Cómo aprender a besar con Eli Brown

22 | El principio.

―Entonces… ¿amigos? ―sonreí incómoda, ya que era lo único que podía hacer por el momento. Estreché mi mano, esperando a que él la aceptara.

 

La observó unos segundos, serio. Sacudió su cabeza momentos después, devolviéndome la sonrisa que le había regalado.

 

―Ese había sido el trato, ¿no? ―contestó― Clases a cambio de una amiga. ―ensanchó su sonrisa.

 

De pronto sentí un peso siendo retirado de mis hombros. El estado de ánimo cambió a uno más ligero, los dos más relajados que antes. Al parecer tanto él como yo estábamos un tanto tensos al no saber cómo tomar el fin de nuestra peculiar relación.

 

Bajé de Orni, ganándome una expresión confusa por parte del rubio, quien segundos después me imitó. Él cerró la puerta, en cambio, yo la había dejado abierta a propósito, como un ancla para forzarme a regresar al asiento del conductor. Rodeé el coche y me paré frente a él, ambos viéndonos sin nada qué decir. Bajé la mirada con un deje de melancolía.

 

Sí, muy dramático.

 

Alzó la mano, captando mi atención. Regresé la vista a su rostro, el cual tenía dibujada una pequeña sonrisa. Me tomó unos segundos reaccionar antes de recibir la despedido.

 

Apretó mi mano un segundo antes de jalar de ella, impulsándome hacia el frente. Me atrapó cuando choqué con su pecho, enredando sus manos en mi espalda y me levantó dándome una pequeña vuelta. Me reí por su gesto infantil y tierno, entrelazando mis manos por detrás de su cuello para no caerme en caso de que él me soltara sin previo aviso.

 

Tampoco es como que me haya alzado demasiado alto, pero solo era como una medida de prevención. No pasó demasiado tiempo cuando sentí mis pies tocar el suelo nuevamente. Él retiró sus manos de mi espalda, pero yo dejé las mías abrazando su cuello.

 

Me di el lujo de observarlo un par de segundos. Hoy llevaba su gorra, como siempre. Mechones de su cabello se deslizaban por fuera de ésta, tapando sus orejas. En verdad no parecía que había algo por esconder al verlo así vestido.

 

―Ya no puedes verme así, panqué. ―me dijo, tirando de las comisuras de sus labios ligeramente.

 

―¿Así cómo? ―Ladeé la cabeza.

 

―Como si me quisieras.

 

Me quedé helada. Traté de no mostrar ninguna expresión, sin embargo, no sé si lo habré logrado.

 

Sus manos tomaron mis muñecas y las retiró lentamente de alrededor de él, soltándolas una vez las había separado. Me sentí cohibida, pero lo oculté.

 

―Pero sí te quiero. ―lo observé fijamente.

 

Claramente pude ver su expresión atascarse un segundo. Sonreí.

 

―¿Cómo no voy a hacerlo? Eres de mis amigos más cercanos. ―lo empujé con mi dedo índice de manera divertida.

 

―Sí, supongo que sí…―rio de manera baja al retirarse la gorra. Carraspeó antes de hablar de nuevo― Vamos a comer algo, ¿quieres? Hay que celebrar la conclusión de esto, será divertido.

 

―De acuerdo, pero con una condición ―el me miró, esperando a que hablara―. Quiero que despejes tu rostro. Ata tu cabello de manera que no te estorbe o acomódalo por detrás de tus orejas, ¿sí?

 

Le quité la gorra de las manos y me la puse yo. Él asintió haciendo lo que le había pedido. Sacó una pequeña liga de su pantalón y se hizo un pequeño moño despeinado.

 

Puntos extra por hacerlo ver más atractivo.

 

Y justo cuando pensé que había terminado, llevó su mano hacia su oreja derecha, donde tenía su aparato auditivo, listo para quitárselo. Lo detuve a medio viaje, quitando su mano del camino. Se sorprendió cuando sintió el jalón de su brazo hacia abajo impidiendo que hiciera lo que tenía planeado.

 

―No, déjalo ahí. Quiero que te lo dejes puesto.

 

―Panqué…― su voz sonaba suplicante y su expresión se notaba más que incómoda.

 

No incómoda, sino insegura. Él estaba inseguro de dejar ver a los demás su sordera. Le di un pequeño golpe a su mano cuando hizo su segundo intento en quitárselo.

 

―Te ves genial así. Te ves completo. Te ves como el verdadero Eli.

 

Puedo jurar que lo vi sonrojarse. Desvió la mirada de mí, pero el resto de la tarde no se ocultó. Por primera vez caminó por las calles seguro y desvergonzado de mostrarse. La primera vez en mucho tiempo.


***

 

A la hora del almuerzo no pude encontrar a Samuel por ninguna parte. Al preguntarle a uno de sus amigos vine a enterarme que no había venido a la escuela debido a que se había sentido un poco mal.

 

Le mandé un mensaje preguntándole si se sentía bien como para vernos hoy. Me dijo que sí.

 

Tomé asiento junto a Jules y Connor, quienes se encontraban discutiendo sobre alguna cosa que no había puesto atención.

 

―Hola, chicos ―saludé―. Tal vez venga Eli a sentarse con nosotros hoy, ¿está bien con ustedes?

 

Los dos callaron abruptamente.

 

―¿Eli? ―preguntó Jules. Asentí― Sí, está bien por mí y tampoco creo que a Connor le moleste tener compañía masculina extra, ¿no?

 

―Para nada, rojita.

 

―Por cierto… ¿qué sucedió con él? ¿Terminaste eso de las clases de besuqueo? Porque no creo conveniente que estando con Samuel tú-…

 

―Sí. Terminó eso, pero quedamos como amigos. ―me encogí de hombros, interrumpiéndola. No creo que sea necesario revelar que fue él quien le puso un punto final a las clases, así que simplemente me lo guardé para mí.

 

Revisé la hora en mi teléfono, un poco ansiosa por saber si él vendría o no. Lo había hecho prometerme que se sentaría con nosotros hoy al enterarme de la ausencia de Samuel. Pienso que sería un buen comienzo para integrarlo con Jules y Connor.



#7955 en Joven Adulto
#33100 en Novela romántica

En el texto hay: besos, aprendiendo a besar, panque

Editado: 23.08.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.