Estaba en el aula de clase, sentada en mi pupitre, viendo fijamente a Eli a través de la ventana.
Llevaba un gorro de lana sobre su cabeza, dejando que algunos mechones de su cabello rubio escaparan a través de él. Su melena dorada me encantaba, más aún cuando brillaba bajo la luz del sol. Extendí una mano hacia él de manera inconsciente, queriéndolo alcanzar.
Solo había sido ayer que le pedí tiempo para mí misma, pero el solo saber que no almorzaremos juntos, ni nos hablaremos, o el hecho que tampoco podré tomarlo de la mano ya me tenía en un estado de ánimo un poco bajo.
Yo tampoco me entendía. Lo extrañaba, lo admito, pero tampoco quiero acercarme cuando estaba así de confundida y a lo que podía leer en su expresión, él también se encontraba algo decaído.
Quise dejar todo de lado y correr a él y confesarle lo que sentía, pero mi cuerpo no reaccionaba.
Eli se mecía sobre sus pies de un lado a otro, dejándome ver el perfil de su bonito rostro. Pareciera como si estuviera esperando a alguien, pero sabía, en el fondo, que esa persona no era yo. Suspiré, apretando mi mano.
―Eli... ―lo llamé en un susurro.
Y como si me hubiera escuchado, terminó dándose la vuelta y su mirada se encontró con la mía, a pesar de la distancia. Lo sentí. Sentí que me vio, realmente me vio.
El estómago se me revolvió. Le sonreí un poco, estirando mis labios, viéndolo desde dentro.
Solo que él no me regresó la sonrisa que le había regalado.
―¿Qué miras? ―preguntó alguien a mi lado. Me sorprendió tanto que boté en mi asiento, volteando para ver quién era.
―Ah, Olivia, eres tú ―le sonreí―. Hola.
―Hola, Dawn. ―dijo ella, sentándose a mi lado con un ánimo tan feliz que hasta me molestó ver que todos los demás estaban igual... y yo, bueno, estaba siendo patética.
Cuando miré nuevamente por la ventana, Eli ya no estaba.
―Estabas mirando al chico rubio, ¿verdad? ―alcé las cejas, sorprendida― Era el único que estaba ahí, pero se fue hace un par de segundos ―se acomodó sobre el asiento para verme mejor―. Es lindo, bastante guapo. ―sonrió, haciendo que sus ojos se achicaran.
Entreabrí los labios.
―Más que solo guapo... ―dejé salir la confesión sin pensar. Carraspeé cuando realicé mi pequeño desliz y suspiré, colocando mi barbilla sobre la palma de mi mano, pretendiendo como si no hubiera dicho nada.
Olivia me miró con expresión curiosa, ladeando la cabeza. Se rio un poco, pero yo no lo hice. Al parecer sí me había escuchado, pero mi mente rápidamente recurrió a otros pensamientos, descartando todo lo demás de golpe.
¿Acaso... él era a quien se refirió ayer cuando le dieron la bien merecida paliza a Samuel? Fruncí mi ceño sin pensarlo demasiado. No podía tener la mala suerte de que mi nueva amiga, además de casi todas las chicas del colegio, también estuviera tras Eli, ¿verdad?
Caquita ultra apestosa.
¿Qué haría si él era a quien se refiriera? ¿Tendría que mentirle y decirle que es mi novio? ¿Que es territorio privado? ¿Que ese producto ya no está libre para el público?
Caquita, Dawn.
Ciertamente no podía decirle que era mi novio por más que quisiera ya que no era cierto y podía correr riesgo de ser desmentida, pero en cambio, sí podía decirle que él ya estaba tomado... de cierta manera, al menos. Eso no contaba como mentira, ¿cierto?
Bien, necesitas prepararte para la excusa que planeas decirle tanto a Olivia como a las demás chicas que aún se acercaban a mí para pedirme que las emparejara con Eli, porque sí, ayer tuve al menos tres o cuatro chicas que se acercaron para pedirme la misma cosa.
Las evité, pero eso no significa que hoy se me acerque al menos una para pedírmelo de nuevo.
Oh, no. No mientras yo esté viva. Luego, la realización pegó, mis neuronas comenzaron a funcionar. Un momento...
Si ella se refería a Eli como el chico que le había gustado ayer, ¿él había sido quien se peleó con Samuel? ¿Eli realmente fue capaz de comenzar una pelea por lo que había sucedido con él?
Oh, Dios mío. Eli realmente golpeó a Samuel. Por mí, la chica que no lo había tratado de la mejor manera. De pronto, me sentí como la peor persona del mundo.
La campana suena, anunciando el comienzo de primer periodo. Rápidamente termino de algunos tragos el jugo de naranja que tenía frente a mí. Cuando le di el último sorbo, casi termino ahogándome cuando veo a Eli y Connor entrar al mismo tiempo por la puerta.
Connor lo veía de reojo, queriéndose hacer el serio y conteniendo las ganas de hablarle, pero no lo hacía por mí, lo sabía. Había intentado hablar con él y Jules sobre Eli ayer por la noche cuando nos encontramos para salir a cenar, pero el rubio no se veía muy contento al respecto, mientras que Jules... era Jules.
Había veces en que ella tenía muy buenas respuestas, pero esta vez se las reservó bajo la excusa que estaría siendo subjetiva si me decía qué hacer porque tenía mucha más preferencia por mí que por Eli, además que ella también lo consideraba un amigo a estas alturas.
Entendía que no quería dañar más la relación si decía algo "indebido".
―¡Dios! Es demasiado guapo, demasiado hermoso, ¿es real? ―chilló Olivia a mi lado, escondiendo su rostro detrás de su cabello. Se descubrió unos segundos después, observando al par de rubios que habían hecho acto de presencia en el aula―. Por favor, dime que lo conoces.
Su mirada no se despegaba de él, quien se acercaban hacia mí junto a Connor. Me convertí en una bola roja de nervios.
¿Ahora qué le digo?
Eli se sentó en el pupitre frente a mí, causándome mariposas en el estómago, mientras Connor se posicionaba frente a nosotras, con una sonrisa de oreja a oreja.
―¡Mi rojita favorita! ―se agachó un poco para revolverme el cabello, poniendo frente a mí un jugo de naranja, porque nunca estaba demás. Sonreí a pesar de lo nerviosa que me sentía.