Colores

Bandas rojas...

Carlos comenzó a caminar detrás de James, pero en cuanto salieron del pasillo de los consultorios, James tomó el antebrazo de Carlos y lo llevó rápidamente a un cuarto. Este parecía ser un cuarto de insumos, en este había muchos medicamentos, toallas, jeringas... de todo un poco. Carlos lo miró confundido y quiso forcejear, pero la expresión de James era de pánico, así que se dejó llevar hasta dentro del cuarto, James cerró la puerta con seguro detrás de sí, después giró a ver a Carlos rápidamente y, tras suspirar lentamente, comenzó a hablar.

—Antes de ir al código rojo necesito que hablemos —dijo con voz temblorosa y rapido, como si no hubiese tiempo que perder.

Carlos lo miró confundido, el rostro de James era un reflejo de terror, como si lo que iba a decirle fuese demasiado grave.

—Dime —dijo Carlos con una seguridad fingida, porque por dentro empezaba a temer, ya que los ojos de James estaban muy abiertos, parecía estar loco.

—Bien... eh... mira, nadie debe saberlo porque... porque NA-DI-E debe saberlo, ¿sí? —dijo James con las manos temblorosas, colocándolas sobre los hombros de Carlos, intentando mirarlo con seriedad.

—...Entiendo —dijo Carlos con un hilo de voz.

James suspiró y cerró los ojos, giró el rostro hacia el techo como buscando fuerzas para hablar. Después de unos segundos, volvió a mirar a Carlos y abrió los ojos, ya enrojecidos y llenos de lágrimas.

—Has visto las noticias, ¿verdad? Sabes qué es una banda roja, ¿no? —dijo despacio, tanteando lo que Carlos sabía.

—Sí, lo sé... son quienes desean morir antes de que Kairo llegue —respondió Carlos, sin entender bien a qué iba todo eso.

—Bien... —dijo James, con un hilo de voz, respirando con dificultad— ...aquí hay de esos. —Su voz tembló—...hay bandas rojas aquí.

Carlos se quedó inmóvil, con el corazón golpeándole las costillas, durante unos segundos no supo qué decir, después, confundido, preguntó:

—Pero... afuera... hay una bandera blanca.

—Sí... —dijo James, apenas audible—El problema es que son demasiados... ya no caben en los de bandera roja.

Carlos sintió un escalofrío en la nuca y se quedó mudo. Las palabras de James resonaban en su cabeza como un eco frío, y de pronto, un pensamiento oscuro se abrió paso

"¿Vinieron aquí... para morir en familia?"

Era una idea horrible, pero parecía encajar con todo lo que había visto en el estacionamiento, las hileras interminables de carros con adaptaciones para sillas de ruedas, con permisos de adulto mayor o personas con discapacidad...con asientos para bebés... todo parecía una despedida colectiva. La idea lo sacudió: familias enteras, unidas para enfrentar la muerte.

Pero entonces recordó algo más...algo que lo hizo tambalear.

La madre de Olivia Lavoie, recordo cómo había matado a su esposo y a sus propios hijos, como si fueran un estorbo que debía desaparecer de su vida, aquella mujer que había sentido la necesidad de terminar con su propia familia...de terminar con ellos sin compación alguna...y entonces la duda empezo a llenar la cabeza de Carlos...

"¿y si aquí estaba pasando lo mismo?"

De pronto, la visión que tenía del estacionamiento, los bebés, los adultos mayores... todo comenzó a deformarse...ya no era un acto de amor...era otra cosa.

Era el mismo desprecio frío de la señora Lavoie, pero multiplicado por decenas de familias.

"¿Y si... y si los trajeron aquí para sacarlos del camino?", pensó Carlos, temblando. Su respiración se hizo errática, como si no pudiera tomar aire. "¿Y si los bebés, los niños que no he visto, la gente con discapacidad... ya no están aquí? ".

El terror lo atrapó de golpe. Empezó a recordar, uno por uno de los pasillos que había recorrido por el hospital pero por mas que intentaba recordar no había visto a ningún niño, ningún discapacitado. ¿Qué significaba eso? Su mente no dejaba de repetirlo

"Eran un estorbo para sus familias"

Sintió las piernas tan débiles que tuvo que apoyarse en el marco de la puerta. James respiraba agitado, con la mirada clavada en el suelo, y Carlos supo que lo que estaba pensando no era solo una sospecha: era la verdad. Lo entendía todo de golpe, y la náusea lo invadió como una ola caliente.

Familias enteras, sí... pero no para morir juntos, sino para deshacerse de quienes ya no les importaban...o mas bien para deshacerse de quienes nunca quisieron, a quienes decian amar...tal como lo hizo la señora Lavoie.

—¿Carlos? —James intentó llamar la atención de Carlos, pero él seguía en sus pensamientos, completamente aterrado por esa posibilidad... no, por esa realidad.

—¿Carlos? —repitió James, y al ver que Carlos no reaccionaba, lo sacudió con fuerza— ¿Carlos?

Carlos lo miró con los ojos abiertos, como si acabara de despertar de una pesadilla. James aprovechó ese momento para hablar, asegurándose de mantener la atención de Carlos-
—Mira... aquí el problema es otra cosa, no los banda roja en sí.

—¿Qué? —Carlos quedó confundido, si el problema no era que hubiera gente con banda roja en el hospital, ¿entonces qué? ¿qué podía ser peor que eso?, se preguntó.

—Mira... los problemas de salud no se fueron y no se van a ir, no porque Kairo llegue... bueno, sí, pero la idea es intentar darles algo de bienestar a las personas. ¿Estás de acuerdo en que nadie debería pasar sus últimos días en un hospital, no? —preguntó James, sosteniendo a Carlos por los hombros, como si temiera que Carlos se perdiera de nuevo en sus pensamientos.

—Si... de acuerdo... —dijo Carlos, intentando obligarse a olvidar lo que acababa de pensar, tenía que concentrarse en entender qué era lo que James quería decir.

—¿Estás de acuerdo en que la gente no merece sufrir por sus dolencias, por sus enfermedades? —preguntó James, su voz cada vez más apurada, el tiempo les estaba devorando, necesitaba explicarle a Carlos lo que era el código rojo antes de que lo viera, para que estuviera listo... o al menos, lo intentara.



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En el texto hay: apocalipsis, findelmundo, padresoltero

Editado: 15.07.2025

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