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Claire
Ni todos los diamantes del mundo serían suficientes para determinar el valor que poseo. Es una cita del diario de mamá.
Cuando era pequeña, me di cuenta que todas las cosas tenían valor. Uno que podría ser tan alto como la torre Eifel o que apenas podría alcanzar el tamaño de una moneda, pero un valor al fin y al cabo.
Por ese motivo, me pasé todo un verano buscando una forma de hallar el mío. Cuando hablé al respecto con mi padre, él me cedió únicamente un diario, perteneciente a mi madre, esa fue su respuesta.
En la primera página, se leía.
Ni todos los diamantes del mundo serían suficientes para determinar el valor que poseo.
Lo escribi en el inicio de mi diario, y guardé todos los pedazos de mi historia en ella, por si en algún momento moría, hubiese al menos un un recordatorio de mí.
Ahora, me siento tonta, por haberlo guardado en internet, porque a pesar de todas las claves, correos y direcciones falsas que le agregué, estuvo a manos de Demian, y todo lo que termina en sus manos, acaba siendo destruido y construido según le parezca.
Pero tal vez la segunda parte no ha ocurrido conmigo.
Porque justo ahora, no pretendo ser un juguete o un peón, sólo pretendo ser yo.
Voy al trabajo, más que por deber, por costumbre. Y por el momento, me estoy quedando en un hotel, no lo suficientemente lujoso para disminuir mis ahorros pero sí para sobrevivir algunos días.
La boda se llevará a cabo, porque no puedo escapar. Pero si puedo hacer un infierno para ambos.
Me pregunté por algunos días, la fecha, pero supongo que tarde o temprano me será informada.
Llevo una semana en el hotel, y aunque me estoy lamentando mucho por mi cartera, una parte de mí acepta que sería imposible que yo siguiese viviendo en la mansión. El donador de espermatozoide ha asegurado que puedo seguir residiendo allí mientras la boda se está planificando, pero no me haría bien.
Así que lamo la cucharada de helado de vainilla, mientras veo una película de terror que ha recibido buenas críticas, pero que no me asusta en lo más mínimo. Se trata de una típica película de adolescentes, donde hay una pareja amorosa que terminará muerta (no estoy triste por ello), también veo una protagonista que tiene pinta de descubrir todo para luego fallecer mientras la maldición continúa, y un chico que se sacrifica por ella.
Si, predecible, pero me tranquiliza el saber lo que va a suceder.
Al menos aquí, estoy segura de lo que va a pasar. Puedo retrasarlo o adelantarlo a mí gusto. Saboreo el poder de decisión en mi lengua aunque no lo tengo sobre lo más importante.
Y estoy por terminar mi segundo bote de helado, cuando algunos toquidos se escuchan en la puerta. Mi primer pensamiento es ignorarlo, puesto que en algún momento se irá, pero entonces pienso en la posibilidad de que sea una institución de agentes secretos, y quieran sacarme de aquí, para lo que estaría absolutamente dispuesta y disponible.
Por ese motivo, arrastro algunas sabanas con una cucharada de helado en mi boca y abro la puerta. No estoy en mis mejores fachas pero espero que me hayan reclutado por mi interior, aunque eso tampoco está en su mejor estado.
—Agente 009 a su disposición.
—Ugh, parece tener el aspecto nostálgico de una viuda, los sentimientos de una novia cadáver y el cabello de Medusa, pero sin los poderes, sólo lo feo —El comentario realista sale de Sean.
—¿Cómo animarme en tres segundos? —pregunto en respuesta y él me da una vaga sonrisa antes de entrar sin preguntar. Y me sorprendo porque no viene sólo.
En fila, entran Wyatt.
—Lo siento por mi copia barata de ken —Me dice en confidencia pero lo suficientemente alto para que Sean escuché y se queje—. Lo dejaron caer muchas veces de pequeño.
Tracy, quien me asfixia con un abrazo, el cual resulta confortante.
—Mi querida diosa de piernas torneadas —Acaricia mi mejilla con cariño antes de entrar, y supongo que hay mucha confianza, porque tampoco pregunta antes de acomodarse en uno de los pocos sillones que tiene mi habitación, dos.
Y mi sorpresa, unos ojos verdes color nenufar me miran a través de unos gafas oscuras.
—Tomé el primer vuelo apenas supe lo que sucedió —indica sin titubear al ver lo anonadada que me encuentro, mi boca abierta con vainilla aún en ella.
—Estabas en Alemania —señalo mientras dejo entrar a Angus y cierro la puerta detrás de mí, agradezco un poco que no aparezca cierto pelirrojo, pero una parte de mí aún detesta excluirlo, a pesar de que no tenía idea del plan.
—Y ahora estoy aquí, contigo.
Y es lo último que escucho antes de me envuelva en sus brazos, y huele a lirios, tulipanes y claveles. Huele a invernadero y meneo mi cabeza contra su pecho.
—Este es el momento en que la sueltas y dejas de acapararla como si fueses su único amigo —señala Sean.
—Este es el momento en donde dejas de ser una perra celosa —suelta Angus, mientras me separa con suavidad de su saco con olor a jardín mágico.
—Y ya comenzaron —se queja Tracy, estirando sus brazos desde el sofá, y palmeando el lugar a su lado—. Me hace falta una presencia olorosa y despeinada por aquí —exclama estirando sus brazos en una invitación irresistible.
Y no me hago de rogar, para sentarme a su lado y que ella peine mis cabellos con suavidad mientras cada quien busca un lugar agradable para estar. Wyatt y Sean comienzan a pelear por el sofá restante y Angus se lanza en la cama mientras observa como la protagonista muere debajo del agua.
Ah, tan agradable.
—Creo que deberíamos hab... —La voz de Tracy sobre mi cabeza se detiene en conjunto a sus manos y parece sacar algo de mi cabello—. ¿Esto es un Cheeto?
Ups.
Sean me examina desde su lugar y reprende a Tracy con la mirada.
—Aquí no estamos para juzgar, arruina-matrimonios —excusa mi sexy amigo moreno, quien luce una atractiva camisa gris—. Si no te lo comes tú, me lo comeré yo.
Editado: 28.12.2023