Comienza la Revolución

CAPITULO 7

CLARISSA MILES

 

Salí de casa corriendo y sin mirar atrás mientras escuchaba los gritos de mi padre mencionando mi nombre. No lo aguanto más, llevo 5 años de mi vida viendo pasar por casa distintas caras de chicos que rondan mi edad y que según lo que el gobierno espera de nosotros, son idóneos para seguir con la descendencia “perfecta”.

 

-Clarissa, no podemos esperar más-miraba el pelo canoso, las ojeras y las arrugas cada vez más marcadas debido a la edad y al estrés al que estaba sometido mi padre desde que cumplí 18 años- sabes que en algún momento tiene que suceder, son las normas.

-Ya sabes lo que opino de sus estúpidas normas- notaba el cansancio en los ojos negros de mi padre, no quería volver a tener esta discusión conmigo- no podemos seguir dándoles lo que quieren Papa, eso significaría seguir condenándonos a nosotros y a las siguientes generaciones.

-Vas a hacer que nos maten.

-Se acabó.

 

Mis piernas agotadas por el tiempo que llevaba corriendo necesitaban un descanso, me incliné hacia delante apoyando mis manos sobre mis rodillas e intentando recuperar la normalidad en mi respiración. Levanté la cabeza, las últimas palabras que mi padre soltó en nuestra conversación resonaban constantemente por mi mente, nunca me había dicho que temía que le mataran por mi culpa. No quiero esto, no quiero seguir sintiéndonos como presas a punto de ser cazadas, necesitamos salir de nuestras jaulas. Ha llegado el momento en el que tenemos que pasar a ser los lobos de nuestra historia.

Bajé la cabeza y mis ojos se centraron en un cartel que no recordaba haber visto antes, sin tiempo de pensarlo y como si de un imán se tratase, mis pies empezaron a avanzar hacia aquel muro. Lo que al principio solo se vislumbraba como un papel blanco con una silueta negra en el centro empezó a coger forma y se transformó en un dibujo de un peón. Mis dedos empezaron a seguir la línea que bordeaba la silueta de aquella pieza negra de ajedrez y fue ahí cuando una sucesión de palabras se abrió paso por el papel.

 

sigue las casillas blancas, es el principio de la partida, es la primera jugada de nuestra última partida

 

Mis ojos recorrieron mi alrededor, buscando alguna persona que pudiera estar relacionada con esto, pero estaba completamente sola.

-Sigue las casillas blancas- volví a leer aquella pista hasta que mi mente le dio un sentido ¿Dónde están las casillas en una partida de ajedrez? - el tablero- mis ojos se centraron en los bloques que conformaban el suelo de la acera por la que me encontraba ahora mismo, buscando encontrar en él la respuesta a aquella pista que había dejado quien fuera que estuviese detrás del peón.

¿De verdad estaba dispuesta a ir tras la persona responsable de esto sin saber si quiera quien o que tipo de persona era? Mi cuerpo respondió solo cuando tras vislumbrar unas pequeñas figuras en forma de cuadrado blancas siguió buscando más.

Arranqué el cartel del muro y con el debajo del brazo seguí el camino que aquellas marcas, hechas con lo que parecía ser un tipo de sello, formaban.

Tras un recorrido de 15 minutos aquel camino llegaba a su fin, dando lugar a una casa la cual tenía un color blanco envejecido debido al paso de los años y que constaba de dos pisos, completamente rodeada por un jardín propio y delimitada por una verja negra.

Alargué mi mano hacia la pequeña puerta que para mi sorpresa se encontraba abierta, entro despacio e intentando no hacer ningún tipo de ruido que pudiese sobresaltar a la gente que estuviese en el interior de aquel lugar. Atravieso el césped de aquel jardín y me dirijo hacia la puerta principal, unos escalones de madera la preceden y cuando me encontraba ya dispuesta para llamar, una voz consigue captar mi atención, no provenía del interior de la casa si no de una puerta de madera que se encontraba a mi derecha y que parecía la entrada a un sótano. Dirijo mis pasos hacia allí y según me voy acercando el volumen de aquella voz va en aumento, me paro enfrente de aquella puerta gastada por el tiempo y con mi mano algo temblorosa doy varios golpes sobre la madera. Al momento se hace presente un completo silencio y tras varios segundos, que parecían haberse convertido en horas, sumida en ese silencio, la puerta se abre, dejando tras de si a una chica que fácilmente rondaba mi edad, sus ojos verdes me miraban de arriba abajo con curiosidad, era el momento de presentarme.

 

-Hola, soy Clarissa Miles- alargo mi mano para entregarle el cartel- y tu debes de ser El Peón.

 

 

 

 




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