¿cómo Arruinar Una Boda?

10. Tratos

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Claire

—¿Qué te hace pensar que me importa que me necesites? —Una risa burlona sale de mis labios.

—Debería importarte cuando suplantaste mi identidad en el correo. No sé quedará indemne —Una sonrisa se planta en mis labios y repiqueteo en el asiento con mis dedos.

—Me gustaría saber de que hablas, 20%. Pero sinceramente no prestó atención a cosas inútiles y los problemas tuyos y de tu empresa lo son para mí. —Volteo a través de la ventana y las nubes blancas me recuerdan al vestido de boda.

La bilis me sube a la garganta.

—No creo que quieras que vuelque mi furia sobre ti. —Oigo como su voz mantiene su tono y sin subir hace que un escalofrío recorra mi espalda.

—No creo que amenazar a una pobre novia con las hormonas al 100 sea algo que debas hacer —recomiendo y recuesto mi cabeza del respaldo—. ¿Sabes? Hackeó un correo aparentemente indetectable. No la pongas a prueba.

—Lo admites. —afirma y niego.

—Hablo en nombre de la pobre novia. —De pobre no tengo nada, más pobrecillo será el novio si la boda se concreta.

—Entonces, ¿Otra boda, Claire? —La mención hace que mis dientes chirríen.

—Otro ataque al corazón al novio querrás decir.

—No deberías confesar asesinatos por teléfono. Cualquiera podría grabar la llamada ¿Lo sabes? —cuestiona y detecto la ironía en cada una de sus palabras.

—Tú y yo sabemos que primero llega el hombre a Marte antes de que está conversación salga a la luz… —Una sonrisa se forma en mis labios.

—A menos que grabé esta conversación. —sugiere.

—Entonces, yo publicaré esas fotos comprometedoras que te tomaste en secundaria. —El bufido de enojo me causa gracia.

—No juegues con fuego.

—Sólo ten en cuenta: Nada desaparece de la red.

Y así es. Todo queda. Nada desaparece. A menos que nunca haya sido descubierto. A menos que nunca nadie haya sabido. A menos que sea el mejor secreto guardado.

—Necesito que me ayudes. —repite y mi ceño se frunce con fastidio.

—  ¿Por qué habría de querer ayudarte? Tengo mis propios problemas, 20% —Me interrumpo con gracia—, o debería decir, 15.

Casi puedo oir la sangre burbujear del lado de su línea.

—Te ayudaré con tus problemas. —Rodeo uno de mis cabellos ondulados con el dedo y lo pienso.

—No serías capaz. —medito.

—No me has probado nunca. —Me hace saber y enarco una ceja.

—Tampoco es que te sirvan en las cafeterías. —Rió de mi chiste y lo oigo chistar.

—Hablo enserio, Claire. —Me enserio.

—Entonces…¿Sabes a pollo? —Me carcajeó y oigo como su respiración se torna irregular.

—Sé una persona normal por una vez en tu vida, Claire —Ruedo mis ojos porque él no me ha conocido el resto de mi vida para saber como he sido. Pero leyendo mi mente, recita—. Claire Blunt, 23 años, postgrado en pastelería, 3 cursos con honores de cocina, dos trabajos, uno en un restaurante en mariscos, otro en uno de comida tailandesa. Progenitor, dueño de las empresas Blunt y de casi la mitad del mercado. Tonta. Risueña. Soñadora a morir. Todavía cree en la democracia. Y piensa que cada quien puede ganar lo que quiera siempre y cuando se esfuerce para ello —Mis labios se tuercen—. Ah, su madre se suicidó cuando tenía un año ¿Me faltó algo?

Mis piernas se cierran y busco paz porque quiero mandarlo a la mierda. Pero repito, no es el primero  que ha intentado llegar a mí.

—20%, 27 años. Dueño de empresas W%E o debería decir ¿Co-dueño? —Río para mis adentros—. Graduado en economía, contaduría, administración de empresas y publicidad. Ha hecho grandes inversiones que han resultado bien, y fue multado de… ¿Cuántos? 10, no…16 casinos —Maldice y agradezco tener contactos en las Vegas—. Al parecer la suerte está de su parte. ¿Padre? Mmm Muerto, un infarto al corazón. ¿Madre? Desaparecida ¿Cierto? Aunque ya declarada muerta por falta de pruebas. Dime 20%, ¿Qué se sintió enterrar un ataúd vacio?

—Te voy a jodidamente aplastar. —Me dice.

—Cuidado, recuerda que cuando pisas hierba mala, no muere, persevera. —Le hago saber. Y es lo que me faltaba entender. Solo debo perseveras, sobrevivir hasta que la marea baje.

—Voy a destruirte.

—Quiero verte intentándolo.

El silencio se mantiene y sólo oímos nuestras respiraciones por el auricular.

—¿Entonces, nos ayudamos mutuamente?

—Es un hecho, 20% —Sé que le fastidia.

—Tengo un nombre.

—No me interesa.

Cuelgo.

No se empatiza, ni se es amable con el enemigo. Y eso es lo que somos, puesto que me juzgo y sigue juzgándome.

Detesto no poder elegir sobre mi estado civil. Asi que lucho por hacerme un camino en todo lo demás. Nadie me desvaloriza. Nadie me cree menos. Y nadie me intenta rebajar porque no lo voy a permitir

Le envío un mensaje con la fecha y hora del encuentro.

Hoy, más tarde.

Decido no faltar al trabajo de comida tailandesa. Y me dirijo al lugar, mi cabeza sigue llena de problemas y sigo estresada.

Pero debo tranquilizarme, debo detenerme antes de explotar.

El ritmo con el que manejo el auto es pasable y cuando llego al establecimiento, mi jefe asiente. Entro y comienzo a hacer pedidos.

Aguanto por mi sueño y me pregunto que tanto habrá investigado Demian acerca de mí.

¿Qué tan profundo y qué tan muerto?

.|.

Conforme pasa el tiempo, mi humor va mejorando. Generalmente tengo tiempo para planear la destrucción de las bodas y ahora sólo tengo tres días. 

Creo que más que detestar la boda, odio como me ata, lo que significa.

Terminó el turno del restaurante de comida tai. Y me marchó en dirección a la cafetería en la que hemos quedado Demian y yo.

Queda a tan sólo unas cuadras y observo caminar a las personas.

Siento que mis problemas son grandes, pero los de todos también. No soy la única que los tiene, y la única que tiene que sublevarse delante de ellos. No podemos menospreciar nuestros problemas, aunque hay gente que la pasa peor.



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En el texto hay: risas, bodas, desastre

Editado: 28.12.2023

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