37 | El principio del fin.

5 meses después…

Estaba sentada en mi asiento con las piernas juntas, brincando de arriba abajo por el nerviosismo. Acomodé mi toga para distraerme un poco, alisándola con las palmas de las manos mientras sentía la textura de la tela gruesa, rugosa y pesada. Anunciaban el nombre de cada estudiante, uno por uno para que pasara al frente para estar oficialmente graduados.

Sí, había llegado la hora, el momento: al fin estaba graduándome de la preparatoria y no sabía cómo había llegado hasta acá.

Yo, Dawn Kay Bardot me había ―casi― graduado de la preparatoria.

Miro a mis lados, buscando a mis chicos con la mirada.  A pesar de que los cuatro estábamos sentados juntos, seguía sintiéndome ansiosa. Susurré el nombre de Connor, quien estaba a mi lado izquierdo, igual de nervioso que yo.

―¿Estás nerviosa? ¿Quieres tomarme de la mano? ―me preguntó en un tono bajo― No te preocupes, yo te consolaré, Dawn, no te sientas nerviosa. ―y tomó mi mano con un agarre fuerte y sudoroso.

Reí por lo bajo porque sabía que no lo hacía por mí, sino por él, claramente. Estiré mi cabeza un poco más y pude ver que del otro lado Jules sostenía su otra mano, calmándole los nervios por igual. Negué con la cabeza, con una sonrisa en mi rostro. Ver a Connor igual o más nervioso que yo hizo que me relajara un poco, y de manera inconsciente, busqué los dedos de Eli, quien estaba de mi lado derecho.

Al encontrar su tacto, entrelacé nuestras manos y de manera instintiva volteé mi cabeza para poder verle. El birrete que llevaba en la cabeza cubría su cabello dorado, pero unos mechones rebeldes lograron salirse.

Eli me regresó la mirada, alzó mi mano y la besó de manera rápida, causando que me estremeciera de manera sutil. Me guiñó un ojo y sentí que casi se me saldría el corazón y no necesariamente por la ansiedad de la graduación. Ese gesto solo, había logrado que me olvidara de todo lo demás.

Basta, Dawn, concéntrate en el evento, pronto llamarán tu nombre.

Alrededor de veinte minutos transcurrieron cuando comenzaron a nombrar a los de mi clase y año escolar. Empezaron llamando a todos siguiendo el orden alfabético. Comencé a entrar en pánico. No tendría que esperar demasiado para que dijeran mi nombre por el altavoz ya que de la “a” a la “d” no había demasiadas letras que las separaran. En ese momento deseé que me hubieran nombrado con un nombre como “Zoe”.

Caquita santísima, por favor deja que termine este día con vida, sin accidentes y con mi dignidad intacta. Es todo lo que pido el día de hoy… no, de toda la semana, incluso de todo el año.

―Alexa Green ―dijeron con voz clara y fuerte, invitando a la chica a pasar al frente. Después de entregarle su diploma y tomarse una foto de recuerdo, pasaron con el siguiente―. Andrea Hill… Argus Thomas…Brian White…

―Dios mío, agárrame fuerte, Dawn, ya casi es mi turno. ―Connor me apretó fuerte la mano.

Unos minutos después, alrededor de diez transcurrieron cuando por fin llamaron al rubio con complejo de infante.

―Connor Cox.

Se colocó de pie de manera automática en cuanto escuchó su nombre por el altavoz.

―¡Presente! ―gritó tan fuerte que llamó la atención de todos; ojos fijos en su figura. Terminamos riéndonos. El rubio no le quedó de otra más que quedarse en su lugar, completamente rojo de la pena. Tomó un respiro, infló el pecho, compuso su postura y caminó decidido hacia el frente. Ah, ahí estaba el Connor de siempre, orgulloso hasta de sus vergüenzas.

Subió las escaleras, como si fuera un modelo y con ese particular orgullo expresado en todo su cuerpo, pasó por su diploma, nombrándose oficialmente graduado de la no tan horrorosa preparatoria. Tomó el papel entre sus manos y sonrió abiertamente para la foto.

Alzó el brazo en celebración de victoria, buscándonos con la mirada. Los tres nos habíamos colocado de pie y le aplaudíamos felizmente, Jules sonriendo como una madre orgullosa. Connor se regresó a su lugar, tomando asiento.

―No fue tan malo, ni estaba nervioso.

Y así fue transcurriendo el tiempo, cada alumno siendo el centro de atención cuando pasaban al frente, cada uno festejando a su manera y con gritos de emoción de fondo de parte de sus amigos y familiares. Sentía el estómago revuelto, porque ahora sí que estaban a punto de llamarme. Era algo inevitable y sabía que no…

―Dawn Kay Bardot. ―se escuchó mi nombre por los altavoces de una forma particularmente alta.

―Caquita, sáquenme de aquí, por favor.

―Levántate, zanahoria, no es tiempo para que te acobardes. ―susurró Connor a mi lado. ―me dio una palmada en la espalda, causando que me hiciera adelante del impulso. Lo miré de mala manera, antes de colocarme de pie.

―Claro, lo dice el que casi se hacía en los pantalones cuando le ha tocado su turno.

A mi lado, sentí el apretón de manos que me estaba dando Eli. Se había dado cuenta que ahora era mi turno.

Y al igual que Connor, tomé un fuerte respiro y miré a mi novio para reconfortarme y encontrar la valentía para pasar frente a todos. Todo pasó rápido: caminando de manera apresurada recogí mi diploma y yo ya quería salirme de ahí cuanto antes.

―Señorita Dawn, espere, ¡la fotografía! ―sentí cómo me jalaban de la tela de la toga para detenerme. Me quedé con las manos al frente mientras retrocedía, una imagen muy graciosa para los demás. Tal cual una caricatura.

¡Vamos, mundo! Solo pedí terminar el día con mi dignidad completa, ¡¿era mucho pedir?!

Con una sonrisa incómoda recibí el flash de la cámara, marcando el fin de esta etapa. Escuché los gritos de mis padres y familia de fondo, llamando la atención de todos los demás, porque sí, ellos eran el doble de ruidosos que una familia normal.

Un poco avergonzada por la atención extra que normalmente estaba acostumbrada a recibir, bajo los pequeños escalones y me dirijo de nuevo a mi asiento, donde los chicos me recibieron con grandes sonrisas y un pequeñísimo abrazo. El evento siguió continuando y pronto fue el turno de Eli, quien al igual que los demás, su nombre resonó por los altavoces.