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Demian.
—10% entrada con una suite presidencial, residencia permanente si así lo desea y con todo cargado a mi cuenta —repongo mientras repiqueteo en el escritorio de caoba.
—4% la reciben como una reina, todo lo que ella quiera se hace, si le pega la gana que el sol no salga, el sol no sale. Y como anteriormente dijiste todo está pago.
—7% —repongo—, y cumplo todo lo que has dicho.
—2% y porque hoy me siento como un hombre caritativo.
—Eso es un trato insulso —señalo mientras los nudillos se me blanquean.
—0,5% y estás ganando más tú que yo.
—Será usted un hombre muy caritativo pero yo no necesito de su caridad —Antes de colgar, tomo una honda respiración, sospesando la propuesta que voy a realizarle a Karem—, deja que venga, los gastos van de mi parte.
—Pero ¿Qué veo aquí? —se pregunta en un tono sorpresivo e insultante—. Demian preocupándose por alguien más que no es él mismo. Al parecer, Claire si cambia a las personas.
Ignoro sus palabras.
—Ajuste de cuentas —Es lo único que digo, y esas palabras son suficientes para que él lo entienda, su silencio me afirma que es así.
—La utilizaste —dice. No distingo el sentimiento en su voz, no parece dolido ni enojado, dubitativo, tal vez.
—Ambos somos lo suficientemente inteligentes para saber que a Claire no se le puede utilizar —respondo mientras saboreo las palabras en mi paladar.
—Eso sinceramente no me lo esperaba —aclara su garganta con un tosido antes de utilizar aquel tono serio que emplea en las reuniones—. Tuviste que utilizar a mi hija para llegar a mí. Poco original —se queja—. Repetitivo. 3/10 por el intento. Te llevas el premio por participar.
—Lo que haga o deje de hacer no es tu problema —Doy una vuelta en la silla mientras reservo la suite para Claire. Me siento extremadamente ridículo.
—Lo es, cuando quieres que los inversionistas dejen de trabajar conmigo. La vida es así, tomas elecciones y te sometes a ellas, es él o yo —Imita mi voz pero es incapaz de alcanzar mi tono grave y perfecto que sus cuerdas vocales no le ofrecen—. Pareces una ex novio en crisis, Demian. Humillante.
—Señor Blunt, estoy sorpresivamente ocupado y me acabo de percatar que el día de hoy anoté en mi agenda no aguantar pendejadas de nadie —Sonrío a boca cerrada antes de colgar.
Es una mierda.
La situación está de la siguiente forma, yo proveo a un 90% de la población de bebidas, agua, para ser más específico, perfumes e incluso cuando con una cadena de restaurantes. Estoy extendido a lo largo y ancho del globo terráqueo. Hay gente que a su vez desea invertir en mí, yo los hago ricos, haciéndome aún más rico a mí. Pero estos inversores, no sólo trabajan conmigo, sino con cientos de empresarios más, entre los cuales destaca, el padre de Claire.
Es él o yo.
Ridículo. Quizás.
Pero ya quiero mi empresa de vuelta y si lo único que puedo hacer es quitarle todas sus fuentes de ganancias para que me devuelva las mías, lo haré. Los cinco inversionistas han empezado a hacer locuras con sus partes, y sé que falta poco para que Karem vaya por el mismo camino, las decisiones siguen sin poder tomarse sin mí, pero detesto tener que compartir, no lo hacía de niño. No voy a comenzar ahora.
El teléfono de la oficina suena, sacándome de mis pensamientos. La secretaria, Georgia, impulsa su suave voz a través del interfono.
—Ha llegado su cita de las seis.
Mis postura se enerva de manera automática y siento la tensión ubicarse en mi espalda. Me acerco al escritorio y ubico mis manos sobre él, para ocultar la mayoría de cosas que allí están. Sé con que clase de personas trato y no me sorprendería, hallar alguno de los documentos haciéndose viral en la red. Todos tenemos negocios no tan limpios.
—Indicale que puede pasar.
Mi orden es suficiente para que la puerta de manera negra se abra dejando a la vista, una figura alta y curvilínea, su cabello negro cae en cascada hasta su espalda, y su postura recta me recuerda a cierta castaña, lleva pantalones ajustados y una chaqueta de cuero que combina con las botas de tacón.
—Es un placer trabajar… —Mal inicio.
Las personas que intentan halagar a otras para que estás sean amables, me parecen carentes de sentidos. Eres lo que eres, no lo cambias por quien sea que trates.
—Al grano —tajo de una vez. No me gustan los rodeos. Y mientras más tiempo pase en mi oficina, más probabilidades de que deje algún objeto electrónico.
—Es usted un hombre productivo —afirma mientras me limito a jugar distraídamente con mi lapicero—. Su investigación está en curso —establece y mi atención se queda en su rostro—, no sabemos en dónde están los cuadros pero si conocemos que existen, su padre y tío los crearon en caso de emergencia. El de su padre está en su casa, el de su tío está extraviado, no se sabe con certeza en que lugar puede estar, sólo sabemos que está en este continente, por lo pronto. Se avisto de aquel en un campus cercano, pero tan pronto como apareció, desapareció. Es como si fuese una señal intermitente, alguien la tiene en su poderío.
—Dígame algo que no sepa —El tema coloca mi humor de una tonalidad oscura.
—Ese alguien es una chica, siempre está encapuchada. Pero mide alrededor de 1.78, su complexión es liviana y delgada, no sabemos el color de su cabello y nunca deja ver su rostro ¿Conoce a alguien con las características mencionadas? —El que pregunte me hace negar con la cabeza.
—¿Su trabajo no es saber si la conozco? —cuestiono de vuelta. Ella sonríe.
—Es usted un fantasma, señor. Saber dónde está, a dónde va, y cuando lo hace es casi imposible —admite.
Sonrío para darle tranquilidad.
—En ese caso, hagan bien su jodido trabajo e investiguen como deben. No son tan infalibles como dicen ser —Me le burlo pero ella se limita a encoger sus hombros.
Editado: 28.12.2023