Cómo aprender a besar con Eli Brown

33 | Cortando el problema de raíz.

Veo la foto que poseo en mis manos sin expresión alguna en el rostro, derrotada internamente.

Estábamos Eli y yo sentados en una banca de la granja. Ambos con múltiples hojas y pequeñas ramas en el cabello con éste revuelto, nuestras caras manchadas con tierra, nuestra ropa desarreglada. Eli no llevaba un zapato puesto y se veía cómo yo sostenía el que le faltaba entre mis manos.

Pero eso no era todo, por supuesto. La cereza del pastel no era ni más ni menos que esa vaca diabólica llamada Tammy. Aún después de perseguirnos a muerte y casi arrancarnos el trasero de una mordida se dio el lujo de aparecer en la fotografía, como si estuviera presumiéndonos que había ganado la batalla. Veía en sus ojos la maldad y hasta juraba que estaba sonriendo.

Tammy, me has perdido.

―Qué dices, Dawn, ¿te gusta tu regalo? ―Jules y Connor se rieron sutilmente― ¡Le hemos preparado una a Eli también! Es un muy buen recuerdo, se lo podrás contar a tus hijos, solo piénsalo: "... y en esta foto fue cuando una vaca me persiguió a muerte junto a su padre, oh, buenos recuerdos de la juventud".

―Debo admitir que eso no sonó nada mal ―añadió Jules a la imaginación del rubio―. Después de contarles lo que sucedió, ¡bam! Llegamos nosotros para enseñarles el video que tomamos. ¿Cómo crees que serán sus hijos? ¿Todos rubios o todos pelirrojos?

―Apuesto cinco dólares a que serán una combinación media, ni tan rubios, ni tan pelirrojos.

―¿Y por qué solo cinco dólares, Connor?

―Es que es todo lo que tengo en mi billetera. ―se rio inocentemente mientras nos mostraba la cartera prácticamente vacía.

Yo solo los miraba en silencio mientras parpadeaba lentamente.

―Todavía recuerdan que estoy aquí, ¿verdad? ―les hago una seña para hacerme notar.

―Oh, sí claro, rojita, ¿también quieres apostar? ¿cuánto dinero tienes?

―¡Connor!

―¡¿Qué?! ―se encoge cuando le atesto un golpe en el brazo― Está bien, lo siento, lo siento ―se acerca a Jules―. Luego terminamos la apuesta entre nosotros dos. ―dice en un susurro particularmente alto que solo hace que me termine riendo.

―Eres imposible, Connor. Además, ¿por qué están tan seguros que tendré hijos con Eli? ¡Ni siquiera pude confesarle mis sentimientos!

Los dos se miraron a los ojos y soltaron carcajadas a los segundos. La pregunta quedó al aire, ninguno la respondió. Tomaron de su bebida y continuaron la charla después de eso.

Tampoco quise volver a preguntar ya que sabía que no me responderían.

Regreso la mirada a la fotografía y esta vez logro reírme ante el recuerdo. Ayer fue absolutamente genial, incluso todo el suceso con la vaca. Logré pasar tiempo con mis amigos, con Eli. Ahora mismo no sabía dónde se encontraba y me moría de ganas de verlo.

Me encontraba nerviosa hoy. Mañana sería lunes, eso significaba regresar a la escuela nuevamente. No me preocupaba por mí, sino por Eli, quien tendría que enfrentarse a varias personas preguntándole por su sordera, de la cual no se sentía cómodo aún. Incluso tal vez también tendría que enfrentarse a gente estúpida criticándolo por su condición.

Samuel se puede irse al infierno.

Sin embargo, intentaría todo lo que está en mis manos para evitar que Eli se sintiera inferior por no tener la habilidad de escuchar como nosotros, me negaba rotundamente. Si una persona no merecía todo lo que le había sucedido, es él, Eli Brown.

Me arrepentía muchísimo de haberlo juzgado al principio por algo que no era, sino que me dejé llevar por el concepto en que lo tenían. Claro estaba que lo único verdadero sobre él era que solo sacaba a las chicas a una cita y no las volvía a contactar, pero ahora sabía sus razones. Nunca pasó más allá de besar a alguna, nunca pasó más allá de decirle un "qué bonita".

No entendía al mundo y las personas que vivíamos aquí. Siempre hablan sobre aceptarte a ti mismo, sobre ser quien en verdad eres y amarte, pero cuando lo haces, cuando te aceptas, te muestras como eres y aprendes a amarte, son los primeros en juzgarte.

En verdad, nadie quiere que seas tú mismo, tampoco que te ames tal y como eres porque eso solo les prueba que ellos no podrán hacerlo así de bien como tú.

Eso sucedió con Eli. Cuando se mostró, lo juzgaron y se encerró en su propio mundo, y ahora que había sido expuesto se veía forzado a tener que enfrentar a todos de una manera repentina y cruel.

Había sido humillado por algo de lo que no debería sentirse avergonzado.

Puse la fotografía en mi mueble con delicadeza, recordando que debía ponerla en algún álbum o un marco para que no se dañara. Observo a los chicos, quienes se encontraban con la mirada pegada a sus móviles.

―¿Alguno sabe dónde está Eli?

Los dos miraron hacia arriba, prestándome atención. Jules arrugó su entrecejo y miró nuevamente su teléfono, revisando algo. Connor simplemente se quedó con una expresión en blanco, alzando sus hombros.

Justo cuando Jules iba a hablar, la interrumpieron algunos toquidos en la puerta de mi cuarto, al segundo ella cambió su expresión por una alegre.

―¿Me estabas buscando, panqué? ―Eli entró a la habitación y se sentó con nosotros, saludándonos a todos― Escuché que preguntabas por mí. ―una sonrisa socarrona abarcó su cara.

Me quedé quieta cuando lo escuché hablar. Solo había pasado un día desde que lo ví, pero oh caquita santísima, se veía muy guapo hoy. Me quedé ensimismada, viéndolo sin regresarle una respuesta. Al siguiente segundo me di cuenta, así que sacudí mi cabeza para componerme.

―Pero tú no puedes escucharnos, amigo ―comentó Connor mientras mantenía la vista pegada a su teléfono aún. Abrí los ojos de par en par, asustándome por lo que dijo. Jules le dio un golpe en la cabeza, uno duro―. ¡¿Y ese golpe por qué?!

―Eres un tonto, Connor. ―dije entre dientes.

Preocupada, volteé a ver a Eli, esperando encontrarme con una expresión triste, pero cuando lo vi, fue todo lo contrario.



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En el texto hay: besos, aprendiendo a besar, panque

Editado: 23.08.2021

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