La doctora Green, quien había permanecido en silencio pero observando todo con atención, intervino con una sonrisa divertida por todo lo que había escuchado.
—Bueno, es momento de los análisis, Doctora Ana, ¿podría tranquilizar a su nueva mamá?
Helena se sonrojó todavía más, y Carlos solo pudo levantarse apenado para alejarse un poco de la escena, no sabía qué decir, claro que Helena era una joven guapa, pero no por eso podía atreverse a... bueno...¡proponerle matrimonio en medio de la consulta! y, sobre todo, que fuera su hija quien lo hiciera.
—Sí —dijo Ana feliz, tomando el otro brazo de Helena y mirándola con toda la confianza del mundo—Todo estará bien, solo dolerá un poquito.
Helena le sonrió a Ana, aunque seguía con las mejillas coloradas.
—De acuerdo, doctora Ana, seré valiente...
Ana, aprovechando que su papá se había alejado un poco, se inclinó hacia Helena y le susurró.
—¿Sí vas a ir con nosotros a México?
Helena la miró sorprendida y sonrió, pero suspiró con algo de tristeza.
—Primero debo hacerme los análisis... y como me operaron, tal vez no pueda viajar en avión.
—Mi papá tiene carro —dijo Ana, muy seria y como si acabara de resolver el mayor obstáculo de todos.
Helena soltó una risita nerviosa y apreto suavemente la mano de Ana agradecida.
La doctora Green, viendo que Carlos seguía luchando por dejar de ser un tomate y que Helena no encontraba cómo rechazar la propuesta de la pequeña, intervino con tono alegre y una sonrisa en los labios.
—Bueno, doctora Ana, antes de planear el viaje a México necesitamos estos análisis para asegurarnos de que Helena pueda viajar en las vacaciones, así que, primero los resultados y, si todo sale bien, tal vez Helena pueda llamar al doctor Carlos para aceptar la invitación.
Carlos, que seguía de pie a unos pasos de la camilla con la mirada baja y las orejas rojas, giró rápidamente hacia la doctora Green y despues miro a Helena quien lo miraba con una sonrisa.
—Me parece bien... ¿y a usted, doctor Carlos? —preguntó Helena, acompañando sus palabras con un ligero guiño.
Carlos se quedó quieto, sin saber si Helena realmente estaba aceptando la invitación para ir a México, si le estaba coqueteando o si solo lo hacía para que Ana se quedara tranquila.
Con el corazón latiendo rápido, solo pudo sonreír y asentir levemente.
—Perfecto —dijo la doctora Green con una sonrisa aún más grande—Más tarde, doctor Carlos, déjeme su número y yo le paso el de Helena, ¿de acuerdo?
—Ah... claro... —respondió Carlos, intentando no tartamudear.
—Bueno, por ahora es todo —continuó la doctora Green mientras colocaba con cuidado los datos en los tubos de muestra—Creo que Logan los tendrá listos en una hora, por suerte hay mucho apoyo en los laboratorios en este momento —le explicó a Helena.
—Gracias, Alice —respondió Helena con una sonrisa amable, luego giró hacia Ana, que la miraba orgullosa—Y gracias a usted, doctora Ana.
Por último, Helena miró directamente a Carlos, que seguía con el corazón acelerado, y dijo con la misma sonrisa cálida:
—Y a usted, doctor Carlos.
Carlos le devolvió la sonrisa a Helena.
—¿Podría llevar las muestras al laboratorio Doctor Carlos?, está en el siguiente pasillo, mano izquierda, tres puertas, en la puerta indica que es el laboratorio, allí está Logan le dice que los estudios son banda...—la doctora Green se quedo pensativa un momento, sus ojos parecian advertir algo de miedo, pero se suavizaron mientras continuaba sus palabras de forma mas segura—... de la compañera Helena
Ana, que estaba mirando la libreta como intentando entender para que servian esos datos, levantó la vista sorprendida y miró a Helena.
—¿Compañera?
Helena soltó una pequeña risa.
—Jajaja, sí... soy enfermera, antes de todo esto trabajaba aquí, en este hospital.
—Antes de la operación—dijo la doctora Green, mirándola conun poco de susto— y cuando te recuperes, vas a volver... ¿verdad, enfermera Helena?
Helena abrió los ojos un poco, no conocía bien a Ana, así que no sabía si su comentario dejaría duda en la pequeña, asi que rapidamente intento arreglar sus palabras
—Cierto... aunque la verdad —dijo con una sonrisa en dirección a Ana— ando más feliz sin trabajar.
—Te entiendo —dijo Ana con total seriedad, dándole una pequeña palmadita en la mano a Helena—trabajar en el hospital es muy cansado.
Los tres adultos no pudieron evitar reír al ver la expresión tan seria de la pequeña, que no llevaba ni veinte minutos de "trabajo" y ya se veía agotada.
Después de entregar las muestras y que Helena se retirara del consultorio, los tres doctores continuaron atendiendo a los pacientes que seguían.
Carlos estaba algo preocupado de que las propuestas de Ana continuaran, pero por fortuna los pacientes de la próxima hora fueron, en su mayoría, hombres o mujeres mayores. Las consultas eran simples: querían saber si podían viajar mientras tomaban algún medicamento en particular o buscaban renovar sus recetas para los días que faltaban antes de que llegara Kairo.
—Con esta receta le brindarán los medicamentos sin problemas —dijo la doctora Green al señor Ross, un hombre mayor con diabetes que necesitaba sus medicinas para los próximos días, ya que planeaba visitar a sus hijos y pasar tiempo con sus nietos—También le agregué un par de medicamentos extra para que disfrute sus vacaciones.—Agrego la doctora Green con un rapido guiño al señor Ross.
—Gracias, doctores —respondió el señor Ross antes de salir del consultorio con su receta en la mano.
Ana, que se mantenía sentada al lado de la doctora Green, dio un gran bostezo apenas la puerta se cerró, la pequeña estaba aburrida, durante la última hora solo había llamado a pacientes y escuchado las citas. Había ayudado un poco con la toma de signos, pero nada más, en su rostro se notaba el sueño, aunque, eso sí, cada vez que un paciente llegaba, Ana ponía su mejor cara y ocultaba su aburrimiento con éxito.