo de colapso mental. Su cabeza funcionaba como una computadora y no existía cosa que se le olvidara o confundiera, me asombrada y a la vez, debo admitir, me generaba un poco de envidia.
Estábamos por almorzar cuando mi celular comenzó a sonar. Era Carmen. Le contesté, pero ella casi no me dejo hablar, la puse en altavoz.
- Ay Lila, te tengo que hacer una consulta urgente. - me dijo, parecía entre nerviosa y preocupada. - ¿Qué es lo que querés hacer con las obras después de la muestra?
- No sé. - le respondí encogiéndome de hombros.
- Mira. Tenés opciones. Una, llevártelas a tu casa y guardarlas. Dos, dejarlas en mi deposito y que yo pueda volver a ponerlas en la galeria de vez en cuando. - la segunda opción sonaba mucho mejor que tener todos esos cuadros en casa. Mientras viviera con Tobi no había problema, todo lo que había hecho estaba en mi habitación, no me molestaba, pero, no sabía como reaccionaría Azul al tener todo eso dando vueltas. Estaba por contestar cuando volvió a hablar. - O la última opción... - hizo una pausa que me exasperó. - Venderlas.
- Carmen eso sería maravilloso, pero no tengo compradores, la única que me hablo fue esa amiga tuya, la primera noche, pero estoy segura de que sólo lo hizo de compromiso, para que no me desalentara. - esa había sido mi sensación, todos habían intentado convencerme de lo contrario, pero, no había forma, yo sabía que esa mujer no iba a comprar nada.
- Lees muy bien a la gente. - me respondió y Azul, que hasta el momento sonreía se puso muy seria; yo no me descepcioné, porque repito, lo sabía. - Pero... hay otra persona, un posible comprador de verdad. - el teléfono, que estaba en mi mano, se resbaló y cayó sobre la mesa.
- ¿Q...qué?
- Si Lila. Hace dos días me visitaron unos amigos míos que viven en Brujas y cuando vieron lo que hiciste, se enamoraron. Me dijeron que querían comprar por lo menos cuatro de tus obras. - estaba muda, sin poder creerlo, al igual que Azul que parecía paralizada. - Los dejé estar, no quise presionar ni hacerme o hacerte ilusiones, pero desde ese día que no dejan de llamarme, de decirme que quieren que hable con vos. Se van en tres días y necesitan una respuesta lo más pronto posible para poder hacer la compra y volverse a su casa con tus cuadros.
- No sé que decir.
- Que si, dice que si, que los vende. - respondió Azul. Carmen rió.
- Muy bien, si querés a la tarde nos juntamos y arreglamos. Te puedo asesorar para que sepas cuanto dinero pedir. Son mis amigos, si, pero mi trabajo es ayudar a los artistas como vos. ¿Esta bien? Podes traer un abogado, a un contador a quien quieras y con quien te sientas segura para hacerle preguntas, yo voy a traer a unos amigos que siempre me ayudan en estos temas. ¿Hoy a las 17? ¿Te parece?
- Si. Perfecto. - volvió a responder Azul. - Vamos a estar ahi. - colgó y yo seguí demasiado quieta incapaz de comprender lo que había sucedido. - Vas a vender tus primeras obras. ¿Entendés eso? - me dijo tomándome de los hombros y sacudiéndose un poco. - Tus cuadros van a estar en la casa de una familia en la otra punta del mundo. Cuando alguien vaya a esa casa y les pregunte ellos van a decir que la artista es Lila Gabbana.