¿cómo Arruinar Una Boda?

24. Trozos


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Hay momentos decisivos que cambian el rumbo de una historia. Momentos de cambio antes de iniciar una nueva etapa. Y luego de haberlos vivido te preguntas que hubiese sucedido si algo estuviese distinto.

Quizás faltar a una fiesta por un malestar estomacal.

Quizás saltarme está absurda festividad elegante que realmente detesto.

Pero, entonces, la realidad, es que todavía no he conocido a alguien que pueda ser capaz de controlar el tiempo y cambiarlo.

Por ello, la serie de sucesos que se dan en forma lenta cuando subo a la tarima para la recolección de fondos hacen que dejé de pensar en Demian, en Adler o en cualquier otra cosa, porque todo aquello pasa a estar en el fondo de mi mente, cuando las palabras del moderador cobran sentido para mí y se repiten una y otra vez en mi cabeza.

—Para está tercera parte de la recolección, tenemos la sorpresa brillante y dorada que será revelada —Esas fueron las oraciones pronunciadas mientras yo subía los escalones. Ingenuamente, pensé que sólo tendría qur cortar un liston, sostener un jarrón o algo inútil e incoherente que podría realizar cualquier otra persona.

Pero entonces, apenas llego arriba, luces led me alumbran y todo el lugar queda a oscuras dejando únicamente con iluminación a la cima de la tárima, a mí, porque el moderador ha desaparecido, y mientras las luces al iluminar el vestido hacen que este pase de plateado a dorado.

Los hilos se unen en mi cabeza formando una hilera de hechos que me llevaron a este momento, y los cuales, no pude prevenir ni predecir.

1. Mi padre eligiendo mi vestuario, algo que podría considerarse normal, pero él nunca lo ha hecho, y yo nunca pensaría que él fuera capaz de hacer algo como esto.

2. La repentina fiesta y recolección de fondos hecha en nuestra casa. Porque él sabía que de haberla hecho en otro lugar, yo dudaría mucho en ir, detesto las fiestas elegantes, siempre lo he hecho, y el que la hiciera en nuestra casa, haría que tuviese más oportunidad de que asistiera, aún más siendo una recolección para una buena causa. Me gustan las buenas causas.

No lo pensé. No consideré lo extraño porque nunca pensé que mi padre me viera del todo de esa forma, como un objeto.

Y sé perfectamente que yo seré el trofeo, lo que será subastado, cuando el dorado realza en todo mi vestuario y el moderador recuerda convenientemente que nuestro premio valioso dorado está sobre el escenario.

Yo soy el premio dorado.

Están insinuando que soy un objeto. Me quieren colocar un precio.

Por algunos segundos, me encuentro petrificada, pero luego, reacciono y siendo mi casa, enumero las posibles salidas mientras bajo a trompicones los tablones de la tarima y evito a un guardia que me quiere atrapar. Pero no sólo hay uno, hay tres, y me deshago de dos, pero parecen mutiplicarse, mi corazón late con fuerza mientras le meto el codo a uno en las costilllas y se le escapa el aire lo suficiente para dejar uno de mis brazos libres con lo que derribo al otro e intento salir pero todo está cubierto.

No veo a Tracy por ninguna parte. Ni Angus, ni Wyatt, ni Sean vinieron hoy y empiezo a buscar a Adler con la mirada, pero aún siendo pelirrojo no puedo encontrarlo.

La desesperación me toma y siento que estoy en un laberinto de personas que no me dejan salir antes de que me vendan. Comienzo a pensar en la posibilidad de que no salga de aquí cuando en mi campo de visión una cabellera pelirroja se hace presente, y suelto un suspiro de alivio al reconocer a Adler.

Adler que me ha cuidado siempre. Adler que sabe defenderse y me puede ayudar con esto.

No estoy luchando sola.

Ahora tengo que llegar a él, me propongo, a Tracy no consigo visualizarla así que persigo al pelirrojo, para pedirle ayuda. Me escabullo entre las personas pero es muy díficil no llamar la atención con un vestido dorado que parece no apagarse, desmayo a uno con una de las copas que le arrebato a uno de los invitados, y siento el sudor en mi frente mientra algunas manos se ubican encima de mí, intentando retenerme y chillo como loca. Son los invitados.

Dios, todos me odian porque yo he revelado cada uno de sus secretos y he ensuciado sus nombres. Me deshago de las manos que me dan ganas de vomitar, e intento llegar a Adler quien no ha escuchado mi grito.

—¡Adler! ¡Adler!

Siento el miedo recorrer mi sangre porque  justo ahora, mi amigo pelirrojo, se siente como un auto de escape pero no puedo escapar si no lo veo por ninguna parte.

Estoy a punto de rendirme cuando lo veo y extiendo mis brazos por costumbre. Quiero que me abracé y me diga que todo estará bien.

—¡Adler! Necesito ayuda —Vuelvo a gritar pero no escucha.

Estoy acercándome a él cuando el pelirrojo se aleja. Mi corazón late con furia y quiero deshacerme de los tacones para tener una mayor facilidad para movilizarme, las manos, los guardias, todos son demasiados, y me estoy agotando además de tener un dolor punzante en mis brazos por la fuerza del agarre de los guardaespaldas y algunos rasguños por las manos que han intentado sujetarme.

Adler enfoca, por fin, sus ojos verdes en los míos y descubro que él está dirigiéndose a la cocina, como si escapará.

¿Me está indicando el camino?

—Por favor —gesticulo en su dirección, porque son demasiado, incluso para mí. Extiendo mi mano en un ridículo gesto para que la tomé.

Quince hombres contra una sola, no es una pelea justa y necesito que me apoyé. Nada más como amigo, no me importa.

Pienso que si Adler los distrajese tendría oportunidad, sin embargo, por más que evado guardias e intento llegar hacia él, él se aleja en dirección a la cocina y no sé si no me vio o me quiere hacer llegar a la cocina. Pienso en las ventanas allí, en que podría salir, pero todo se me confunde cuando el pelirrojo deja salir de sus labios.

—Lo siento, Claire —Masculla lo suficientemente alto—. Lo siento.



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En el texto hay: risas, bodas, desastre

Editado: 28.12.2023

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