RESUMEN DEL CAPÍTULO ANTERIOR: Claire y Demian viajan a Portugali. Allí se hospedan en el mismo hotel y habitación. Luego, Adler (pelirrojo) le cuenta a Claire que está saliendo con alguien y a ella le dan tres mini-infartos. Luego se encierra en el baño
Ahora sí...¡Disfruten de la lectura!
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Claire
El dolor de un corazón roto se asemeja al vacio, la caída al vacío, como si nada estuviese sujetándote, y sólo estás cayendo y no dejas de caer.
Se siente como si esa persona hubiese estado sujetándote, manteniéndo unida a ella, y ahora de pronto, te suelta, y flotas por la orbita planetaria de los sentimientos, recibiendo meteoritos de desilución, estrellas resplandecientes de dolor y centellas de rabia.
Sientes dolor. Y sobre todo, no te sientes suficiente. Te preguntas ¿Por qué ella? ¿Por qué no tú? Porque sabes que eres fantástica, pero no sabes como hacerle saber eso a él, o tal vez él lo sabe y no ha desarrollado ningún interés. Porque ahora tus muslos se sienten demasiado gordos, tu cintura no lo suficientemente estrecha, tu cara con una forma extraña y tus curvas como una comedia de risa.
Dudas de cada parte de ti, y si bien eso no es culpa de la persona que te enamoras, suele ser de la sociedad. Que cada día nos dice como deberíamos ser o como no deberíamos. Que critica si tenemos kilogramos de más o si los tenemos de menos, un número definiendo nuestra cintura como si eso fuese lo único que cabe destacar, un porcentaje de belleza y una locura como poder medir tú hermosura a partir de unos parámetros imposibles de alcanzar.
Te enfrentas a inseguridades enterradas en los profundo de ti, que salen a la superficie. Te enfrentas a los miedos. Te enfrentas al ardor en tu pecho y a la sensación de perdida.
Tal vez es que a veces dos personas no pueden ser, incluso aunque lo intenten. Tal vez se trata de destinados, y tú y él no lo están.
Pero el que sea así, no resta que no duela, quema, arda, y que sientas como el vacio te llama. No resta que te sientas como la chica a la que no eligieron. Desplazada. Como el plato que es dejado de lado.
Si. El sabor de la derrota y el desamor es amargo.
—¡Ya no podía soportar! —canturreo mientras el champú con olor a fresas del baño se ubica en mi mano como micrófono—. Tú tanta falta de querer.
Hay mucha falta de querer en el mundo, pero no debemos soportarla, incluso aunque está se nos sea dada en migas. Nadie merece conformarse con migas cuando puede recibir el banquete completo. Nadie merece ser el segundo plato cuando podría ser el primero.
Porque de eso se trataba, de que Adler no podía quererme lo suficiente. Y yo, no podía quererle de la manera en que había querido la primera vez, dandolo todo sin reservas. No podíamos ser, y sin embargo, mi garganta se irrita al cantar una nota más alta y mis cantos se convierten en un pequeño sollozo, pero sigo cantando, no dejo hacerlo, porque entonces, cuando lo haga, aquello me habrá derrotado y no estoy reparada para dejarme vencer por lo que siento.
Siempre me han enseñado que debo ser fuerte, que las emociones las llevo mejor encerradas en mi interior que reluciendo por fuera. Muestro lo que quiero que vean pero no lo que realmente soy. Muestro una mentira pero nunca dejo ver la realidad.
Bajo mi cabeza como si estuviese en un concierto y meneo mi cabellera intentando ahogar con música los sentimientos que amenazan con desbordarme.
Luego de cerrar la puerta y que tiempo después me trajeran la botella de vino, comencé a beber con mucho control y escuchar música que ayudará a desahogar un poco de lío que tenía por dentro.
Aún duele pero al menos puedo sacarlo de mi cuerpo mediante chillidos que no están afinados pero me hacen sentir medianamente mejor.
—Sal del baño, cantante desafinada —vocifera una voz ronca del otro lado de la madera proseguido a unos aporreos de la puerta pero la ignoro, porque cuando escuchas voces desde el otro lado, no debes responder.
Mi corazón duele como si dagas fuesen disparadas para dar al centro. Y debe ser tonto tener una reacción tan grande por algo como una simple cita. Únicamente sucede que yo deseaba esa cita. Ese bueno, quizás, ella podría valer la pena. Porque me la he pasado toda mi vida, teniendo citas que planea mi padre y viendo pasar prototipos de chicos que ven cada una de las cosas de las cuales podrían sacar provecho si están conmigo pero no a mí. Yo quería la cita y la oportunidad. Pero no es mía y tampoco podía serlo, porque ninguno de los dos se merece tener una relación, en donde uno no sabe lo que está dispuesto a dar y el otro, sabe lo que da pero no es demasiado.
Él merece que lo quieran completo y yo sólo puedo querer a la mitad ¿Quién podría querer a alguien que está hecho pedazos?
—Te conocí un día de abril, un día común —Canto de nuevo y me muevo al son de la canción, pero aún así no puedo evitar las lágrimas saladas en mi mejilla.
La voz sigue llamándome, pero yo lo sé. No se escucha a las voces del más alla.
—¡No voy a abrir la puerta! —Alzo la botella que me fue entregada a los minutos de haberla pedido y por medio de una abertura pequeña. Sé que puedo hacer muchas cosas con ella, ya me la bebí, ejemplo de ello.
—Claire —sisea la voz al otro lado.
—¡No digas mi nombre, demonio! ¡Para allá, satanás! —Me muevo a la ducha y me pregunto si podría enfrentarme al demonio. Quiero decir, si intento darle golpes en nombre de Dios, debe funcionar.
Me tambaleo en dirección a la puerta y trastabillo cuando la veo abrirse sola...Ese demonio.
Alzo mi botella y apenas avisto unos pelos de color negro doy un golpe con fuerza que hace que el ser maligno suelte un gemido de dolor.
Claire: 1 Demonio: 0
—¿Qué mierda... —escucho preguntar y estoy a punto de dar otro golpe cuando mi muñeca es atrapada y el demonio de ojos verdes la alza para llevarme contra la pared de cerámica. Me remuevo y bufo disgustada cuando me doy cuenta que estoy inmovilizada, una de sus manos sujeta mis muñecas y la botella cae al sueño con un ruido sorde.
Editado: 28.12.2023