¿cómo Arruinar Una Boda?

21. Amor no correspondido


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Claire
 


Hay una línea pequeña que divide la realidad de las cosas con lo que sentimos acerca de ellas. 

Nuestra perspectiva acerca de las cosas.

Una línea delgada que pasa de hacernos protagonistas a antagonistas.

Puedo afirmar con seguridad que, justo ahora, la chica con la que sale Adler, es la villana en mi historia. 

Podría considerarla de esa forma, aunque ella no sea mala, sólo porque me impide obtener algo que yo deseo para mí. Sin embargo, el hecho en sí, es que ella únicamente sale con alguien, ella no puede saber que a mí me gustaba, ella sólo esta sintiendo y yo no puedo culparla por eso.

Todo depende de la perspectiva. Y eso me tiene reconsiderando las cosas. Y llegó a la conclusión de que entonces, la historia es así:

Chica conoce a chico.

Chico le gusta chica.

Chica le gusta chico.

No Claire en la ecuación. Y eso está bien, porque no siempre podemos ser los protagonistas de las historias de otras personas, sólo protagonizamos la nuestra. Me doy cuenta que debo enfocarme más en mi historia, sin embargo, eso no impide que este nerviosa en el restaurante de mariscos esperando por conocer a la chica que se robó el corazón de Adler.

Luego de una noche interesante con el pelinegro, en dónde él me explico las reglas de un juego, en dónde ninguno de los dos ganó, porque no jugamos ya que él recibió una llamada importante. Volví a mi adorado país.

Apenas llegué de mi viaje, la recibida con globos en casa de mi padre casi me hizo reír, la pancarta que decía ¡Bienvenida del infierno! No distaba mucho de la realidad. Mis amigos sólo pueden buscar una excusa tras otra para beber hasta perder la conciencia, no me quejo al respecto. Los abrazos me reconfortaron y estoy intentando reorganizar cada aspecto de mi vida que no me hace feliz, los trabajos para conocer acerca de las distintas comidas, han hecho que alcé mis horizontes, y ahora estoy en uno de comida japonés, como dejé el de tai, y descubrí lo extraño y exótico de la comida venezolana. También he estado viendo un psicológo virtual, lo cual es bueno, porque creo que tengo esperanza, Antón cree que sí, y yo voy a creer en Antón, porque justo ahora creer en mí es complicado.

Si, estoy haciendo cambios. Por eso, estoy aquí, en este restaurante que desprende agradables olores que me tiene dudando con la idea de meterme a la cocina o huir aora no enfrentar a la pareja.

La antigua Claire habría argumentado que tendría que alimentar a sus peces gatos, llamados perros para salir de la engorrosa situación, pero está no, está Claire, está enfrentando aquello que le aterra, mi psicológo me aconsejó que si no estaba preparada para esto, esperará, pero no le hago caso en todo, y por ello, estoy con un vestido blanco entallado a mi cuerpo con un cierre lateral, porque aún no he podido dejarlos y una postura más recta que una carretera recién pavimentada.

Llevo lentes oscuros por el sol radiante que hace afuera y para no dejar ver mis emociones, trabajo en ello.

Estoy nerviosa y lo refleja el movimientro redondeado que dibujo con mis tacones negros, que está vez no me han llevado a un lugar bonito.

El mesero ya ha pasado dos veces a preguntar si deseo algo, y empiezo a sentirme como a esa persona que dejan plantada sin explicación y ni siquiera tengo pareja o posible ligue.

Debería salir más. Aunque debo admitir que la idea de los gatos me tienta, porque los gatos no juegan cosas locas, tampoco se casan y tranquilizan sus latidos ¡Mejor tengo gatos!

Un carraspeo me hace alzar la mirada y volver a la realidad, la sonrisa desplegada en mi rostro es sincera y me desinflo un poco hasta que recobro la compostura al ver a mi amiga rubia que siempre consigue verse despampanante.

—Diosa millonaria de piernas tonificadas —saluda Tracy. Su cabello rubio cae por su espalda de manera ondulada, y sus ojos verdes se detienen en mi postura recta. Igual de recta que una carretera recién pavimentada.

—Gracias por darme una dosis de autoestima sólo saludándome, Trash —Deja un beso sonoro en mi mejilla antes de ubicarse a mi derecha. Adler planea presentar a su chica a todos.

—Para eso estamos las amigas —establece y por un segundo sólo quiero que me abracé y que salgamos de este lugar, tal como ella me prometió, bebiendo hasta olvidar nuestros nombres pero soy más madura que eso, por ello, no digo nada, sólo aprieto más mi mano sobre mi muslo—. ¿Cómo lo tomas? —cuestiona arrugando la nariz.

Me desinflo.

—¿Cómo tomarías si el chico que te gusta y por el que creías estabas esperando empezará a salir con otra? —pregunto al aire entre dientes.

—Haría uno de mis trabajos —piensa ella rascando su frente—, y ganaría mucho dinero para irme de viaje y llorar en una hamaca en Hawai —Esa idea le hace sonreír.

—Suena como algo genial —respondo y apoyo mi cabeza sobre su hombros, mis lentes deslizándose sobre mi tabique.

—Lo dije yo ¿Qué esperabas? 

Sonrío a boca cerrada y le pido que me cuenté una de sus tantas historias arruinando matrimonios, ciertas personas infieles son dificiles de descubrir y de seguir, mi amiga ha tenido que hacer de espia y convertirse en una persona que este siempre en el momento y lugar adecuado, siendo los encuentros alocados y previstos por ella los que más me hacen reír, como que una vez dijo a un señor casado que estaban destinados a encontrarse y él se lo creyó, las personas suelen criticar el trabajo de Tracy porque engaña, pero lo cierto es que todos lo hacen, siempre lo hacen.

—Bellas damas —Sean aparece con un traje negro haciendo una inclinación que me hace negar.

—¿Dónde es el funeral? —cuestiona Tracy y Sean le saca la lengua juguetonamente antes de empujarse a su lado.

—¿No me puedo ver bonito y arreglado? —pregunta Sean con falsa indignación.

—La última vez que te vestiste bonito fue para el funeral de la tortuga de Claire —contesta Tracy y yo sólo puedo ver la ventana nostalgicamente.



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En el texto hay: risas, bodas, desastre

Editado: 28.12.2023

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