¿cómo Arruinar Una Boda?

22. Pies de limón


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Claire
 


La cocina siempre ha sido mi escape.

Cuando me divorcié de Dmitriv.

Cuando mis cimientos fueron quemados.

Cuando dije "No" y nadie me escuchó.

E incluso ahora, en mi presente.

Cuando siento que el vacío está respirándome en la nuca.

Cuando creo que no doy para más.

La cocina siempre es la solución.

Por ese motivo, ahora mismo, estoy horneando.

Un delicioso pie de limón que podría hacer que Buddy Valastro y Ramsay se peleen por degustarlo.

Un delicioso pie de limón que parece que logra hacer que no piense demasiado en mi situación y en lo desordenada que es mi vida amorosa, sino en la cantidad justa y adecuada de ingredientes.

Si las relaciones fuesen tan sencillas como hacer pie de limón, sería la mujer más rica del mundo, porque sería una genia en el arte de las parejas, aconsejaría por una gran cantidad de dinero y me haría millonaria.

"Una pizca de comprensión, con quinientas tazas de sinceridad, y una cucharadita grande de amor y su relación será un éxito"

—Creo que deberías parar o está cocina comenzará a parecer la vitriola de una pastelería —Una voz divertida y suave se hace presente y aunque amaría que perteneciese al más allá, es del mundo de los vivos.

De hecho, se trata del motivo por el que estoy haciendo pasteles como loca. Adler se hace presente y tiemblo, porque no es lo mismo ver la tormenta a través de un cristal que sentirla en cada parte de ti. No es lo mismo ignorar los sentimientos cuando la razón de ellos está frente a ti, mirándote.

Y cuando Adler me ve, siento como un rayo me recorre y soy electrificada.

El pelirrojo que hace que mi corazón tenga problemas toma un bocado de uno de los tantos pie de limón que he hecho está semana.

Sobrepasan los cincuenta y ya no me los quieren aceptar en ninguna parte. Cuando Adler cierra los ojos y suspira con satisfacción, mi corazón hace esa cosa de retumbar en mis oídos y aparto la mirada.

Debo hacer otro pie de limón.

Saco la harina de nuevo e intento abrirla cuando un comentario retumba en la estancia con la voz de Taylor Swift de fondo.

—Está ácido —murmura Adler de repente y su ceño se frunce haciendo que el mío también se turbe.

«Está ácido» Sus palabras se repiten en mi cabeza como un disco rayado mientras la harina que tengo en mis manos comienza a apretarse por la fuerza que utilizo para sujetarla.

Porque quizás en otro momento, en otra situación, su critica no se me haría tan infernal, son sólo dos palabras, pero estoy extremadamente suceptible.

El viaje a Portugali me tranquilizo, por supuesto que sí, pero no creí que todos los problemas que me esperaban aquí fuesen a ser tan...devastadores. Me siento como una bomba a punto de explotar, entre los restaurantes, mis sentimientos y el aparente silencio de mi padre ante las bodas, una parte de mí está feliz de pensar que él ha recobrado la razón y que se ha dado cuenta de que soy una mujer, hecha y derecha, que puede valerse por sí misma, pero la otra no tiene una vista tan esperanzadora y piensa que él sólo está esperando el momento adecuado.

Y Adler, Adler, Adler.

Adler antes de dormir.

Adler antes de levantarme.

Adler mientras estoy en el baño.

Adler mientras estoy en el restaurante latino, y cuando descanso en el de mariscos.

Aplano mis labios y lo observo con los brazos cruzados.

—El pie de limón no siempre tiene que ser dulce —respondo con dureza, afincando cada palabra con lentitud, mientras el fuego comienza a correr por mis venas pero intento canalizar mis emociones en el pastel que voy a hacer—. A veces puede ser dulce. A veces puede ser ácido y está bien, porque no siempre los pasteles deben ser dulces como al mundo le suelen gustar.

No debemos cambiar para agradarle al mundo.

«Porque hay distintos sabores, como amargo, picante y salado, y puede que en el mundo, haya una persona muriendo por degustar esos sabores en pie de limón y por esa razón y porque son pasteles que pueden valerse por sí mismo, no deben cambiar sus sabores sólo para gustarle a los demás —establezco y dejo la harina con demasiada fuerza sobre el mesón para voltearme a observarlo.

Debo lucir desastrosa, llena de harina con un moño alto en mi cabeza y un delantal de fresas que llega a mi cintura. Al contrario, Adler luce como un modelo de revista, sus jeans apretados son oscuros, y la camiseta que usa es de vestir azul, ajustándose a su abdomen.

Traigo a mi mente la familiaridad que comparten él y Ashey, la calidez, y entonces la acidez se hace presente en mi garganta.

—¿Todo bien, Clerks? —pregunta con suavidad y creo que debo visitar a Anton.

Mi terapeuta debe enterarse de que si sigo canalizando mis sentimientos en pasteles, hornearé una casa entera de pies de limón.

Adler se ve preocupado y yo le resto importancia a la situación.

—Sí ¿Por qué no habría de estarlo? —cuestiono al aire mientras lucho con la bolsa de azúcar ahora para que se abra pero por una extraña razón, se ha puesto en mi contra y no quiere colaborar, así que gruño y me desespero mientras el extremo por el cual se debería abrir, se niega a hacerlo—. ¿Hay una razón para estar mal? Si todo anda de maravilla —gruño y le dedicó una mirada de odio a la dicha bolsa de plástico.

Comienzo a buscar la tijera pero entre los pies de limón que rellenan todo el mesón es díficil encontrarla, y estoy a instantes de insultar a los dioses de los pasteles y gruñir cuando mi frustración se hace pedazos.

Dos manos sujetan mis hombros y detienen mi caminata alocada por la cocina, la frustración siendo reemplazada por mariposas hechas de agujas que apuñalan mi estómago.

Adler deteniendo mi locura.

—Debe haber algo que te moleste porque te comportas extraño —Me dice con suavidad mientras da un toque en mi nariz—, estás haciendo locuras más extremas de lo que suelen ser tus locuras y pareciera como si estuvieras a instantes de explotar —Una de sus manos abandona mi hombro y limpia una de mis mejillas que estaba llena de harina, sus ojos azul cielo enfocándose en los míos, y por un segundo, sólo quiero echarme a llorar ante la ternura que inunda su mirada. Llueve por dentro de mí, porque esa mirada no será nunca del cariño que yo le profeso—. Por eso, debo preguntar de nuevo ¿Todo bien, Clerks?



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En el texto hay: risas, bodas, desastre

Editado: 28.12.2023

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