¿cómo Arruinar Una Boda?

1. Boda N°16

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Se supone que el día de tu boda debe ser el más feliz de tu vida.

Se supone que debes estar emocionada por los tonos del pastel, el diseño del vestido y el velo que guinda de tu cabeza.

Se supone que debes estar en una extraña conmoción de lágrimas y sonrisas.

No es mi caso.

La última vez que sonreí y lloré, fue al ver "¿Cómo perder un hombre en diez días?"(Todos deberíamos tener a alguien que crucé el puente de New York por nosotros) Y el señor que me está esperando en el altar no es Matthew McConaughey, por lo que no estoy precisamente en un éxtasis de risas y llantos como cuando vi la película.

No estoy feliz.

De hecho, tengo un gran problema y es...

¡Tengo ganas de hacer pis!

Si, se supone que debes ir al baño antes de colocarte el vestido. Pero nadie me aviso sobre ese pequeño detalle y ahora siento como si fuese a explotar.

Miro la hora impaciente y pienso si mi vejiga puede soportar los votos, la música y el baile pero estoy segura de que no. 

«No debí tomar tanta agua» Me repito mientras doy vueltas y saltos pequeños por la sala pequeña que antecede la iglesia. Soy como un plumero bailarín que no puede quedarse quieto.

«El que se haga pipi pierde» Reto y mi papá me observa como si estuviese loca.

El tiempo pasa y sólo me siento aun más cerca de soltarlo. Y llevo quince años sin dejarlo salir, he aguantado en clases pero está vez sólo siento que no puedo.

Mi padre me ve y niega con la cabeza, entre decepcionado y alterado. Hago una mueca demasiado grande con el rostro, porque realmente debo liberar todo el líquido que tengo retenido. 

Al final, se rinde y acepta que me voy a desmayar si no llego al baño. Me acompaña al cubículo pequeño luego de pasar por varios pasillos, él envía un mensaje para que atrasen un poco la ceremonia y yo ahogo un suspiro de alivio cuando una señora abre una puerta y veo el dicho baño.

¡Un inodoro!

Siento que los ángeles cantan "Avemaría" y que sobresalen brillitos del sanitario. Agradezco a mi papá con la cabeza y me dirijo al baño dando pasos cortos porque el vestido es demasiado pomposo y está sumamente lleno.

Sabía que las plumas no eran necesarias.

Me empujo hacia adentro con fuerza y me doy cuenta que hay otro grave problema. Mis pies bailan intentando acercarse al escusado.

No llego. No consigo atravesar con el vestido y un sentimiento de desasosiego me invade. Estoy atrapada en el hueco de la puerta. Suelto un suspiro desesperado.

¡Me voy a hacer pis con un baño enfrente! 

 Bufo y de repente siento una fuerza empujándome. Me doy la vuelta buscando a la fuerza divina que ha interferido en mi ayuda, pero al voltear, sólo descubro a un viejo calvo.

¿Dios? No...¡Mi papá!

Mi progenitor colabora. Y al parecer las ganas de que me casé son mayores a cualquier otra cosa porque empuja con todas sus fuerzas, sus manos se estrellan contra la parte trasera de mi vestido y reniego.

—¡Lo vas a dañar! —regaño.

—¡Empuja, Claire! —Y estoy intentando con todas mis fuerzas atravesar ese dicho umbral que definitivamente no fue hecho para vestidos de boda pomposos— ¡Empuja! ¡Qué esta vez si te casas!

Gruño y más por mi vejiga que por la boda entro en el lugar. Mi papá da un salto en el aire y alza su puño con gracia haciendo que le dirija una mala mirada.

Está soñando con librarse de mí. 

Cierro la puerta, y ordeno las distintas telas del vestido y artefactos que contiene para hacer mis necesidades, pero a penas me siento, me doy cuenta de algo y gruño.

No puede estarme pasando esto.

Oigo sus pasos de un lado a otro

—Papá —nombro rodando mis ojos y mirando a la puerta juiciosamente—. No puedo ir al baño si sé que estás ahí  —Le señalo.

Lo oigo bufar a través de la puerta.

—No quiero que nada malo ocurra. —Y con eso, se refiere a mí. No quiere que yo lo arruine.

—No haré nada. Sólo necesito liberar ¿Puedes darme espacio?— pido y con refunfuños lo oigo alejarse, mascullando cosas que no entiendo.

Suspiro y dejo salir todo, en cascada. Puedo respirar cuando lo he liberado todo. Y sentada en el trono, me permito pensar acerca de la boda.

No me hace mucha ilusión, realmente. Cundo lo haces por décima sexta vez todo pierde la magia. Los vestidos parecen opacos. Las joyas sólo son accesorios. Y lo único verdaderamente bueno es la parte en donde te divorcias y te quedas con todo el dinero, pero eso no se puede dar, porque ni siquiera llego a dar el "Si".

Odio la palabra "si", y más en las bodas.

Me produce escalofríos. Algo que tanto anhelar y odiar al mismo tiempo.

Ahora que lo pienso, hubo una época en donde las bodas eran importantes para mí, ya no.

Esos tiempos de gloria cuando soñaba con comedias románticas quedaron en el pasado. No lloro si sale mal y tampoco sonrio muchas veces.

Soy adulta.

Estoy jugando en las ligas mayores. Debo colocarme seria y afrontar mis decisiones. Vivo lo que me toca y lo afronto a mi manera.

Si hay algo de lo que puedo estar segura es que, es tu vida y tus decisiones. Tú decides que hacer, nunca debes dejar que te lleve la corriente.

Sin embargo, aunque pienso esto, no puedo evitar dejarme llevar por otra cosa: los nervios.

¡Voy a casarme, Anapau!

Entro en un mini-colapso al asimilarlo.

La palabra con C ahora me produce escalofríos.

Estoy a punto de casarme y no estoy teniendo los síntomas que debería tener.

¿Felicidad? ...¿Se come?

¿Emoción? Creo que la tengo, pero no por los motivos que debería.

¿Tristeza? La siento, un poco, pero...por el novio.

Balanceó mis zapatillas con margaritas mirándolas a través del vestido, es lo único que pedí a mi marido, mis zapatillas, las que me han acompañado siempre.  Me limpio y me veo rápidamente en el espejo un poco antes de salir por el pequeño espacio.



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En el texto hay: risas, bodas, desastre

Editado: 28.12.2023

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