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Claire
Paredes doradas. Antifaces. Empresarios.
Mi corazón se encoge mientras detallo el lugar conocido en el que estoy.
La subasta.
Las estalagmitas son las mismas, y al bajar la mirada, detallo el conocido vestido de color dorado al tiempo que las náuseas inundan mi boca y las lágrimas empañan mis ojos.
Está pasando de nuevo.
Los temblores toman mi cuerpo mientras me siento desvanecer porque hay decenas de personas a mi alrededor, están allí, rodeandome, evitando mi huida. Me siento atrapada y a pesar de que empujo y golpeo, las espaldas me impiden moverme. Grito y pataleo pero están cada vez más cerca, alcanzo a ver por el rabillo del ojo una cabellera pelirroja y una esperanza débil me toma.
Porque cuando estás al borde, te sujetas del peñasco.
—¡Adler!
Grito raspando mi garganta pero mi amigo nunca se voltea, y el corazón se me rompe de nuevo mientras los trajes comienzan a acercarse como paredes que me aprisionan.
No puedo respirar.
No puedo.
Cierro mis ojos y me coloco en cuclillas contra el suelo. Las voces siguen hablando.
Cinco céntimos y estoy dando demasiado.
Diez dólares.
Aprieto los dedos contra mi oído pero las voces están en mi cabeza y no se van.
No puedo respirar.
No puedo.
Sigo temblando y las voces siguen susurrando que no valgo nada.
Tengo miedo, hace que no pueda moverme y me sienta en una pesadilla. Se sienten como horas, horas en dónde no me muevo y sólo escucho una y otra vez como no valgo nada. Los recuerdos repitiéndose hasta que me quedó sin lágrimas.
Hasta que me encuentro vacía.
Y luego, no hay nada.
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Demian
Chico conoce a chica.
Chico es guapo, millonario, le gusta el control.
Chica es loca, desquiciada, debería estar en un psiquiatra.
Pero terminan en una rara situación juntos. Un casamiento por obligación.
¿Cuál es el resultado?
Un funeral.
¿De quién? He allí la cuestión.
Repaso el título que he creado en la madrugada con elegante caligrafía.
El plan que no es un plan (porque no me interesa en lo absoluto Claire) pero debería ser un plan, (porque ella es clave para conseguir aquello que que quiero)
Saboreo la frase mientras miro el papel vacío antes de arrugarlo en mi mano. Hacerla sentir siempre será fácil para mí, no necesito de un plan. He estado pensando al respecto, y no quiero irrumpir de manera repentina, temiendo afincar sus traumas, pero ¿hay alguna forma de que sus gritos se hagan peores? No sé si sea vocalmente posible pero algo si se, no podemos seguir así.
Me encuentro rígido en la silla del comedor, todos mis músculos se encuentran en tensión. Son las cinco de la madrugada, hay un festín de comida en el mesón largo y rectángular de cristal que forma mi comedor, panecillos, fruta picada, papas fritas, huevos revueltos, tocino, te y café. Nunca comienzo mi día tan temprano pero estoy despierto desde las cuatro de la madrugada porque me he percatado de que ella sale más temprano para no encontrarse conmigo.
Debo admitir que no he dormido mucho, debido a que me acosté a las tantas de la madrugada, investigando a la persona que podría tener el cuadro, y siguiendo pistas que no me llevan a ninguna parte, sino a un sólo país: Rusia.
Solo me viene un imbécil a la cabeza cuando pienso en ese país.
En mi mente también está la cuestión de que debo invertir en el nuevo proyecto de tecnología que está desarrollando Seth, su proyecto X, pero he coordinado una reunión para que me presenté el producto.
Hay demasiadas cosas por hacer y siento como todo está sobre mí, los problemas con la exposición de moda siguen, y la decisión que elijo es tender una trampa pero falta para ello, todo a su debido tiempo.
Mi espalda protesta y mi cabeza duele un poco, lo suficiente como para masajear mi sien pero no tanto como para recurrir a una de las pastillas a las que me he hecho adicto.
Flexiono los músculos de mis dedos, y escucho un ligero crac mientras espero que ella bajé por la escalera. El silencio es rotundo y, la señora Choopkins me ha dado un poco de información.
Durante las últimas semanas, Claire ha empeorado. Un día simplemente dejo de cocinar, después de hablar, y pasó su transformación de mi esposa a cactus de la casa.
Mi esposa, repito en mi cabeza.
Claire se está encerrando, pero no la dejaré. No le permitiré encerrarse en sí misma aún más de lo que ya ha hecho.
No ahora, ni nunca
Un grillo croa y entonces, Claire aparece, mejor dicho, su fantasma.
La castaña lleva un vestido blanco, fiel a su locura creciente. Su rostro es indiferente y la veo caminar con lentitud, ignorándome y danzando silenciosamente en dirección a la puerta ¿No va a desayunar? Y lo entiendo cuando no para.
Cada una de sus acciones está programada y calculada para no gastar más energía de la que puede dar. Está es su rutina, hasta hoy.
Hago un carraspeo leve, que en un inicio no hace que se detenga, y luego, un tosido de persona con neumonía de gravedad para que me presté atención.
Se queda helada, su caminata se detiene, y se ve pérdida a unos pasos de la puerta. No se gira, sin embargo, sé que me escucha.
—Buenos días —saludo con fría cortesía, pero lo que obtengo de ella es mutismo y un gran parecido a una estatua porque se niega a moverse—. Es un precioso día para vernos las caras —Ignoro la predicción del clima que afirma que hoy será lluvioso—. Por lo que, hoy te estaré bendiciendo con mi presencia.
A pesar de estar de espaldas, podría jurar que sus labios se tuercen y no está emocionada con la idea.
—No deseo bendiciones —dice y está susurrando pero la escucho a a la perfección.
—En ese caso, te regalo mi presencia —contesto.
Editado: 28.12.2023