-Capitán, el equipo Azul entero ha sido eliminado.
-Teniente, obligue al equipo Rojo a que aborten misión.
-Piden confirmación de la base
-Que se salten el puto manual de los cojones- estalla el capitán al mando de la flota aérea- que se larguen de aquí cagando ostias y que no miren atrás. Nos quedaremos cubriéndoles el culo.
La teniente mira al asiento que tiene delante donde está sentado a los mandos del avión de combate el capitán.
-Sí señor, transmitiré sus órdenes.
La misión de las once aeronaves era destruir una plataforma marítima que estaba succionando el agua del planeta. Dividas en dos grupos de cinco y una al mando de todas no había podido acercarse antes de que cinco de ellas fueran destruidas por las medidas de seguridad antiaérea presentes en la zona alta de la plataforma.
En el momento en que el equipo Rojo empieza la retirada salen varios misiles de la plataforma y se oye el grito de la teniente.
-¡¡¡Capitán!!!¡¡¡Son misiles térmicos!!!
-Distancia
-4 kilómetros y acercándose.
-Avísame cuando estén a menos de un kilómetro.
Y la aeronave empieza a subir rápidamente mientras que los misiles se acercan todavía más rápido.
-¿Qué piensa hacer capitán?
-Apagar los motores y salir de barrena cuando los misiles se dirijan hacia la plataforma aérea.
-Señor tienen que estar a un kilómetro de nosotros cuando paremos los motores, después de esa distancia los misiles captaran nuestro calor residual y nos seguirán de ese modo.
-Si lo hacemos demasiado pronto seguirán a nuestros chicos así que avísame cuando lleguen a un kilómetro exacto.
-Sí señor. Dos kilómetros doscientos metros señor.
-Vale-respira hondo y suelta todo el aire de golpe mientras que coloca los dedos justo encima de los interruptores de arranque- preparado para el apague total.
-Dos kilómetros.
La aeronave sigue subiendo hacia el cielo negro del planeta.
-Un kilómetro setecientos cincuenta metros.
Una pequeña gota de sudor cruza el puente de la nariz del capitán y se le cae al polo.
-Un kilómetro quinientos metros.
Se ponen las máscaras de oxígeno.
-Un kilómetro doscientos cincuenta metros, señor. Ya están aquí.
Los ojos de la teniente están fijos sin pestañear en el radar mientras los números que indican la distancia a la que se encuentra el misil bajan rápidamente.
-¡¡¡Un kilómetro señor!!! ¡¡¡Ahora!!!
No se lo tiene que decir dos veces, el capitán pulsa rápidamente el botón de apagado y el avión cae a plomo. Los ocho misiles se dan la vuelta y se dirigen hacia la plataforma de donde salieron.
-Capitán espere a que se lo diga. Necesitamos que los misiles estén más cerca de la plataforma que de nosotros para encender de nuevo los motores o se volverán hacia nosotros.
-Usted manda teniente.
“¡¡¡Barrena!!! Acelere está a un kilómetro de altura y bajando” empieza a gritar el ordenador de a bordo
-Todavía no señor.
“A setecientos cincuenta metros y bajando”.
-Siga esperando señor.
“A quinientos metros y bajando”
-Un poco más señor un poco más y podremos acelerar.
“A doscientos cincuenta metros y bajando”
-Ya estamos fuera de la distancia señor. Ya podemos acelerar a gusto.
Los misiles siguen directos hacia la plataforma y acaban produciendo explosiones en la parte superior, donde están las defensas antiaéreas de la plataforma.
-Capitán, ¿vamos a por ellos?
-Me acaba de leer el pensamiento, teniente.
La plataforma está sujeta con cuatro patas hundidas en el mar. En la parte superior se encuentra un depósito donde se almacena el agua succionada por un tubo central y a su alrededor las defensas antiaéreas. Debido a que sus propios misiles habían destruido dichas defensas en ese momento la plataforma se encontraba vulnerable.
La aeronave se dirige disparada hacia el tubo central destruyéndolo con un misil. Antes de que pueda hacer otra pasada la plataforma se eleva por los aires gracias a unos propulsores en sus patas y se pierde en el gran cielo oscuro.
-Teniente ponga rumbo a casa.